Ignacio Pérez
Opinión

Fuera tópicos

Jueves, 27 de junio 2024, 12:18

Manga, pop japonés, planitud y bidimensionalidad, estética kawaii, empatía por las criaturas tiernas, rebeldías súbitas, homogeneidad, líneas simples e ingenuas, colores primarios… Bueno, la verdad ... es que conviene alejarse de los tópicos previos que acompañan la fama y la enorme proyección de Yoshitomo Nara en el recorrido por la retrospectiva que el Museo Guggenheim consagra a este icono del arte posmoderno global, tan singular en su aporte a la identidad cultural japonesa como particular en el reflejo de ese cruce de influencias entre oriente y occidente.

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Lo digo porque ni la fortaleza expresiva de sus figuras solitarias y estáticas concuerda con la continuidad narrativa del manga, ni tampoco la planitud de sus pinturas se mantiene en la elocuente profundidad que tiene la mirada de sus criaturas. Además, la homogeneidad formal también se difumina con la diferente actitud figurativa de sus personajes, la ternura de la estética kwaii o la bondad de las caras otafuku se convierten en declaraciones recalcitrantes y hasta la introspección va ganando terreno en su obra, transformando en su evolución los colores primarios en códigos cromáticos, difuminados y complejos, que transmiten emociones con la percepción de las tonalidades.

Más que otra cosa, en el recorrido por esta muestra temática y cronológica, agrupada en algunas secciones por formatos y soportes, quizás algo abigarrada en ciertos momentos, hay una reformulación particular y vanguardista de la cultura contemporánea japonesa, lógicamente crítica en su discurso con las rigideces y las presiones, los sistemas de valores y las creencias de una sociedad que no pierde el paso ante occidente, todo ello mezclado igualmente con la misma posmodernidad cultural occidental y con esa capacidad de comunicar y de difuminar los límites del arte, algo muy propio del genuino pop-art norteamericano. Pero es precisamente en esa mezcla, en ese 'crossover' de ascendientes y de identidades que se reinterpretan libérrimamente, donde su obra ilusoriamente simple y ya alejada de tópicos al uso adquiere profundidad y se transforma, sí, en un medio de comunicación tan poderoso como los populares cuentos de hadas que en sus inicios le influyeron.

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