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La tienda diferente de Sestao donde compras a granel, aprendes a pintar y Amaia te restaura un mueble
Amaia Cáceres está detrás de Coneco, un espacio con alma que une productos ecológicos sin plásticos, talleres creativos y muebles con segunda vida
Amaia Cáceres siempre ha tenido una vena creativa y un ojo especial para encontrar belleza donde otros solo ven trastos viejos. Durante quince años trabajó ... en una imprenta que acabó cerrando, y con tres niños pequeños a su cargo, conciliar y buscar otro empleo no era fácil. Así que decidió reinventarse: estudió Diseño y Creaciones Digitales a distancia. Fue en una asignatura sobre ética y sostenibilidad donde vivió una especie de revelación. «Siempre he estado muy unida a la naturaleza y preocupada por el medioambiente, pero aquello me abrió los ojos. Ahí empezó a tomar forma Coneco». Se presentó a un concurso de ideas empresariales de la Margen Izquierda, fue finalista y ese impulso le dio fuerzas para lanzarse y crear su propio negocio: un espacio que es mucho más que una tienda.
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Esta emprendedora de 41 años levantó la persiana por primera vez en marzo de 2020, justo dos semanas antes de que España se paralizase con el confinamiento. «Fue un momento crítico. Emprendí en plena pandemia, sin ayudas, sin experiencia previa. Además, el primer local llevaba medio siglo vacío. Dar de alta la luz fue una odisea: ni la compañía eléctrica sabía qué contador correspondía a la lonja. Y, por si fuera poco, sufrí la pérdida de un familiar», recuerda. Pero Amaia siguió adelante. Hoy, después de cambiar de local, lleva dos años asentada en el número 4 de la calle Iberia, donde ha encontrado su sitio y ha creado un espacio con alma: un lugar donde comprar productos ecológicos y sin plásticos, asistir a talleres creativos, restaurar muebles antiguos y construir comunidad en el corazón de Sestao. «Aquí los productos de limpieza no contaminan, la cosmética no enmascara y cada compra tiene sentido. Reutilizamos, aprendemos, compartimos y damos nueva vida a lo que importa», resume.
En sus estanterías hay desde galletas a granel rellenas de chocolate hasta proteína vegetal deshidratada. Además, ofrece legumbres, cereales, cacao ecológico, miel de productores locales, cervezas artesanas de Gordexola, yogures de Galdames o gominolas veganas sin gluten. A eso se suman productos de cosmética natural e higiene personal -cepillos de dientes, champús, copas menstruales- y una línea completa de limpieza para el hogar: detergentes sin aromas, limpiacristales, fregasuelos… Todo a granel, sin plásticos y con la posibilidad de reutilizar los envases. «Lo suyo es que la gente venga con sus tarros, pero si no tienen, les ofrecemos envases reutilizados que nos traen otros clientes», cuenta. Aquí no hay envoltorios innecesarios ni precios inflados por el 'packaging'. «Mucha gente se sorprende de que lo ecológico no es más caro. Al contrario. Cuando compras un producto comercial, estás pagando por un envase que vas a tirar a la basura», explica.
En Coneco también hay un rincón para la artesanía local. Tienen mucho éxito los pendientes y espejos de macramé hechos por una creadora bilbaína, así como los bolsos confeccionados con retales de vaqueros reutilizados por una artesana de Alicante. «A mucha gente le cuesta entender el concepto de la tienda. Me preguntan: '¿Haces talleres, vendes comida, cosmética, restauras muebles...? ¿Qué es esto?'. Pero para mí todo encaja y está conectado. La idea es aprovechar al máximo los recursos que ya existen y generar los menos residuos posibles. Es una filosofía de vida, una red de apoyo, un taller y un espacio común donde se cuida a las personas y al planeta», defiende Amaia.
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Talleres de macramé, dibujo, bordado...
Pero si hay algo que define el alma de este espacio, son los talleres. La oferta incluye clases de dibujo para niños y adultos, un club de bordado creativo un sábado al mes y talleres de macramé dos veces por semana. «Es importante dedicarnos tiempo, crear con nuestras propias manos, desconectar... En los talleres se generan conversaciones muy bonitas y vínculos especiales. Se crea una comunidad, casi una familia», cuenta. Las actividades se imparten en un espacio contiguo a la tienda, cruzando 'la puerta verde', donde también tienen lugar los encuentros de macramé y bordado.
De los talleres se encargan Itziar, de El Baúl de Flora, y otra artesana, pero a partir de septiembre será la propia Amaia quien imparta clases de restauración de muebles, un campo en el que tiene experiencia y que desde hace tiempo despierta el interés de sus clientas. «Ya di uno en la Escuela de Empoderamiento para Mujeres de Sestao y tuvo muy buena acogida». Amaia restaura muebles por encargo: hay quien le trae una pieza antigua, el típico mueble de la abuela, y ella le da una segunda vida. Otras veces encuentra piezas en brocantes y las transforma para luego venderlas.
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Los talleres mensuales -macramé, bordado y dibujo- se han convertido ya en un pilar del proyecto, pero la idea de Amaia es complementar esa programación con monográficos esporádicos. «Estoy buscando gente que haga velas, estampación botánica, piezas con arcilla polimérica…», enumera esta emprendedora, que además es la presidenta de la Asociación de Comerciantes de Sestao. En unos meses también quiere lanzar una página web que funcione como escaparate. No incluirá tienda online, al menos de momento. «No tendría mucho sentido vender a granel por internet. Lo bonito es que vengas, traigas tu bote y reutilices. Si te lo envío en un envase nuevo, se pierde la esencia», reflexiona. En la web sí habrá un blog, donde compartirá reflexiones, consejos e información sobre nuevos artículos. «Muchas veces la gente piensa que pasarse a lo ecológico es complicado, pero qué va. Es ir dando pequeños pasos. Cuando tienes uno interiorizado, pasas al siguiente. No se trata de hacerlo todo perfecto de golpe», anima.
Amaia sabe bien que los pequeños pasos también hacen camino. «Emprender no es fácil. Tú abres la persiana por la mañana y no sabes si va a entrar alguien, pero confío en lo que hago. Lo ofrezco con todo el cariño del mundo. Y esto no es solo una tienda, es una forma de vida. Quiero que la gente piense en qué consume y qué le da a su familia».
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