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Lo que no dice

Sin duda es valioso e interesante el mural 'Lemoiz gelditu', así como el montaje expositivo que acompaña y celebra su donación al Bellas Artes. Valioso ... e interesante por lo que dice, pero también por lo que no dice, por lo que sugiere y deja en el aire. Naturalmente la trascendencia estética e histórica de la muestra queda patente. Si de un lado la obra refleja y testimonia el compromiso político y social de sus autores en un momento dado y la enérgica respuesta de buena parte de la sociedad vasca ante la construcción de una central nuclear, de otro la dimensión estética del mural es sublime al mezclar el consabido desacato estilístico y formal de Ameztoy, su sorprendente figuración narrativa, con el vitalismo expresionista y cromático de Zumeta.

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Un contexto preciso, una modélica lucha social y un mural corrosivo, crítico, militante y de una indudable importancia por su valor artístico e histórico. ¿Algo más? Pues claro, porque desgraciadamente la historia así narrada es incompleta. De hecho, entre los dos años anteriores y los dos posteriores a la realización del mural el terrorismo de ETA asesinó a cinco personas de la central de Lemoiz. Se dirá entonces que el mural y su muestra se ciñen exclusivamente al contexto histórico y cronológico en el que fue creado, 1980, remitiéndose únicamente a su dimensión estética y social. Pues muy bien, pero resulta imposible ignorar lo que el mural y su muestra no dicen, lo que dejan en el aire: por ejemplo, ¿no hubo antes o después de la realización del mural alguna crítica o algún rechazo a la violencia? ¿Hizo el movimiento antinuclear vasco antes o después del mural alguna crítica a esa violencia? ¿La exteriorizó, la defendió? ¿La repudiaron sus autores en algún momento?

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