Mancini en la montaña cántabra
Josetxu Obregón rescata a un compositor del siglo XVIII que alcanzó su plenitud en los conciertos para flauta y cuerda
El ciclo de Marcos Históricos del Festival de Santander se desplazó el sábado a la recóndita Miera, en el valle más angosto de Cantabria, para ... albergar el programa Festeggiando Mancini de La Ritirata. Francesco Mancini fue un compositor que llegó a ostentar dos veces el codiciado cargo de maestro de la real capilla en su Nápoles natal, la primera en 1708 y la segunda desde 1725 hasta su muerte en 1737. Que durante la rgos años su música permaneciera prácticamente olvidada no impide ver en ella un estilo rápido y apasionado junto a un paradigma estético en el que conviven la belleza y la emoción. De ahí que el bilbaíno Josetxu Obregón vuelva a hacer diana al rescatar a quien fue, como lo es él, un músico con las manos llenas.
'Festeggiando Mancini'
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Director musical: Josetxu Obregón.
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Lugar: Miera. Iglesia de Santa María de Asuncióm.
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Festival de Santader: 26-08-23.
Por lo escuchado en Miera, el estilo de Mancini alcanzó plenitud en sus conciertos para flauta y cuerda, de los cuales La Ritirata ofreció tres extraídos de una colección datada en 1725 y conservada en el conservatorio napolitano de San Pietro a Majella. El virtuosismo de la flautista Tamar Lalo rayó en ellos lo inimaginable, pero lo hacía combinándolo con una mesura proverbial en los movimientos lentos, que son justamente los que desvelan el sentido más profundo de las partituras. Junto a ella se permitieron instantes de lucimiento Vadym Makarenko y Miriam Hontana, violinistas de una personalidad marcada a fuego por su juventud, y Daniel Oyarzábal, en una espléndida toccata para clave, o el propio Obregón al desplegar al violonchelo un lirismo torrencial en el aria 'Spera si, mio caro bene' de la ópera Trajano. Aun así, fue el grupo lo que prevaleció, la fuerza de cohesión que existía entre los instrumentistas y su capacidad para integrar los elementos en juego en un conjunto con un hilo conductor. Nada faltaba, pero tanto la belleza del templo como su magnífica acústica hicieron que la música supiera aún mejor.
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