¿Quién tiene la culpa del suicidio de un niño?

El chaval se ha suicidado mientras estaba a su cargo y el profesor entra en una espiral de culpa. Al ver que todos le señalan, incluso su pareja, empieza a investigar «para descubrir cuánta responsabilidad tiene él en lo que ha sucedido, necesita saberlo». Iñaki Rikarte interpreta al protagonista y también a otros personajes -el director del instituto, los compañeros...- que recrea «de forma sutil» mediante ademanes. El actor alavés afronta por primera vez el reto de estar solo en el escenario, y su trabajo fue finalista en los premios Max.

El debut del cineasta Mikel Gurrea como autor teatral se enmarca en el programa Nuevas dramaturgias de apoyo a la escritura de textos dramáticos. «Se tiró a la piscina y escribió un texto extraordinario, un regalo para cualquier actor», dice Rikarte. No cuenta un caso con nombre y apellidos, pero se ha construido a partir de historias reales. La función, dirigida por Fernando Bernués, se plantea como un thriller y «tira de la cuerda para ver lo que hay detrás» de la tragedia. «La culpa es algo que buscamos socialmente con ansia y lo cierto es que no soluciona el problema. La culpa es algo muy concreto pero la responsabilidad nos incumbe a todos, es un concepto más escurridizo y más incómodo. De una manera consciente o inconsciente, lo evitamos».

Él también ha buceado en sus vivencias, como si volviera a los pasillos del instituto. «Todos recordamos cuándo hemos sido víctimas, pero no cuándo hemos estado de parte de los verdugos. Nuestra memoria nos lleva más al victimismo que a la responsabilidad. En mi caso ha sido así y me ha hecho pensar». Sobre el escenario quedan más preguntas que respuestas, salvo quizá «que la solución pasa por ver el problema desde una perspectiva inusual. Intentamos contar las cosas con lo mínimo posible para que el público ponga lo que falta» y haga una reflexión. También se pone en evidencia una paradoja «perturbadora: queriendo denunciar el abuso corremos el riesgo de convertirnos en abusadores. Podemos lapidar socialmente a alguien sin tener la certeza».

Esta producción de Tanttaka, que forma parte de su trilogía contra el abuso, se estrenó en 2017 y tiene un largo recorrido. Llamó la atención de institutos y asociaciones de padres, pero ese interés se ha concretado «en muchas menos funciones de las que pensábamos» dirigidas a estudiantes. Rekarte cree que sería bueno que la vieran «a partir de catorce años». En Madrid (Teatro Fernán Gómez), la catalogaron como 'no recomendada para menores de 18' y lo vivieron «con indignación y tristeza. Creo que es un paso equivocado. Queriendo proteger, lo que hacen es lo contrario».