Paul Urkijo: «He nacido en una cultura donde las brujas son buenas porque son rebeldes»
El realizador vitoriano compite en el Festival de Sitges con su tercer largo, 'Gaua', en el que vuelve a recrear en clave fantástica los mitos y el folclore vasco
Paul Urkijo (Vitoria, 1984) es un cineasta único. El autor de 'Errementari' e 'Irati', la película en euskera más taquillera de la historia, sigue fiel a su amor por la mitología y el folclore vasco en 'Gaua', que ha deslumbrado en el Festival de Sitges por su retrato de la Euskadi del siglo XVII, con brujas que comparten cuentos de miedo en el bosque. Yune Nogueiras, Elena Irureta, Ane Gabarain e Iñake Irastorza protagonizan el tercer largo de Urkijo, en salas desde el 14 de noviembre.
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–'Gaua' transcurre toda ella de noche, no es una película para ver en un móvil.
–Desde luego que está hecha para disfrutarla en un cine. He pretendido ser épico en algunas escenas y llevar ese mundo nocturno a la gran pantalla en todos los sentidos. Retratar la noche era un reto creativo. Lo fácil hubiera sido llenarlo todo de niebla. Tuvimos que ser muy meticulosos y hablé mucho con Gorka (Gómez Andreu, el director de fotografía). Esa oscuridad nocturna tenía que permitirnos conseguir la profundidad del bosque.
–Sus rodajes siempre son en localizaciones naturales, con barro, lluvia...
–Va vinculado a las historias que cuento. La naturaleza de Euskal Herria, los montes, se asocian a las deidades y espíritus protagonistas de los cuentos a los que homenajeo. Visualmente, además, me interesan esas texturas, me identifico con ese golpe visual barroco, rugoso. Cuando ruedas en un bosque real descubres que está lleno de personajes. Pones la cámara y ya se te llena el plano de vida, de historias.
–Para la escena final del akelarre reprodujo un bosque con casi 200 árboles.
–El 95% de la película son localizaciones reales: bosques, baserris, iglesias... Pero esa escena exigía mucha figuración y un plano secuencia con una grúa. Recreamos un bosque con más de 170 árboles reales que después se replantaron.
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–¿Usted es nocturno?
–Sí. Siempre lo he sido, aunque cada vez menos. Se asocia la luz, el día, el sol, a lo correcto, a lo evidente. A cuando nos mostramos y nos pueden señalar. Sin embargo, en la oscuridad, en la noche, se refugia la otredad. Los que buscan un espacio de liberación para ejercer otro tipo de actividades, que a plena luz del día podrían ser juzgadas. Me gusta mucho pensar que en la oscuridad también hay luces bellas, que puedes descubrir y aceptar. Y que tras la luz te puedes encontrar oscuridades terroríficas.
–¿Cuándo empieza a interesarse por la mitología vasca?
–Desde niño. Mis aitas me contaban cuentos cuando íbamos al monte. Estaba Basajaun, las lamias en el río... Ya de adolescente, iba con los colegas a dormir en el bosque bajo las estrellas, incluso en invierno haciendo un vivac. Siempre he sido bastante silvestre. Y fuera estaba Gaueko, la deidad nocturna que representa el frío, el lobo, las aves nocturnas, el viento... Siempre me ha interesado también la fantasía y una cosa va de la mano de la otra. De crío dibujaba esos personajes, después escribí las historias y con el tiempo he podido compartirlas.
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–En el monte nos sentimos parte de una tierra, ¿no?
–Así es. Los seres humanos pertenecemos a la naturaleza, somos animales también. Nos hemos montado estos universos de cemento, pero cuando pisas hierba o te bañas en al mar te sientes bien, porque también fuimos peces. Sin ponerme existencialista, todos mis personajes e historias están vinculados a la naturaleza.
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–Deduzco que sigue necesitando perderse por el monte.
–Sí. Lo hago cuando escribo un guion y elaboro el arte conceptual. Me voy solo a las localizaciones que conozco o con un colega, que me lleva a algún sitio que coincide con las historias que le he contado tomando birras.
–En sus guiones mezcla realidad y ficción, leyendas y escritos de aita Barandiaran, actas inquisitoriales...
–Todo lo que se ve en ese cuadrado blanco que es la pantalla es mentira. Pero para contar esa ficción me baso en el folclore y en un sustrato antropológico, en indagaciones arqueológicas. ¿Cómo es Mari? Pues busquemos una diosa madre paleolítica. 'Gaua' se ambienta en el siglo XVII, la época en la que los inquisidores inventaron muchas de esas mentiras. Akelarres donde había antropofagia, infanticidios, se fornicaba con el diablo... Todas esas mentiras generaron una iconografía dantesca que me apasiona. Al mismo tiempo, he utilizado personajes históricos reales, como Kattalin y Maritxu, que fueron juzgadas. O Fray León de Aranibar, el abad que vertió las mentiras en la zona de Zugarramurdi.
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–Desde una perspectiva feminista ahora vemos a las brujas como mujeres empoderadas.
–Esas supuestas señoras viejas feas se convierten en mujeres con poder que se enfrentan al statu quo, representan la otredad. Yo he nacido ya en una cultura donde se me ha dicho que la bruja es buena, porque es rebelde.
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–¿La Inquisición actual está en las redes sociales?
– Para mí, sí. La Inquisición era un instrumento de violencia y represión. Pueden ser estrategias geopolíticas de guerra o gente en internet diciendo a los demás cómo tienen que ser o satanizando ciertas conductas, tendencias sexuales, identitarias, fisionómicas... Ahora nos dicen cómo tiene que ser la mujer perfecta... Es un tipo de violencia comunicativa prima hermana de las torturas de la Inquisición.
–¿Rodar en euskera es irrenunciable?
–Depende de la historia. Se trata de ser respetuoso con el material original, pero soy consciente de que las películas cuestan dinero y hay que venderlas. Las tradiciones orales de las que hablo se han transmitido en euskera, y son importantes los matices, las rimas, los juegos de palabras. Pero tengo proyectos para rodarse en castellano y en otros idiomas. Los directores tenemos que hablar de lo que sabemos; si hiciera una película de mafiosos italianos no me saldría bien, porque copiaría a Scorsese y Coppola. Pero de esto sí sé, lo he mamado desde niño.
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–¿Ve un reflejo de esa mitología vasca en la Euskadi actual?
–Los mitos y leyendas no se apuntalan en el tiempo. No hay una estela cincelada con el canon. Se actualizan cuando las cuenta el orador, por eso se siguen haciendo remakes de 'La Odisea'. Tienen símbolos muy poderosos y nos representan desde lugares muy profundos. Nos sentimos identificados, por eso la gente ve mis películas.
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–En su próximo proyecto se asoma al mar...
–No puedo decir nada. Está vinculado al folclore marítimo. Y también será en euskera. Se rodará en la costa, aunque yo tiro para dentro...
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