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Manuel Segade. Archivo
Sin rodeos

Sin dogmatismos, por favor

La 'actualización museística' que anuncia Segade esconde el riesgo de camuflar lo banal

Sábado, 30 de septiembre 2023, 23:42

Dice el nuevo director del museo Reina Sofía que a partir de 2025 su centro será más 'queer', sonará a trap, se abrirá sin líneas ... rojas a las artes vivas y buscará la cultura popular para atraer unos nuevos públicos no tan familiarizados con el arte. Bueno, el aserto tiene su fundamento y su lógica. Pensemos en la necesidad de integrar la evolución social en la práctica museística.

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Hasta ahora, la mayoría de los museos ha tenido un papel fundamental en la preservación de nuestra historia social, pero en el caso de los dedicados al arte contemporáneo es posible que la mayoría de ellos se haya centrado en una forma determinada de representar el arte y la cultura, haciendo visible unas cosas y otras no tanto. Por ello, lo mismo que la actual realidad social ha impuesto una mayor atención museística a la diversidad racial, a la inclusión, a la igualdad de género, a la sostenibilidad medioambiental y a la creación más allá del canon occidental, también parece lógico que los museos se abran a las nuevas expresiones de la cultura contemporánea y a los nuevos derroteros del arte.

En otras palabras, los museos de hoy no pueden ser otra cosa que centros para el diálogo cultural, para la preservación del pasado, pero igualmente para la integración del presente y del futuro. Eso sí, el único problema que tiene tan bien intencionada 'actualización museística' es el riesgo de camuflar lo banal y lo provocador entre la calidad y el rigor curatorial, de ideologizar en exceso la lectura de la modernidad o incluso de monopolizar con discursos excluyentes la historia de la cultura y el arte.

Está muy bien que Manuel Segade quiera abrir sus salas a las perfomances y al trap, a C. Tangana y Rosalía, al contexto multiétnico, a la mirada al Sur y al cambio climático, todo ello para lograr un museo seductor y deseable. Pero hágalo, por favor, sin dogmatismos, sin exclusiones, con rigor, con una visión plural y sin que al final se banalice y se demerite esa verdadera creación artística y cultural, precisamente la única que permanecerá y pasará a la historia.

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Guggenheim Urdaibai

Como Pepe-Hillo

Seis ejes estratégicos y ciento veinte actuaciones en ese plan, 'Bizkaia denontzat', con el que la diputada general del territorio ha proclamado 'urbi et orbi' la senda de su gestión. Pues sí, en el cuarto eje y entre 10 actuaciones figura «la puesta en marcha del Guggenheim Urdaibai», un compromiso todavía no asumido por un socio fundamental, el Gobierno vasco, que por ahora sigue en la materia como el legendario torero Pepe-Hillo, haciendo recortes estilísticos al astado: «Un proyecto fantástico, pero dentro de un plan general para la comarca; una propuesta relevante, pero que requiere de la participación de todas las instituciones implicadas…» No cabe duda: a la diputada general hay que alabarle el entusiasmo comprometido y al consejero de Cultura el quiebro y la salida airosa. Como Pepe-Hillo cortando el viaje del morlaco, ganándole la cara y saliendo de espaldas. Mucho arte, sí.

Ópera

Sigue la polémica

Las versiones modernas de las óperas clásicas siguen generando polémica. El estreno reciente de la 'Medea' de Cherubini en el Teatro Real de Madrid también tuvo su controversia, ya que su director de escena propuso una lectura descarnada y actual de la tragedia de Eurípides. Como señaló alguna crítica, su propuesta iba contra la partitura y el libreto, convirtiendo a Medea en «una semidiosa chulesca, con hiyab y gafas de sol». Exageraciones aparte, la necesaria actualización no siempre respeta el fondo narrativo y musical del autor.

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Sin ir más lejos, esta semana un respetado cantante también ha alzado su voz contra lo que considera la excesiva preponderancia de los directores de escena sobre los autores y compositores. En una carta enviada a un periódico de Ginebra, el cantante suizo de origen chileno y gran especialista en la música barroca Emilio González Toro afirma que los directores de escena están «deconstruyendo» la ópera, estandarizando unas producciones que no tienen nada que ver con el libreto, la historia y la música. Pues sí, no le falta algo de razón.

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