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El desembarco de 'Los manolitos', uno de los proyectos comerciales más esperados en Bilbao, se había complicado de una manera extraordinaria. Los dulces de moda ... en media España han tardado en llegar, pero finalmente han encontrado un punto de venta. La compañía madrileña se ubicará en el número 50 de Alameda Urquijo, donde trabajó hasta 2019 Sonor, una de las tiendas de música más prestigiosas de la capital vizcaína, que bajó la persiana tras 30 años de actividad. De momento, está sin concretar la fecha de apertura, que se demorará, como mínimo, hasta principios del próximo verano.
Las obras arrancaron hace varias semanas y durante las mismas se ha descubierto parte de la fachada del establecimiento, que durante los años cincuenta y sesenta acogió un garaje de reparación de vehículos, característico de una época en la que el centro de la villa estaba lleno de este tipo de locales.
El retraso de 'Los manolitos' se explica por las reticencias surgidas con el Ayuntamiento de Bilbao, que no se lo ha puesto nada fácil. La intención inicial de la firma fundada por Manuel Manzano era situarse en el 44 de la Gran Vía, en la misma acera de Falconeri, Lottusse y Carolina Herrera. Las negociaciones parecían bien encauzadas pero pronto se percibieron las primeras dificultades.
La empresa llegó a cerrar el contrato de alquiler con los propietarios del inmueble. Todo parecía bien atado, pero de repente se encontró con la maquinaria municipal, que le exigió la instalación de un sistema de extracción de humos. Hubo negociaciones, pero sin ningún resultado positivo.
Ante la imposibilidad de reconducir la situación, la familia Manzano varió los planes y eligió otro emplazamiento. Desistió de prolongar sus diferencias con los responsables municipales y optó por abrir nuevas vías. La decisión ha cuajado y la llegada de esta compañía cada día está más próxima.
'Los manolitos', una apuesta de lo más 'cookie' para una ciudad con grandes pastelerías de origen familiar, constituye una aventura empresarial de lo más exitosa, no exenta de curiosas anécdotas. Surgieron por un fallo en un modesto obrador familiar, apasionan a los 'millennials' y un jugador de la selección española fue hasta no hace mucho el inversor capitalista. A los creadores, cuenta, se les fue la mano con un ingrediente y salió esta adictiva especie de minicroissant de mantequilla con la opción de tenerlos bañados en chocolate, negro o blanco.
La empresa empezó a funcionar en 1989. Manolo Manzano, nieto e hijo de pasteleros, pidió a su abuela un préstamo para abrir su primer local, de tan solo 60 metros cuadrados, en Colmenar Viejo, pasando de ayudar a su padre a hornear tartas por encargo a poner a su progenitor a sus órdenes.
El apoyo económico del futbolista Alvaro Morata disparó la popularidad y crecimiento de la empresa, aunque el jugador, enrolado actualmente en el Galatasaray, y su socio se embolsaron 5,5 millones de euros con la venta de las acciones.
La historia de 'los manolitos' o 'manolos', porque también se llaman así, está ligada desde hace casi 30 años a la familia Manzano. El abuelo había sido pastelero, el padre y la madre hacían y vendían tartas en su tiempo libre y, cuando cumplió 15 años, el pequeño Manolo dijo que él quería también. Aprendió el oficio y en menos de una década se levantaron cuatro Pastelerías Manolo en Colmenar. El nombre, en diminutivo, se lo pusieron los propios clientes, al asociar la tienda al bollito.
Hay una fecha clave en este grandioso negocio de repostería que cuenta con cerca de un centenar de tiendas repartidas por distintos puntos de España: el 12 de noviembre de 2012. El nombre quedó registrado en la Oficina Española de Marcas y Patentes. 'Los manolitos' se convirtieron así en marca nacional. Hoy poseen un imperio del minicruasán y son el segundo producto más pedido de Glovo en Madrid, solo por detrás de McDonald's. En Deliveroo 'los manolitos' ya están entre los desayunos más pedidos. El clásico es el favorito de los madrileños.
La popularidad de sus productos se ha disparado por los halagos recibidos de famosos como David Bisbal o Santiago Segura. Los creadores mantienen en secreto la receta. Dicen que tienen el tamaño perfecto y que son perfectos lo mismo para el café que para una reunión de trabajo, un cumpleaños... Pero en Bilbao, en contra de los esperado, se nos estaban atragantando.
Hasta ahora. Habrá tiempo para descubrir si el negocio funciona en la villa como lo hizo durante tres décadas Sonor, especializada en la venta de guitarras de alta gama.
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