Crítica de 'Lunana, un yak en la escuela' (2019): La lección particular
Crítica de cine ·
Bután es un montañoso país asiático situado en la vertiente meridional del Himalaya. Es aquí donde tienen lugar las peripecias de Ugyen: un joven maestro que elude sus deberes educativos mientras planea convertirse en cantante. Como reprimenda, sus superiores le envían a una remota aldea, que responde al nombre a que hace alusión el título. Enseñar a los niños del pueblo se convierte a partir de ese instante en su mayor desafío, ganado por la sencillez, la bondad y las ganas de aprender de unos inolvidables chiquitajos. Sus rostros son como piedras esculpidas, sus ojos como gritos acallados, sus pechos son todas las geografías y sus manos todos los vientos.
Filmada con desarmante candidez, 'Lunana, un yak en la escuela' presenta una galería de personajes tremendamente verosímiles, en una película austera y conmovedora, narrada desde la humildad de un interior escolar, de la intimidad de unos seres humanos deseosos de aprender a toda costa. Porque estamos ante un esfuerzo creativo honesto, cívico, didáctico y necesario. Secundariamente se le pueden reprochar algunos matices de escritura cinematográfica, pero en todo caso es como si este profesor les dijese a sus alumnos: «¡Despertad, despertad, mariposas dormidas; seamos compañeros de fatigas y compartamos una lección de convivencia y respeto!».
Lunana, un yak en la escuela
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Bután. 2019. 110 m. (TP). Drama.
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Director: Pawo Choyning Dorji.
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Intérpretes: Sherab Dorji, Pem Zam, Gurung Ugyen.