«Las directoras de orquesta hemos tenido que reinventar la profesión»
La vizcaína Ane Legarreta repasa su carrera y la «falta de referentes» que ha encontrado en el día internacional dedicado a los maestros de la batuta
Iraitz Casillas
Bilbao
Jueves, 13 de julio 2023, 01:42
Ane Legarreta (Galdakao, 1994) empezó a tocar el piano a los cinco años, y al cumplir los quince su profesora la invitó a probar el ... papel de directora. Entonces le pareció difícil e incluso frustrante llevar la batuta, pero el desánimo la empujó a investigar hasta hacerse un hueco en una profesión mayoritariamente masculina. En 2021 formó la red de artistas y creadoras ESAS (Emakume Sortzaile eta Artisten Sarea) con el objetivo de poner en pie una orquesta compuesta íntegramente por mujeres.
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Y lo lograron. El pasado mes de enero, una agrupación de 35 mujeres, en la que faltaban instrumentos como trompetas, trombones y tubas, dio su primer concierto en el Palacio Euskaduna. Han ofrecido actuaciones de cámara en Barcelona, Madrid y Mallorca y aspiran a seguir creciendo en España y en otros países.
Este jueves se celebra el Día Internacional del Director de Orquesta, que se conmemora desde 2013 en esta fecha por el fallecimiento de Carlos Kleiber, considerado el precursor de la técnica moderna y uno de los grandes maestros del siglo XX. Ane Legarreta suele comparar el oficio «con las raíces de un árbol. No se ven, pero es lo que sustenta todo». Cuenta que «el 99% del trabajo consiste en analizar las partituras e imaginarme muy bien cómo quiero que suene cada nota de cada persona que forma parte de la orquesta. El 1% restante está en los ensayos».
No es casualidad que el Día Internacional lleve género masculino. El principal problema que encuentran las mujeres que quieren dedicarse a esta profesión es «la falta de referentes. La primera directora de orquesta que conocí fue con 17 años, hasta entonces todos eran hombres europeos de edad avanzada», recuerda. Mientras estudiaba tuvo que aguantar comentarios machistas de compañeros y de algún profesor, «que consideraba que por mi fisonomía se me daban mejor los movimientos más líricos. Lo he ido sorteando y aprendiendo de ello, haciendo caso omiso», apostilla.
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Otro aspecto que desafina es la brecha salarial. Se calcula que hay casi un 20% de diferencia en los sueldos y en los puestos de mayor responsabilidad la presencia masculina es mayoritaria. Aun así, la progresión es notable. #«En los últimos cinco años el porcentaje de directoras de orquesta ha aumentado mucho, ya casi ronda el 10%, cuando antes era del 1%. Vamos por buen camino», asume la joven vizcaína. «Hemos tenido que reinventar la profesión y adaptarla a nosotras, pero siempre primando la excelencia musical».
Estancia en Egipto
Legarreta ha dirigido en la Euskadiko Orkestra y la Cairo Symphony Orchestra a músicos «con un bagaje y una experiencia mucho más amplia que yo». Reconoce que viajó a Egipto «con muchos prejuicios». Pero en contra de lo que imaginaba, se encontró con que había más mujeres en la sección de contrabajos y de trombones, «instrumentos en los que la representación femenina es mínima». También le sorprendió «la gran inversión que se hace en la cultura». Por lo demás, no hay grandes diferencias. «Si la orquesta es profesional, se trabajará con profesionalidad, esté donde se esté».
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Aspira a trabajar «con agrupaciones de prestigio internacional», aunque en realidad ya ha cumplido su sueño, vivir de su trabajo como directora. Tras dirigir obras de autores como Beethoven y Dvorák, «ahora estoy inmersa en el mundo operístico mientras sigo formándome», explica. Al mismo tiempo, participa en el proyecto ESAS, cuyo objetivo es «dar visibilidad a directoras, compositoras, intérpretes de instrumentos… », asegura.
Tienen por delante un largo camino en un sector en el que «la precariedad y el intrusismo laboral están a la orden del día. Todavía hay quien piensa que vivimos por amor al arte y sí, lo hacemos, pero también hay que dignificar la profesión. Hay mucho trabajo por detrás, muchos años de formación. La música es una carrera de aproximadamente 15 años de estudio y hay muchas personas sin la titulación ni la preparación que están en puestos en los que no deberían estar».
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Desde el atril ve a un público con una edad «sorprendentemente alta», algo que le preocupa, y asume que también tendrán que reinventar la forma en la que hacer llegar la música clásica a nuevas generaciones de espectadores. «Pero soy optimista, hay padres y madres jóvenes que están sabiendo transmitir el valor de apreciar la cultura».
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