Domingo recibe un homenaje en Salzburgo y España mantiene el veto

Las más de 20 acusaciones de acoso sexual, que saltaron a los medios entre el 13 de agosto y el 5 de septiembre del año pasado, le han dejado tocado pero no hundido. Este jueves recogió pletórico el Premio de Teatro Musical de Austria a su dilatada trayectoria en la zona VIP del aeropuerto de Salzburgo –en una celebración privada– y se dejó agasajar por amigos, magnates y directivos del fastuoso festival que ahora se celebra en la localidad austriaca. Los miembros del jurado que le han premiado son profesionales de los medios de comunicación, con la periodista Susanna Dal Monte a la cabeza, y el presidente de la junta directiva es Karl-Michael Ebner, un exmiembro de los Niños Cantores de Viena.

No es un galardón de mucho recorrido –se instauró en 2012– pero basta y sobra para que se sientan contrariadas las autoridades españolas que han cancelado todas sus actuaciones y hasta han promovido la eliminación de su nombre de escuelas y centros de perfeccionamiento artístico. Así reaccionaron en febrero, poco después de que el propio cantante pidiera perdón y reconociera «el dolor causado» por su comportamiento.

«Cuando se cometen actos graves y se asumen, eso tiene consecuencias en la vida pública y en la vida social», reflexionaba este jueves el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, cuando se le interrogaba sobre la posibilidad de permitir en el futuro una actuación del artista en algún espacio del INAEM (Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música). De esta entidad depende el Teatro de la Zarzuela, donde estaba previsto rendir un homenaje a Domingo por sus 50 años de carrera en el coliseo. Tanto el festejo como su participación en 'Luisa Fernanda' se cayeron del cartel en cuanto se hizo público el comunicado en el que admitía el perjuicio ocasionado y «toda la responsabilidad» de sus acciones.

Ese aparente reconocimiento de los hechos llegó justamente después de que el Sindicato de Ópera de Estados Unidos hubiera anunciado que sus investigaciones (centradas en Washington, donde Domingo llevó las riendas de la temporada lírica entre 2003 y 2011) daban credibilidad a las acusadoras. Una cosa y otra le hicieron caer en desgracia de una vez y quizás para siempre. Al menos, en España no hay visos de absolución. Los resultados de las investigaciones en la Ópera de Los Ángeles tampoco mejoraron la situación del artista. También arrojaban la conclusión de que su conducta «no había sido la correcta» en las últimas cuatro décadas, es decir, durante el tiempo en que ejerció sucesivamente los cargos de asesor, responsable artístico y director general. Era todopoderoso en las oficinas del teatro lírico más boyante de California. ¿De qué se le acusaba exactamente? «De actitudes que van del flirteo a proposiciones sexuales, dentro y fuera del ámbito de trabajo», apuntaban los abogados del bufete encargado de las pesquisas.

Sin que ninguna de las partes haya dado el paso de zanjar el asunto en los tribunales, Domingo se confiesa «enfadado y deprimido, especialmente porque toda mi familia se ha visto involucrada». Achaca a un malentendido que se haya tomado como una admisión de culpa sus palabras. Se trataba, recalca, de un texto destinado al Sindicato de Ópera de Estados Unidos, «no de una confesión para ser divulgada por la prensa». Y lo peor de todo, concluye, es que «sin juicio ni condena se me describa como el Weinstein de la lírica».