Crítica de 'El doctor en casa' (2020): El doctor en casa

Un cardiólogo jubilado se siente perdido sin su trabajo. Así que regresa a su pueblo natal para ejercer como humilde médico de cabecera, en una nueva experiencia que le hará replantearse su propia vida. Se trata de un médico ya viejo, que se mira al espejo y cuenta las arrugas, las marcas que han dejado las lágrimas y las preocupaciones. Es evidente que ya su cuerpo responde despacio a los deseos y su apariencia física aparece envuelta en venas azules y en profundas ojeras. Es entonces cuando se da cuenta de que, a pesar de todos los pesares, su existencia no ha sido en vano, en un país que, como Hungría, tampoco escapa a la corrupción galopante.

'El médico de Budapest' luce la firma del veterano director magiar István Szabó, ganador de un Oscar por 'Mephisto' (1981), que cuenta aquí con el gran actor austríaco Klaus Maria Brandauer para dar solidez a un personaje entresacado de la vida cotidiana. Una discreta melancolía impregna las imágenes del filme, como si este viejo doctor todavía escribiese en el vino rojo un nombre: el de su amada. Y, a pesar de sus rodillas enmohecidas por el paso de muchos inviernos, su alma rebelde aún sueña entre violetas. Además, su larga experiencia le ha hecho asumir que los mejores médicos del mundo son el Dr. Dieta, el Dr. Actividad y el Dr. Alegría.

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