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La fotógrafa de Gernika que triunfa fotografiando a los perros con sus dueños por Nueva York.

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La fotógrafa de Gernika que triunfa fotografiando a los perros con sus dueños por Nueva York. Mestizaa

Fotógrafa de Gernika y sus fotos de perros en Nueva York

La fotógrafa de Gernika que triunfa retratando a los perros con sus dueños por Nueva York

Maider Sierra, conocida en Instagram como Mestizaa, donde supera los 34.000 seguidores, ha viajado a la metrópoli estadounidense para capturar los vínculos emocionales entre los perros y sus dueños

Viernes, 17 de noviembre 2023

Maider Sierra viajó por primera vez a Nueva York cuando tenía 17 años. Le acompañó su tía Itziar, que curiosamente fue quien le regaló su primera cámara de fotos, una réflex antigua que se arrepintió de no meter en la maleta. «Nuestro objetivo era hacer turismo, patearnos la ciudad. Me fascinó y me quedé con pena de no haberlo documentado». Esta fotógrafa canina de 32 años y natural de Gernika, conocida como Mestizaa, regresó a la ciudad de los rascacielos con una amiga justo antes de la pandemia. «Me llevé la cámara y le eché morro. Se me ocurrió parar a la gente por la calle para fotografiarles con sus perros», cuenta. Entonces, la metrópoli más icónica de Estados Unidos y, posiblemente, del planeta volvió a sorprenderla. «De Nueva York me gusta, sobre todo, su fauna humana, los personajes tan dispares, singulares, alternativos... Y su estética, llena de contrastes. Es una ciudad inclasificable, diferente a cualquier otra. Te sientas en un banco a ver gente pasar… y se te va el día alucinando con ellos», describe.

Mestizaa

Hace una semana regresó de su tercer y último viaje a Nueva York. Y además de «una experiencia increíble», se ha traído un entrañable relato visual que captura los vínculos emocionales entre los perros y dueños más simpáticos de la ciudad estadounidense. Eso sí, no sabe nada de los protagonistas de sus imágenes, porque su contacto se limitó a ese 'clac' al sacar las fotos. «Muchos perros iban con paseadores, y allí la gente tiene prisa. Todos han sido muy amables, pero ni siquiera te preguntan para qué quieres sus retratos. Posan y ya está, tienen otra mentalidad, están abiertos a todo y nada les sorprende». Al volver del viaje, ha compartido algunas de estas fotografías en su perfil de Instagram, donde supera los 34.000 seguidores. Y todo han sido halagos: «Te hacen sentir que estás allí», «fotazas», «¡Qué pasada!», «todas preciosas»... De hecho, dos vecinos de Nueva York, que vieron sus fotos en esta red social, contactaron con ella para pedirle que fotografiase a sus mascotas. «La pena es que ya estaba por aquí, pero ya les dije: 'aguantad, que vuelvo'», ríe.

Su pasión por la fotografía canina está irremediablemente unida a Gora. Con ella empezó todo. Unas fotos de Maider cambiaron la vida de esta perra. Y viceversa. «La tuve acogida en mi casa, porque por aquel entonces no podía adoptarla, y en cuatro meses no llamó nadie interesándose por ella. Había sufrido maltrato, le habían hecho de todo, pero era una joya. Así que un día decidí hacerle unas fotos, las mandé a la asociación y fue un éxito, recibieron muchas llamadas; entre ellas, la de su nueva familia, que la mimó hasta que falleció hace un par de años». Maider empezó a colaborar con protectoras de animales que vieron en sus fotografías el empujón necesario para encontrar un hogar a sus perros. Pero cada vez más particulares se interesaron por su trabajo, así que en 2015 creó su proyecto, Mestizaa, que refleja su estilo de vida y amor por los animales.

Mestizaa

Esta emprendedora, que vive con su pareja y cinco perros en un caserío de Nabarniz, realiza sesiones de fotos a mascotas y sus dueños «en todo el mundo». «Por España me han llamado bastante, de norte a sur, así que aprovecho para conocer nuevos lugares», cuenta. Lo primero que hace al recibir un encargo es «localizar». Es decir, busca los sitios más apropiados para cada cliente. Porque cada perro es un mundo. «Tengo en cuenta su carácter, a uno nervioso no le voy a meter en el centro de una ciudad. Y también sus características físicas; a un carlino entre hierbas altas en el monte no se le ve». Para «cachorros muy enérgicos, perros con miedos o mayores», ofrece la sesión Pumba, que se realiza en un mismo sitio, y dura entre 20 y 30 minutos. Pero también hace sesiones de una hora, que incluyen 30 fotos editadas en formato digital. Muchos de sus clientes no tienen perro, pero acuden a ella para hacer un regalo especial en una boda o en fechas señaladas, como un cumpleaños o en Navidad.

Maider adora a sus modelos, muchísimo, pero reconoce que posar y quedarse quietos no es lo suyo. «Pido a los dueños que lleven su juguete favorito; y yo suelo tener un pompón que hace ruido en el bolsillo, así consigo llamar su atención y disparar la foto. Y como último recurso, saco el comodín de la chuche, porque algunos en cuanto la ven, pasan de las fotos». En sus imágenes, realizadas siempre con luz natural, huye de los posados artificiales y los colores llamativos. «Pido a mis clientes -los humanos- que vengan vestidos con tonos muy neutros: marrones, blanco, negro, con vaqueros... que no lleven un plumífero rosa que desvíe la atención. Mi objetivo son las emociones, atrapar momentos».

Después de ocho años como fotógrafa canina, Maider ha conseguido llegar «mucho más segura y tranquila a las sesiones». «Hago mucho trabajo previo, y antes de empezar ya tengo los sitios y los clientes muy estudiados», cuenta esta emprendedora, que un día decidió dejar «los trabajos por cuenta ajena y los horarios fijos» para hacer de Mestizaa su clave para la felicidad. Maider ha lanzado un curso 'online' de fotografía de perros en la plataforma Domestika; y colabora con diferentes marcas y empresas 'lifestyle'. También cuenta con una línea de 'merchandising', compuesta por sudaderas y 'tote bags'. Pero su ilusión ahora, además de hacer sesiones para las familias, es disfrutar con sus propias fotografías de perros, atrapando esas escenas espontáneas que encuentra cuando pasea por la calle, sin la urgencia que exige la presión y las expectativas de los clientes. «Con estas fotos, estoy haciendo 'collages' que vendo en papel, porque no quiero que sea siempre todo a través de las pantallas», cuenta. Durante la entrevista, no se separa de ella su último gran proyecto, porque Maider no olvida por qué empezó todo. «Hace tres meses, adoptamos a Brava, mi murciélago sin alas, que no pesa ni dos kilos. La pobre estaba en un patio de Sevilla y en sus 10 meses de vida, no había tenido contacto humano, nadie la había cogido o acariciado. Me dijeron que sería imposible tocarla. Y ya ves, aquí la tengo, pegada a mí, como una lapa».

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