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Tienda en Algorta (de chuches a paraíso 'vintage')
La mítica tienda de chuches de Algorta convertida en un paraíso 'vintage' con ropa, vajillas y hasta cuadrosAraceli Cubillo, que despachó durante 25 años chuches y revistas en Kukumiku, regenta ahora en este mismo local un comercio singular dedicado a su gran pasión por los artículos de segunda mano
Durante 25 años, Araceli Cubillo estuvo al frente con otras cuatro personas de la tienda de chuches, revistas y prensa Kukumiku de Algorta, un lugar por donde pasaron varias generaciones de niños que guardan recuerdos imborrables de las tardes en la calle comiendo pipas, regalices o jamones. «Después de la pandemia, el negocio fue a menos. Habíamos sido el punto de venta de este tipo que más había vendido durante años, pero el covid supuso un punto de inflexión sin retorno», explica Araceli. Tenía 56 años cuando la tienda se cerró y, poco después, encontró un trabajo en una tienda de ropa. Al ver que no conseguía alquilar el local donde había pasado más de un cuarto de siglo, pensó que podía dedicarlo a una gran pasión que ha tenido toda su vida: la ropa de segunda mano.
«Siempre he sido de reutilizar y compraba ropa en tiendas de segunda mano de forma habitual. Pensé que sería una buena idea ofrecer lo que a mí me gusta, un tipo de negocio que además pienso que tiene mucho futuro y que arrasa en otras ciudades, aunque yo quería hacer algo más familiar. Algunas amigas me dijeron, '¡pero tú estás loca, ahora te vas a meter en eso, qué necesidad tienes!», recuerda riendo. Pero se lanzó a la aventura. Hace justo dos años, abrió La Trastienda de Kukumiku, en el número 11 de la calle Juan Bautista Zabala en Algorta. «Quería hacer un homenaje a todos los que habían trabajado en la tienda de chuches y no perder el alma de un negocio que nos había dado tanto, así que no dudé en incluir Kukumiku en el nombre», revela.
Su idea principal desde que abrió la persiana fue escuchar al cliente, saber lo que necesitaba e ir adaptando su propuesta con el objetivo de dar la respuesta más adecuada. «No se trataba de ganar dinero, quería hacer una función social, reutilizando artículos de segunda mano. También buscaba hacer algo que me gusta y con lo que disfruto hasta que llegue el momento de la jubilación», confiesa. En estos dos años, La Trastienda de Kukumiku ha ido adquiriendo una personalidad propia, la que ha moldeado Araceli y los clientes que acuden a la tienda. La oferta es amplia y flexible, con ropa, accesorios, calzado, bolsos, piezas decorativas, vajillas... «Y hasta he puesto cuadros de pintores de Getxo y ya he vendido varios. La idea me la dio una profesora de Bellas Artes jubilada, porque el espacio tiene los techos muy altos y quedan preciosos», confiesa.
Precios muy asequibles
Aunque La Trastienda de Kukumiku se ha ido adaptando a lo largo de estos dos años, lo que no ha cambiado en ningún momento es la filosofía de Araceli respecto a los precios. «Desde el principio, quise que fueran muy asequibles, así que yo pago poco dinero cuando compro un artículo». Cuando una persona llega con algo caro, por ejemplo, un bolso de una buena marca, le aconseja que lo venda en Vinted o Wallapop. «No quiero que haya cosas caras aquí. Tampoco dejo que nadie done, siempre les doy algo. Soy muy honesta y si prefieren donar a recibir dinero les digo que vayan a Emaus o sitios similares. Así no lo tiras a la basura y puedes aportar tu grano de arena para ayudar a personas que lo necesitan», detalla.
Araceli considera que las plataformas 'online' de venta de segunda mano han sido decisivas para que la gente se familiarice con esa práctica. Reconoce que hace años había más reticencia a la hora de comprar y vender artículos de segunda mano entre particulares, «pero como ahora se suelen ver los anuncios en la tele o en Internet, se ha ido normalizando cada vez más. A los que rechazan esta opción, les digo que cuando vamos a cualquier hotel estamos encantados y en realidad nos ponen sábanas usadas. ¡Es lo mismo! Además, yo siempre compro y vendo todo limpio, pero pueden lavarlo luego ellos en su propia casa si se sienten más cómodos», cuenta.
Araceli ha desarrollado su propio método a la hora de vender los artículos que adquiere. «Una vez que los tengo en la tienda los dejo como en 'depósito'. Como hay gente que me trae varias cosas, a fin de mes les doy la suma completa de lo que han vendido. Y les informo por WhatsApp y todo», comenta. Dentro de su filosofía de reciclar y reutilizar lo máximo posible, Araceli compra hasta las bolsas de plástico o de cartón a su clientela. «También he pensado que sería buena idea tener paraguas para que se puedan alquilar si lo necesitas en un momento que te pilla la lluvia desprevenido. Estaría bien que ofreciéramos esa opción en todas las tiendas. ¡Tendría mucho más sentido que comprar uno si se te olvida!».
Estas son solo algunas de las ideas que Araceli ha ido teniendo a lo largo de estos dos años tras ver y escuchar las necesidades de cada persona que cruza las puertas de La Trastienda de Kukumiku. «Me gusta mucho el trato con la gente. Por ejemplo, hay dos señoras mayores que vienen aquí casi todos los días a comprar bisutería. Tienen joyas, pero no se atreven a ponérselas para salir a la calle. Siempre charlamos un rato y están encantadas. También entran a saludarme muchos de los niños, ahora mayores, que en su día pasaban por nuestra tienda de chuches... Eso es algo que realmente me emociona».