Un americano en Europa
Erik Nielsen nació en Iowa (EE UU) y estudió arpa y oboe en la Juilliard School de Nueva York y dirección de orquesta en el ... Instituto Curtis de Filadelfia, sin duda las dos mejores escuelas de música de su país. Pero, a partir de ahí, la mayor parte de su carrera ha transcurrido en Europa. De hecho, antes de acceder a la titularidad de la BOS había sido 'kapellmeister' de la Ópera de Fráncfort. En este momento, es también director titular del Teatro de Basilea.
Serio, amable y discreto, Nielsen ha contribuido a pulir el sonido de la orquesta, continuando la tarea que se inició con Juanjo Mena y siguió con Günther Neuhold. Y aunque ha puesto en los atriles obras que hasta ahora resultaban extrañas para los músicos de la formación (sobre todo, música de compositores estadounidenses), su mayor empeño ha sido -lo recordó ayer Borja Pujol- conseguir que Bruckner y Mahler suenen a Bruckner y Mahler. Es decir, que la orquesta no tenga un sonido tan particular que se imponga sobre el del compositor. A eso habría que añadir también un interés especial en profundizar en un terreno siempre difícil para las orquestas sinfónicas: el barroco.
Encantado con una ciudad en la que es habitual verle pasear solo en sus ratos libres -ayer elogió la belleza de Bilbao-, Nielsen dejará un muy buen recuerdo en la BOS. Cuando se baje del podio habrá concluido un ciclo de nueve temporadas en el que además tuvo que hacer frente a lo que nunca pudo imaginar: una pandemia que obligó a adaptar obras, cambiar programas y dirigir a músicos muy alejados unos de otros ante un público distante y enmascarado.
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