Fallece Concha Velasco
La estrecha relación de Concha Velasco con BilbaoLa ciudad le ha acompañado a lo largo de toda su carrera, desde que bailaba con Manolo Caracol hasta su última gira
Al final de una de las funciones de 'Reina Juana' en el Arriaga, en octubre de 2016, Concha Velasco, que ha fallecido este sábado en Madrid ... , cumplió con la tradición de interrumpir los aplausos para hablar con el público. Pero aquella tarde fue diferente porque uno de los protagonistas de su mensaje estaba en un rincón de la sala, con traje gris y corbata roja, a punto de jubilarse tras toda una vida en el teatro. La soberana agradeció al jefe de sala Miguel Calle, con el que siempre charlaba un rato en el camerino, que la hubiera esperado para despedirse de ella en su último día de trabajo. «No me lo podía creer, me hizo sentir muy bien», recordaba.
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Si el teatro era la casa de Concha Velasco, en Bilbao se sentía especialmente bien, como las visitas que llegan en día de fiesta. La ciudad la ha acompañado en toda su carrera. La primera vez que pisó el Arriaga era bailarina con Manolo Caracol, y fue una de las salas donde no quiso faltar en su gira de despedida. Llegó en agosto de 2021 tres días después de recibir el alta de una operación, la cuarta en los últimos años, pero posó radiante con un abrigo rojo y un pañuelo de seda. El abrigo lo había comprado en Max Mara, y el pañuelo –un diseño colorista con el nombre de la ciudad muy discreto en un lateral– era un regalo del alcalde, Juan Mari Aburto. «No podía ni quería dejar de venir a Bilbao», repetía la artista.
Aquí tiene a otro de sus grandes amigos, Pedro Olea, y el recuerdo imborrable de Iñaki Azkuna, «un señor enorme». Él iba a verla siempre, incluso en silla de ruedas cuando estaba muy enfermo. Se lo agradeció desde el escenario. La invitaba a comer y ejerció de médico con ella y con su hijo Manuel, que de pequeño la acompañaba. También se hizo amiga de su esposa, Anabella Domínguez, «una mujer maravillosa a la que conocía muy poca gente». Cuando sintió que le quedaba poco tiempo, Azkuna la llamó por teléfono. «¿Cómo me iba a marchar sin decir adiós a los Velasco? Cuando vengas a Bilbao, en lugar de acercarte al Ayuntamiento, vete a Begoña y reza una salve por mí».
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