Álvaro Morte: «Para ser actor te tiene que ir el vértigo, no saber si vas a llegar a fin de mes»

– ¿Su primer Festival?

– No exactamente. La última vez que estuve aquí también fue para una película de animación, 'Smallfoot' (2018). Si no recuerdo mal, la presentamos en el Kursaal, y esta es mi segunda vez.

– ¿Es diferente presentar una película de animación a una con intérpretes de carne y hueso?

– Pues no lo sé... una película que doblas ya cuenta con un trabajo previo, de los actores originales, en este caso, el trabajo ha sido de Pedro Pascal, con lo que la responsabilidad es repartida y es más cómodo, te permite gozar más el Festival.

– ¿Doblar e interpretar es lo mismo?

– Bueno, hay particularidades. Lo evidente es que, cuando interpretas, estás todo tú frente a la cámara. En el doblaje estás cubierto, protegido en la sala, pese a que sí tiene una complejidad particular y es que únicamente con la voz tienes que dar todos los matices necesarios, mientras que interpretando te puedes valer del cuerpo, de la expresión o de los gestos.

– Tiene una voz muy particular ¿Considera que es su principal distintivo?

– No lo sé. No puedo responder a eso (risas).

– ¿Un actor tiene que tener algo que le haga único?

– Un actor tiene que intentar hacer personajes únicos. Eso es lo que creo que puede hacer que te diferencies. Siempre que me enfrento a cualquier trabajo de interpretación procuro mostrar aquello que no haya visto antes.

– ¿Cómo animaría a alguien que quiere ser actor?

– Es una cuestión complicada, especialmente, si lo que buscas es estabilidad. Si te va el vértigo, el no saber si vas a llegar a fin de mes, los noes.. y puedes lidiar y disfrutar de todo eso, a por todas. Pero si lo que buscas es alcanzar la fama y el éxito, creo que este no es el camino.

– ¿Qué es la fama para usted?

– Aquello con lo que tienes que lidiar a partir de lo que es tu trabajo. Lo que logras cuando alguno de tus proyectos goza de cierta repercusión, para lo bueno y para lo malo. Un arma de doble filo con la que tienes que aprender a convivir en esta profesión.

– ¿Y cómo se consigue? Si es que se puede...

– Hay que intentar tener cierto sentido crítico y mucho humor. Yo no puedo pretender hacer un trabajo que dé la vuelta al mundo, como ha hecho 'La casa de papel', y pretender ser anónimo. Sería totalmente absurdo.

– ¿Le ha dado alguna vez por contar cuántas veces le han llamado 'profesor' por la calle?

– (Risas) No, la verdad. Me gusta mucho más cuando me llaman Álvaro, es más cercano, porque considero que entonces valoran tu recorrido interpretativo. No te anclan a un personaje, aunque yo adore al profesor y me haya hecho todos los regalos posibles.

– Una película que rescataría de un naufragio.

– Ostras, es que hay tantas... Hace poco revisé 'El maquinista de La General' (1936), de Buster Keaton, que me encanta.

– ¿Qué es lo más chocante que le ha dicho un fan?

– Me impresionó mucho que una señora me dijese que gracias a 'La casa de papel' se habían vuelto a reunir como familia, con lo cual, no solo hemos conseguido crear un 'fandom' de seguidores, sino que también hemos servido para mucho más.