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Amor, resiliencia y un vestido de ensueño: la boda inolvidable de la bilbaína Carla y Juan en la Costa Brava. Mar Mateu

Amor, resiliencia y un vestido de ensueño: la boda inolvidable de la bilbaína Carla y Juan en la Costa Brava

Tras un año difícil marcado por la enfermedad del padre de Carla, la pareja pospuso su enlace en el emblemático Convent de Blanes, frente al mar, donde finalmente celebraron una emotiva ceremonia rodeados de familiares y amigos

Silvia Andrés

Martes, 8 de julio 2025

Carla y Juan podrían haberse conocido mucho antes. Durante años vivieron en el mismo edificio de Barcelona y compartieron gimnasio, aunque no lo supieron hasta una década después. Fue en el máster MBA de IESE Business School, la escuela de negocios de la Universidad de Navarra, donde por fin coincidieron y nació una gran amistad. Entre clase y clase, descubrieron no solo que habían sido vecinos, sino también que Carla viajaba casi todos los fines de semana a Bilbao, su ciudad natal, para ver a su familia.«La magia surgió allí», recuerda Carla. «Juan, que es de Barcelona, me dijo que quería visitar el Guggenheim, comer unos pintxos y, 'de paso', verme... y así empezó nuestra historia de amor, hace ya cuatro años».

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Dos años después, la pareja se comprometió durante una cálida noche de San Juan, y poco después comenzaron los preparativos de la boda. «Desde casi el principio tuvimos claro que queríamos darnos el 'sí, quiero' en el Convent de Blanes, un lugar con muchísimo encanto, frente al mar, y con la gastronomía de autor del chef con estrella Michelin Nandu Jubany», cuenta Carla. Desde el primer momento decidieron prescindir de una wedding planner y organizarlo todo por su cuenta. «Ha sido un proceso largo e intenso, pero queríamos vivirlo en primera persona. Ha sido increíble elegir cada detalle para que todo saliera exactamente como lo habíamos imaginado», coinciden.

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Todo estaba listo para celebrarse en septiembre del año pasado, pero el destino volvió a intervenir. «Mi aita se puso muy enfermo y tuvimos que posponer la boda. Afortunadamente, se recuperó, y el pasado 28 de junio pudimos celebrarlo todos juntos. Ha sido un sueño, un cuento, un regalo tras un año muy duro, en el que pasamos más tiempo del que nos habría gustado en hospitales», comparte Carla. No es de extrañar que, después de todo lo vivido, la emoción se desbordara cuando la novia entró a la ceremonia de la mano de su padre, Fernando, al son de A Thousand Years, de Christina Perri. Él no pudo contener las lágrimas, al igual que Carmen, la madre de Carla. «Los días anteriores pensaba que me iba a romper en ese momento. Pero la verdad es que entramos sonrientes, con muchas ganas. Vi emocionarse a mi padre, y eso que, como buen vasco, es poco de mostrar los sentimientos», bromea.

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Un vestido con escote halter

Más de un centenar de invitados, de distintas partes del mundo, se dieron cita en el enlace. «Como se suele decir, los de Bilbao estamos por todos lados», sonríe Carla. «He vivido en Dubái y en Estados Unidos, así que pudimos reunir a muchos amigos de fuera, que quedaron maravillados con el lugar». También lo hicieron los invitados de Bilbao, que no disimularon su asombro al ver el espectacular vestido de la novia, hecho a medida por Escuer Atelier, en Barcelona. «Visité más de diez sitios hasta que encontré lo que quería. Buscaba algo moderno, con cuello halter, un tipo de escote que siempre me ha encantado», explica. Carla tampoco quería renunciar a una cola, aunque solo la llevaría durante la ceremonia. «Al final, optamos por un abrigo de seda de organza con mangas abullonadas, que me permitía quitármelo después y estar mucho más cómoda durante la celebración». También pensó en la comodidad a la hora de elegir el calzado: unas sandalias de The Forest Shoes. Completó el look con joyas de Suárez. Por su parte, Juan lució un traje de Hackett. Más allá del atuendo, Carla guarda con especial cariño el recuerdo de su llegada a la ceremonia. «Un amigo fue el maestro de ceremonias, y una amiga del colegio, Cris, junto a un hermano de Juan, leyeron unos discursos preciosos».

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Tras la ceremonia, llegó otro de los momentos más emotivos de la tarde: la entrada al aperitivo, acompañada por la música en directo de Gigi McFarlane, que interpretó We Found Love, de Rihanna. «Fue precioso. Nos pusimos todos a saltar, llenos de felicidad y alegría. Es muy emocionante estar rodeada de toda la gente que quieres en un momento así», recuerda Carla. Durante el generoso aperitivo firmado por el chef Nandu Jubany -«no paraban de salir platos»-, no faltaron los detalles especiales. Las amatxus de los novios recibieron ramos de flores, y una pareja amiga fue sorprendida con un retrato en acuarela, enmarcado como recuerdo.

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Tras el aperitivo, los invitados disfrutaron de una cena abundante, que dio paso al primer baile de los novios: una bachata ensayada a conciencia. «Queríamos que saliera bien, así que unas semanas antes tomamos cinco clases con una profesional. Incluso justo antes de salir a la pista nos escondimos en una esquina para hacer el último repaso», cuenta Carla entre risas. La música siguió con la banda Bandarres, que animó la velada con clásicos de los 80 y 90, y un DJ puso el broche final con ritmos discotequeros hasta las tres de la madrugada. «Como dice mi madre, hay que irse cuando mejor te lo estás pasando, para quedarte con buen sabor de boca. Pero la verdad es que se nos pasó el tiempo volando. ¡Necesito otra boda para revivirlo todo otra vez!», bromea Carla, todavía con una sonrisa.

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