Crítica de 'Juego de ladrones: Pantera' (2025): El Porsche, el rey y el rapero

Pero no. Imposible. Primero porque la película ha empezado con una escena más que potente filmada primorosamente, el abordaje en un aeropuerto a un avión cuyo cargamento consiste en diamantes. Segundo, por sus intérpretes, ese Butler que fue Leónidas, el rey de Esparta en '300'; 'Variety' le define tal que así: «actor de rápida combustión, cuerpo de hombre de las cavernas, ceño fruncido, brusco carisma». Dice también que cuando enciende un cigarrillo parece que el tabaco le llegase directamente al alma. A su lado, desplegando 'savoir faire' y hablando en exquisito frances, O'Shea Jackson, el rapero OMG, hijo nada más y nada menos que de Ice Cube.

Los dos protagonizan las mejores escapadas a bordo del modelo deportivo eléctrico de Porsche, el Taycon Turbo. Como declaró el director de esta segunda entrega de 'Juego de ladrones', «necesitábamos un coche que fuera superrápido, ágil y silencioso al mismo tiempo».

Cuarto motivo para no darse cuenta de que a esta película rodada 'al dente' le sobren algunos minutejos: la cantidad de grupos mafiosos que, según las mudanzas del guion, se enfrentan o colaborar entre sí. No, esta vez no son rusos ni kazajos sino balcánicos y sardos. Quinta razón para acordarse, agradecida, de 'Ocean's Eleven' o 'Heat': las localizaciones. Estamos en Amberes, Niza, Cerdeña y la zigzagueante costa italiana, aunque gran parte, la más esplendorosa, se rodó en Tenerife.

Cuando vas en un Taycon con un rey y un rapero no te da tiempo a pensar que acaso la peli debió durar menos.