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Julio Larramendi (derecha) recibe un obsequio de manos de Mohamed Ezzeddine, director de Byblostours Manu Cecilio

«Cuba es mucho más que playa, tabaco, ron y mulatas»

Las imágenes antropológicas del fotógrafo Julio Larramendi, de visita en Euskadi, captan la parte menos turística de la isla caribeña

Jueves, 5 de junio 2025, 00:56

Hay otra Cuba. «Para el mundo mi país es playa, tabaco, ron, mulatas y carros antiguos, cuando es mucho más que eso», lamenta Julio Larramendi y habla de bosques tropicales y semidesiertos, del ave más pequeña del mundo y varias villas declaradas Patrimonio de la Humanidad, del danzón y la tumba francesa. Como su tierra, este veterano fotógrafo también es poliédrico. Ha sido investigador químico, editor y director de una revista dedicada a su disciplina artística. Este miércoles presentó una muestra de su trabajo en un acto organizado por la agencia de viajes Byblostours en el que se abordó, a través de la palabra, la imagen y la música, esa múltiple realidad de la república caribeña.

El currículum de este artista lo sitúa entre los maestros de la fotografía latinoamericana, aunque su formación es autodidacta. «Yo llegué a la imagen por una mujer», asegura y explica que el origen se encuentra en su Santiago natal, la ciudad de la música y el baile. «A los dieciséis años, como no sabía cantar ni bailar, quise impresionar a mi novia con una cámara que había en mi casa», recuerda. «Sorprendentemente quedaron bien y desde entonces no he parado de tomar fotografías».

El autor ha realizado un centenar de muestras individuales e ilustrado otros tantos libros. En su currículum hallamos numerosos premios en su Cuba natal y Estados Unidos y una incesante actividad como artista, periodista o científico. Pero, a pesar de su prodigalidad, reconoce que sólo captura una imagen cuando siente la necesidad de hacerlo. «Necesito el hambre de fotografías», admite. «Eso me ha hecho perder momentos importantes que me han pasado por delante y no registré, pero para mí resulta esencial tener una motivación y, además, suelo trabajar sintiendo música, jazz instrumental. Me establece un ritmo».

La precisión de su obra también se deriva de su experiencia con los medios previos a la digitalización. «Yo utilizaba diapositivas, que exigen perfección en la exposición porque no se pueden arreglar, y un empleo racional en el uso de un material caro. Así que tan sólo hacía dos por objetivo, una horizontal y otra vertical. Ahora se utilizan ráfagas, pero yo sigo como antes. Me hace ser más preciso».

Cuba campesina

La vertiente antropológica es su preferida dentro de la disciplina. «He realizado publicaciones de flora y fauna y arquitectura, pero lo que más me ha interesado siempre son las personas», confiesa y reconoce su predilección por mostrar la Cuba campesina e, incluso, desvelar la existencia de descendientes de aquellos aborígenes que encontraron los marinos españoles en el siglo XV. «Mi bisabuela era una india de tez cobriza, medía 1,35 metros y portaba una cabellera negra que le llegaba a la cintura», indica y apunta que se casó con un vasco que arribó a Santiago, en el extremo oriental de la isla.

Esa preocupación y su espíritu científico lo llevaron, hace tres años, a participar en una expedición que lo condujo hasta lugares intrincados en las montañas donde se hallan las comunidades pretendidamente nativas. «Queríamos hacer un monográfico sobre estos grupos pero no nos limitamos a la parte artística y añadimos kits proporcionados por el Instituto de Genética Médica y que se analizaron en laboratorios europeos», señala y añade que estas pruebas reconocieron la existencia de sangre aborigen.

La profusión de fotografías y la irrupción de la inteligencia artificial son dos fenómenos inquietantes, pero Larramendi cree que los nuevos medios no pueden desplazar al individuo. «No sólo se trata del equipamiento, sino del hombre que está detrás de la cámara, que es quien selecciona el cómo y el qué», alega y, frente a esa sobreabundancia de imágenes, destaca la calidad. «La cuestión radica en captar el momento decisivo, lo que decía Cartier-Bresson. Sistematizar esa captura lo hace un fotógrafo profesional».

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