Crítica de 'Rendir los machos' (2021): Tierra de pasión

Los agrestes paisajes de Fuerteventura son el espectacular marco donde tiene lugar el argumento de 'Rendir los machos'. Dos hermanos que se odian, Alejandro y Julio Cabrera, deben caminar hasta el extremo sur de una de las islas de mayor longitud de todo el archipiélago canario, con los siete machos cabríos más cotizados de la isla y regalárselos a una familia históricamente antagonista. Se trata de una marcha de más de cien kilómetros a pie sobre un yermo desierto de tarajales donde la abutarda, los cernícalos y los lagartos han hecho su guarida. Lo que da lugar a un minimalista drama familiar, atemperado por un rompedor sentido del humor.

Filmada a base de planos fijos, la vertiente antropológica está muy presente en esta película, donde lo rural y lo turístico, los rituales ancestrales y los nuevos tiempos, sujetos a profundas transformaciones, se entrecruzan de forma insólita. El perdón ocupa asimismo un lugar destacado en el desarrollo de este filme diferente, desde el momento en que el sol se oculta por el oeste y brilla el lucero vespertino, los pájaros callan en sus nidos y los hermanos Cabrera deben buscar refugio. Entonces, la luna, como una flor en el alto arco del cielo, sonríe en la noche petrificada, mientras la brisa de poniente envuelve al espectador en un manto cálido y benevolente.

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