Miren Gaztañaga y Eneko Sagardoy libran un combate verbal en esta obra. pedro urresti

El desamor salta al cuadrilátero

Eneko Sagardoy y Miren Gaztañaga estrenan en euskera 'La clausura del amor' de Pascal Rambert, que ya piensa en escribir una obra para ellos

Martes, 27 de abril 2021, 23:51

El teatro de Pascal Rambert es siempre una experiencia intensa. Cuando vieron 'La clausura del amor' en Bilbao hace cuatro años, Eneko Sagardoy y Miren ... Gaztañaga sintieron un impacto, «una especie de eco muy grande», ante aquel texto torrencial y sin concesiones sobre la ruptura de una pareja que hicieron suyo Israel Elejalde y Bárbara Lennie. «En nuestra manera de trabajar, si nos dejan sueltos, hay algo muy visceral y muy corporal, y pensamos ¡qué bonito sería subirnos juntos aquí!», recuerda ella durante los ensayos de 'Maitasunaren itxiera', que se estrena mañana en el Arriaga (hasta el 1 de mayo).

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Les dirige el propio Rambert, con Nagore Navarro y Lucía Astigarraga como ayudantes. Se entienden con la mirada y alternan con naturalidad castellano, euskera, francés e inglés. «Kaixo, niña! Kaixo, niño!». El dramaturgo, director y coreógrafo, que en 2016 recibió el Premio de Teatro de la Academia Francesa por el conjunto de su obra, suele decir que escribe «para voces y cuerpos» más que crear personajes, a los que da el nombre de los actores que los interpretan. La propuesta de esta producción propia del Arriaga le llegó a través del productor Jordi Buxó, de su plena confianza. «Me fío de su criterio y cuando les vi me pareció conmovedor. Eneko tiene 27 años, ¡es un niño!, pero con mucho talento. Y, cuando Miren responde, te agarra de las entrañas».

El de esta obra no es un diálogo de rápidas réplicas como los que estamos acostumbrados a ver. Primero habla él, que empieza «en lo más alto, sin graduación». Descarga reproches sin tregua mientras ella le aguanta la mirada (a él y a toda la sala) hasta que finalmente toma la palabra. Rambert defiende que esta forma de expresar «el grito interior» de los personajes «es muy antigua. Los griegos hablaban así, con largos parlamentos, después se fueron acortando y yo estoy haciendo el camino de vuelta. Trabajo contra una determinada forma de hacer teatro, mi concepción de la vida es más cruda. Personalmente soy amable, pero cuando escribo me transformo en un monstruo», se ríe.

Para los actores es un reto este combate en un cuadrilátero desnudo, sin más apoyo que su propia energía. «No necesito darles indicaciones de movimiento porque todo está en mi lenguaje», explica el director. «Cuando empiezas a hablar el cuerpo se tensa, es como estar dentro de una bola de nieve que te arrastra. Es un tobogán de emociones, como la vida». El texto, que el propio Sagardoy ha traducido al euskera con la escritora Danele Sarriugarte, está escrito a borbotones y sin signos de puntuación. Los actores han dedicado tiempo a prepararlo en solitario, sin prisas, antes de los ensayos.

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«Trabajo contra una forma determinada de hacer teatro, mi concepción de la vida es más cruda»

Pascal Rambert | Autor y director

La reacción del público

«La curiosidad puede al miedo y desde la curiosidad se consiguen cosas increíbles. Al no tener ni un respiro durante la obra entras con todo, es como un acto de fe. Tienes que creer que el cuerpo aguantará, que la cabeza aguantará, que la respiración aguantará, y si no lo haré mío y lo introduciré en la actuación», expresa Sagardoy, que interpreta a un director de escena. Ella es actriz y tras la clausura de su amor seguirán compartiendo hijos y trabajo, lo que plantea un tema añadido. «Si es posible seguir trabajando con una persona a la que has amado con locura cuando ya no existe ese amor, lo habéis destruido».

La conexión del equipo ha sido tan buena que Rambert ya tiene una idea para escribir una obra para Sagardoy, Gaztañaga y otros actores combinando euskera y castellano. Esta es la versión número trece de 'La clausura del amor', que se estrenó en el Festival de Avignon en 2011 y no ha dejado de representarse en Rusia, Croacia, Italia, Estados Unidos, Alemania... El desamor es universal, pero «de todos los países e idiomas en los que trabajo el español es el mejor para mi lenguaje, el euskera también le va», dice. «La tierra da una sonoridad a la lengua y esta es una tierra dura que transmite fuerza».

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La reacción de los espectadores es similar en cualquier parte del mundo. «La gente se queda tocada, muchos lloran». Probablemente se han sentido identificados con él o ella, o con ambos. El autor admite que siente curiosidad ante el estreno en euskera «porque parece que el público vasco no está acostumbrado a mostrar sus emociones».

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