Crítica de 'Agur etxebeste!' (2019): El tiempo de las mujeres

Con 'Agur Etxebeste!' Asier Altuna y Telmo Esnal cierran un capítulo que abrieron juntos hace 14 años tras el estreno de la que con todo merecimiento puede considerarse una de las películas más importantes de la historia del cine vasco. Vuelven a ocupar las calles de Bergara para desembalsamar el cuerpo incorrupto de unos personajes que, a pesar de haber envejecido, no acusan excesivamente el paso del tiempo.

Algunas cosas han cambiado: Patrizio disimula la calva bajo un peluquín y su hijo vive atrapado en un matrimonio con una mujer dominante, pero la habilidad para meterse en problemas del personaje que interpreta Ramón Aguirre sigue intacta. En esta ocasión, es el peligro de acabar en la cárcel lo que le obliga a dejar el bastón de mando de la alcaldía en manos de su mujer, con la ingenua esperanza de que esta asuma su condición de títere al servicio de una trama de corrupción. Así es como comienzan los verdaderos problemas para Patrizio, incapaz de contener a una nueva alcaldesa que ha comenzado su mandato al grito de «¡Es el tiempo de las mujeres!».

Dos tazas y media de empoderamiento femenino -que perpetúan el mito chauvinista del matriarcado vasco-, enredos domésticos de inspiración costumbrista y la presión de los dueños y trabajadores de las subcontratas públicas que presionan a Patrizio para que nada altere su sistema de privilegios son los ingredientes de una comedia con la que Telmo Esnal y Asier Altuna han asumido el riesgo de que les acusen de autoplagio. Quizá en 'Agur Etxebeste!' no se haga tan presente la influencia berlanguiana ni se respire el aire de las comedias italianas de los 60 de las que bebía la primera entrega de este díptico pero el encanto que desprende un reparto que en su versión original nos permite disfrutar de la tremenda personalidad que desprenden las voces de Paco Sagarzazu, Kandido Uranga y Zorion Egileor disimula sus imperfecciones.