Borrar
El debate electoral de EL CORREO con los candidatos, en directo a las 11.00 horas
Bizkaia Dmoda

Virginia, la bilbaína que venció al cáncer y ahora ayuda a la investigación con este diseño

Esta comercial de 35 años, que se encontró un bulto en el pecho mientras veía una serie en casa, ha lanzado una camiseta y una bolsa de tela que llevan grabada su historia y la palabra clave que compartía con sus seres queridos para tranquilizarles en los momentos más duros de su recuperación

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Domingo, 8 de septiembre 2019

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

«Con 33 años, te esperas poder comprarte un pisito, que tu jefa te proponga un ascenso o que tu novio por fin se decida a dar un pasito más contigo. Con 33 años, crees que tienes todo el tiempo del mundo y muchos sueños por cumplir. Lo que no te esperas es estar viendo 'Mentes Criminales', tocarte la axila derecha y notar un bulto. Lo que tampoco te esperas es que el resultado de la biopsia sea un tumor maligno, un cáncer de mama.» Así empezó la lucha de Virginia contra esta enfermedad. Aquel 9 de marzo de 2018, antes de disponerse a pasar el fin de semana esquiando en Vielha, esta comercial bilbaína se acercó al Hospital de Basurto para recoger el diagnóstico que truncaría sus planes. Por suerte, solo los más cercanos, porque la situación no era tan trágica como ella imaginó en un principio. «Me dio un ataque de ansiedad y salí gritando histérica: 'yo no puedo con esto, no puedo con esto'. Así que me metieron para dentro y una médica me agarró y me dijo muy seria: «'de esto no te vas a morir, que lo sepas'», recuerda. Fue en ese momento cuando Virginia, «la chica hiperactiva sin miedo a nada, la creativa de la familia, la guindilla que no para quieta», decidió que si había sobrevivido lanzándose en triciclo por las cuestas más empinadas de Bilbao, también volvería a levantarse ahora ante la pendiente más dura de su vida. «Esto no me va a matar. No me da la gana.»

El 5 de abril fue operada con éxito del tumor en el pecho. Su amiga Marta, que es ginecóloga, cambió el turno para estar a su lado en aquel duro trance y coser con mimo una «preciosa cicatriz que apenas se nota». Tras la intervención, su médico le dijo que ya estaba curada, pero que debía someterse al tratamiento completo para evitar una recaída. La quimioterapia se llevó su «primavera-verano-otoño 2018» y, por el camino, también su larga melena rubia. «Cada vez que me paso la mano por la cabeza me da la llorera, yo que he sido el 'Rey león' en versión femenina con mi melenaza», cuenta en una entrada de su blog, La reina de las amazonas, donde comparte su experiencia para acompañar y ayudar a quienes también sufren un cáncer. Virginia no solo sentía pánico de mirarse en el espejo, sino que corría las cortinas de su habitación para ni siquiera ver su reflejo en los cristales. Pero un día se prometió que debía ser fuerte, como lo estaban siendo los pelos de sus brazos, los únicos que no se le cayeron durante el tratamiento. «Creo que voy a llamar a Iker Jiménez, esto es claramente un caso a estudiar en 'Cuarto Milenio'», bromea en otro post.

Entonces empezó a usar coloristas y llamativos pañuelos que compraba en una tienda online de Estados Unidos y que le valieron el mote de 'La Cubana' en el pabellón Aztarain, el de Oncología, del Hospital de Basurto. «Parecía Celia Cruz en uno de sus conciertos. Bien de volumen el pañuelo, bien de gafas de sol y bien de labios pintados de rojo. Antes calva que sencilla.» Pronto superó también el miedo que alguien le metió al decirle que se le caerían las uñas. Una obsesión que le atormentaba y que le quitó de un plumazo su querido Ramón, un oncólogo de este centro hospitalario -además de «un crack superpositivo»-, que para desdramatizar y hacerla reír le soltó que acababa de ver una película en la que al protagonista se le caían las uñas mientras se convertía en alienígena. Virginia se emociona al hablar de él y de todos aquellos amigos, familiares e incluso desconocidos que le hicieron mucho más llevadera su enfermedad. Recuerda incluso a aquel camarero con calvicie que apreció lo favorecida que estaba con su turbante: «Estás muy guapa. ¡Y lo tuyo al menos es reversible!» «No te imaginas cómo te puede cambiar el día alguien que te regala una sonrisa o una palabra de ánimo», asegura agradecida.

Cuando le dieron el diagnóstico, pensó que se moría, que no llegaría a celebrar los 34, que no volvería a ver más a sus amigos y familia, que no acabaría «el maldito curso de inglés», que no se casaría, que no sería madre, «ni haría el puñetero máster después de tres años detrás de él…» Pero el cáncer no truncó sus planes. Celebró los 34 con sus amigos en una coctelería bilbaína donde le prepararon los mejores combinados sin alcohol, también acabó «el maldito curso de inglés» y en pleno tratamiento de quimioterapia no solo se sacó el máster, sino que sus compañeros la nombraron la delegada de clase. «Ellos no sabían por lo que estaba pasando, pero cuando se cumplió un año de la operación, llevé pastas para celebrarlo y les conté mi historia, imagínate, empezaron todos a llorar: «¡Pero Vir, cómo no nos habías dicho nada!»«

  1. Ingresada en Aste Nagusia

Uno de los episodios más duros de su recuperación coincidió con la Aste Nagusia del año pasado, cuando fue ingresada en aislamiento en el «hotel-balneario» de Basurto por una infección en una muela del juicio. ¿En el hotel-balneario? «Uy perdón, en el pabellón Aztarain quería decir, es que lo bauticé así para llevarlo con alegría». Cada noche veía los fuegos artificiales desde la ventana de su habitación en compañía de alguna enfermera que se quedaba a su lado mientras ella lloraba. Para animarla, el personal sanitario «se curró una Marijaia con el material que encontraron por ahí». «Aparecieron con ella en mi habitación y en plena llorera nos reímos todas cuando se le cayó un papelito amarillo que hacía de pelo. 'Mira, Marijaia se va a quedar calva como yo', solté. Solo que a mí me ha vuelto a salir», recuerda Virginia, que a pesar de ser hipocondriaca siempre ha mantenido una actitud positiva ante su enfermedad.

  1. Camiseta y bolsa de tela solidarias

La batalla que esta joven risueña y agradecida ha librado a los 33 años, cuando debía estar pensando en comprarse un pisito o en que su jefa le propusiese un ascenso, no ha sido solo contra el cáncer. «Mi guerra ha sido contra mi cabeza, contra esos fantasmas y miedos que se te sientan al lado y no se te despegan desde que te dicen el diagnóstico. Es luchar contra los efectos secundarios y aceptarlos según van viniendo, es aprender a no anticiparse, a esperar activamente, a no compararse con otros pacientes, a no mirar en internet…».

Hoy ya recuperada, aunque sigue sometiéndose a revisiones, ha diseñado una camiseta y una bolsa de tela solidarias que se pueden comprar en Uoma, la tienda que sus amigos Rubén y Jorge tienen en la bilbaína Plaza Campuzano, y también a través de la página web. Ambas piezas llevan estampado un rayo y el hashtag Breathe, respira en inglés, que es la que palabra que más le repitieron sus seres queridos durante el tiempo que duró el tratamiento: «respira Vir, que te olvidas de respirar, respira, que todo va a ir bien». Así que cada vez que superaba una sesión de quimioterapia, Virginia les tranquilizaba colgando en su Instagram o compartiendo por Whatsapp alguna imagen acompañada de esta palabra para transmitirles que se mantenía con fuerzas y optimista. La camiseta y el 'tote bag', que cuestan 20 y 10 euros respectivamente, no solo llevan grabada parte de su historia, sino que el importe íntegro de ambos diseños va destinado a Geicam, grupo académico líder en la investigación del cáncer de mama.

En Bizkaia Dmoda abordamos a Virginia por la calle en plena Aste Nagusia para incluirla en un reportaje sobre los mejores looks de txosnas. Entonces, desconocíamos por lo que había pasado, pero nos gustó su estilo y, sobre todo, su alegría. Sus amigos del máster, con los que estaba tomando algo en el Arenal, le animaron a que posara para el fotógrafo. «¿Dónde me pongo, junto a este árbol?», preguntó ella con amabilidad. En ese momento, levantó su katxi de Coca Cola bien alto y en su rostro se dibujó de forma natural una amplia sonrisa. «Todo me alucina como si fuesen mis primeras fiestas. Todo. Ver tantos barquitos por la noche en la ría, la luz, la gente, la alegría… ahora estoy aquí, celebrando que estoy viva, entera y rodeada de los mejores amigos y familia», escribió en sus redes sociales tres días antes de esta fotografía.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios