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Pablo Agüero confía en que su película sirva para «sembrar debates». Arizmendi
Pablo Agüero | Director de 'Akelarre'

«La libertad individual puede hacer que se desmorone todo un sistema de poder»

El realizador argentino desnuda en 'Akelarre', rodada en parte en euskera, los mecanismos de las cazas de brujas

Domingo, 20 de septiembre 2020, 09:38

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El director argentino Pablo Agüero (Mendoza, 1977) llega a la Sección Oficial con la única película en euskera de la competición de este año. 'Akelarre' aborda un caso de caza de brujas del siglo XVI para desnudar los mecanismos de dominación que habitualmente adopta el poder. En opinión del realizador argentino, «aunque parezca increíble, la libertad individual puede hacer que se desmorone todo un sistema de poder».

- ¿Qué hace un director argentino al frente de una película rodada parcialmente en euskera?

- El idioma se imponía por el tema. La película es el fruto de una investigación muy larga que nos llevó años y me parecía muy importante que estuviera arraigada en la cultura local y hablada en su idioma porque lo que justamente intentaba borrar este sistema represivo, encarnado por este juez, eran todas las tradiciones propias, los idiomas, la libertad particular de las mujeres de la región. Me parecía muy importante éticamente invertir esa relación de poder y valorizar el euskera.

- ¿Dónde acaba la investigación y empieza la imaginación?

- Bueno, los hechos indiscutibles de la historia son parámetros que no se pueden modificar, tienen que ver con la verosimilitud y con lo que está realmente comprobado. En lo que respecta a la intimidad de las escenas, nadie sabe cómo sucedieron exactamente las cosas, todo es interpretación. En general, cuando uno cita fuentes históricas ya la mayoría son interpretaciones, incluso los documentos de la época. Hay que saber leerlos entre líneas porque ocultan sus propios intereses políticos para contar la historia de la manera en la que la cuentan. A la hora de hacer el guión, me estoy basando en documentos que están escritos por los inquisidores y los clérigos, que tienen intereses políticos muy marcados para pintar la realidad de cierta manera. Mi deber es leer entrelíneas y encontrar la verdad que no están diciendo.

- Las jóvenes procesadas se apropian en un momento dado de las circunstancias en las que se encuentran y las aprovechan para imponer su relato.

- Sí, que en realidad es también un reflejo de los fantasmas personales del juez. Hacen un juego entre lo que les están pidiendo que confiesen y lo que ellas mismas pueden crear. Finalmente, su arma para defenderse es su imaginación. Estamos ante unas chicas en absoluta inferioridad de condiciones, que han sido arrestadas, están encerradas y rodeadas por guardias, y sometidas también al poder intelectual por parte de un hombre de una gran educación, de mayor edad, que les acusa de un crimen del que no saben nada. Incluso desde el punto de vista cultural están en inferioridad y sólo les queda la imaginación y la creatividad para defenderse.

- ¿Es tentador en esas situaciones de sometimiento al poder decirle lo que quiere escuchar?

- Algunos no tienen la opción. La justicia de aquella época se basaba mucho en el principio de la ordalía: tiramos al agua a una mujer atada, si no se ahoga es bruja y si no lo es, se muere. La justicia puede ser una trampa, sobre todo cuando se basa en prejuicios y en una voluntad política que no está expresada, que va más allá de la verdadera acusación. Los cargos son un eufemismo de lo que realmente se está persiguiendo. La caza de brujas era una excusa, no venía a arrestar a mujeres que practicaban la brujería, era una caza ideológica en la que buscaban a gente que tuviera otro modo de pensamiento, otras creencias que fueran en contra del dogma que querían imponer. ¿Cómo se puede escapar a eso? Investigando los documentos históricos hemos visto que estas mujeres responden en los interrogatorios cosas que no podían saber y que sólo les podía haber dictado el mismo que les estaba interrogando. De ahí deduje que se defendían así, siguiendo el discurso del que las acusaba.

- En este caso, ¿había también un temor por parte de esos hombres a unas mujeres que no les necesitaban para divertirse?

- Sí, es que aunque parezca increíble, la libertad individual puede hacer que se desmorone todo un sistema de poder. Nuestra sociedad funciona gracias a la obediencia a ciertas reglas. Con algunas estamos de acuerdo y otras nos las imponen por la fuerza. El inquisidor viene a imponer un sistema de obediencia. Si la mujer desobedece al marido y éste, al señor local, éste podría desobedecer al rey, se supone que designado por Dios. Todo ese sistema de legitimidad inventado hace que todos obedezcan. Si unas mujeres empiezan a hacer lo que quieren, a bailar y a divertirse, de repente pueden desobedecer a todo el sistema y provocar que se desmorone. Es algo simbólico, pero nuestro sistema funciona así. Por eso fue tan importante para el poder monárquico reprimir cosas tan absurdas como a mujeres que se divierten.

- ¿Sigue de alguna manera vigente este sistema?

- Sí, yo creo que sí, aunque no con los mismos métodos, pero sí hemos sido educados por la Inquisición. Fueron siglos durante los que nos martillearon con eso. Todavía tenemos monarquías que hacen que en España haya un rey, ¿no? Seguimos manteniendo sistemas jerárquicos que son puramente simbólicos.

- Y la pulsión de perseguir, de señalar y de encontrar brujas donde las haya o donde no, ¿está en la condición humana?

- No sé si en la condición humana, pero sí en el sistema de poder que usan muchas veces los poderosos para mantenerse ahí. Acusas a alguien de un crimen inventado para esconder que en realidad es una persecución política o ideológica. Eso ha existido en todo el siglo XX.

- Uno de los personajes sabe que asiste a una patraña, pero guarda silencio.

- Me parecía importante introducir esos matices. Hay quien llega a creérselo y quien llega a creerse sus propias mentiras. Y otros no están de acuerdo, pero no se atreven a oponerse. Siempre hay un colaborador del propio pueblo. Estas razones se encuentran en las estructuras de poder de hoy en día y por eso se mantienen.

- ¿Cómo fue el rodaje en una película tan coral?

- Complejo. Hubo mucho trabajo anticipado para que todo el mundo estuviera impregnado de su personaje. El casting duró un año, con mil candidatas, y luego meses y meses de ensayos. Llegamos al set muy preparados.

- ¿Y qué peso le otorgó a la fotografía de la película, marcada por esa iluminación tan especial?

- Sí, y sin embargo yo estaba indignado con mi propia propensión a lo estético y a lo bello en mis películas anteriores. Me empezó a parecer un poco afectado. En esta película quise dar prioridad total a lo narrativo y a lo actoral, así que me inventé un dispositivo lumínico para que la belleza de los planos se produjera de una manera más espontánea.

- ¿Qué le parece que el Festival se celebre a pesar de la pandemia?

- Es como un acto de resistencia. Hay quien dice que la cultura no es indispensable para la supervivencia, como la comida, pero no hay civilizaciones sin cultura y sin ficciones. En tiempos de epidemia, seguir soñando y surtiendo a la cultura me parece un acto de resistencia importante.

- ¿Qué espera del paso de 'Akelarre' por este Zinemaldia?

- Llegar lo más posible a la gente, sembrar debates. Sobre todo, teniendo en cuenta dónde se proyecta, en el contexto de San Sebastián y del País Vasco.

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