Una exposición que le quita 'hierro' a Chillida
Chillida Leku reúne en el interior de Zabalaga medio centenar de obras que el artista realizó en piedra y tierra a lo largo de su trayectoria
Alberto Moyano
Lunes, 10 de febrero 2025, 07:54
La piedra, la tierra y el vacío protagonizan la nueva exposición de Chillida Leku, 'Harri, Lurra, Huts' (Piedra, tierra, vacío), que introduce por primera vez ... en el caserío Zabalaga obras en tierra y piedra que Chillida realizó desde los años 60 y durante toda su trayectoria. La muestra, cuyo título evoca el juego infantil 'Piedra, papel, tijera', reúne medio centenar de piezas, entre ellas, sus conocidas Lurrak -esculturas de tierra chamota-. En la muestra, instalada hasta el 26 de mayo en el caserío Zabalaga, se dan cita las esculturas monumentales y otras de pequeño formato en materiales como el cemento o el mármol.
La directora del centro, Mireia Massagué, presentó junto a la responsable de exposiciones de Chillida Leku, Estela Solana, una muestra que toma su título de la expresión del propio escultor, «en un juego de palabras vibrantes, sonoras, que se funden con la identidad del País Vasco pero también recuerda al juego internacional de piedra papel o tijera, donde la elección de cada material está condicionado por su capacidad de transformación», explicó Solana.
'Harri, Lurra, Huts' propone un itinerario ordenado según la escala y el material de las obras en un planteamiento que permite observar cómo la piedra y la tierra irrumpen de forma intermitente en la trayectoria de Chillida. Así, el visitante es testigo de la evolución del lenguaje escultórico de Chillida y la manera en la que interroga una materia que, contemplada en el interior del caserío en lugar de en la campa, altera la percepción del tamaño de las esculturas y su escala.
De madera, tierra y vacío está hecho también el propio caserío Zabalaga, indicó Luis Chillida. De estos tres elementos, el vacío ocupa el rol más personal del artista, en especial, desde que a mediados de los años 60, lleva la escultura hacia la arquitectura -su primera vocación-. «Así surgieron elogios a la luz y a la arquitectura otorgando a la escultura el poder de transformar el espacio en 'lugar' con una visión trascendental», recalcó Solana. En la siguiente década, Chillida descubre las posibilidades de la tierra chamota, un material de gran densidad y que fue el más blando de cuantos empleó en su carrera. «Con este material crea las conocidas lurrak, que describirá con un toque de humor como 'pelota para entrar al aire' aludiendo a lo que se dice en un frontón cuando una pelota viene bien colocada», dijo la comisaria de la muestra.
La plasticidad que proporciona la tierra permite a Chillida grabar en la superficie del material y crear huecos, incisiones, hendiduras, mediante el uso de palos, maderas o cañas de bambú. Ya en los años 90, aplicó este lenguaje a las series realizadas en bloques de granito 'Escuchando a la piedra' o 'Harri'. Las obras proceden de instituciones públicas como el Reina Sofía y de colecciones privadas como la Colección Iberdrola o la del Banco Santander.
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