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La casa agrícola de una familia en Loiu convertida en dos viviendas para un matrimonio y su hija luis díaz díaz
Casas rurales en Bizkaia

La casa agrícola de una familia en Loiu convertida en dos viviendas para un matrimonio y su hija

La familia Llona Aurrekoetxea confió en el estudio de arquitectura AZAB para adaptar su hogar a sus nuevas necesidades

maría calvo

Martes, 21 de junio 2022

Para los urbanitas, volver al campo siempre ha sido un sinónimo de felicidad, una fuga hacia ese ideal de «búsqueda de la buena vida». Lo ... cierto es que nunca antes la ciudad había asfixiado tanto como durante la pandemia, por lo que muchos se han replanteado sus propios cimientos lejos del asfalto. Para el matrimonio Llona Aurrekoetxea, sin embargo, el entorno rural no es una quimera, ni una eterna utopía. El campo es, simplemente, su vida. No muy lejos del núcleo urbano, pero dentro de un espacio agrícola, han desarrollado su trayectoria personal y laboral durante décadas. Concretamente, en una casa sin pretensiones a la que han dado una vuelta de tuerca, adaptándola a sus necesidades familiares actuales con la ayuda del estudio de arquitectura bilbaíno AZAB.

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luis díaz díaz

Esta construcción de los años 80 ha sido bautizada por los arquitectos como 'Re-House': una casa doble, un hogar primigenio convertido ahora en dos viviendas para uso y disfrute independiente de un matrimonio mayor y su hija. El padre y la madre vivirán en la planta baja y ella en la superior. Se ha reacondicionado de esta manera para adaptarse a su nueva realidad familiar y poder seguir así con la actividad agrícola del matrimonio y con el teletrabajo de la hija, dedicada al 'mentoring' laboral. A su vez, esta reforma responde al futuro con optimismo, resolviendo con ingenio estas cuestiones dentro de una vivienda adaptada en la que afrontar los nuevos tiempos.

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En ningún momento AZAB trató de dulcificar el entorno tosco en el que se encontraba la casa, sino que lo asumieron y se adaptaron a él de una forma distinta e inteligente. No tiraron de fruslerías ni obviedades con reminiscencias campestres, algo a lo que se tiende en las nuevas construcciones dentro del entorno rural. «Nuestra primera reflexión nace de cómo buscar una mirada más allá de la falsificación idealizada del urbanita sobre el campo, cómo establecer una relación compleja y desacomplejada, desprovista de ficciones útiles, que mira a su entorno con descaro y desinhibición olvidándose de protocolos, códigos o prejuicios estéticos», admiten los arquitectos. Simplemente se aclimataron al medio, aceptando y enfatizando la posición abrupta de la casa, tirada al borde del camino entre huertas y pastos.

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Apostaron por interferir en la belleza en bruto del entorno con una arquitectura abstracta y artificial. Una casa clara y potente, muy distinta a lo establecido en el medio rural. Esta maniobra de intrusismo resultó, sin embargo, cómplice y abierta al campo. Un ejemplo de ello es la propia fachada, que no han querido simplificar ni hacer de ella un alarde de minimalismo y modernidad. En su lugar, han querido reivindicar su identidad y el orgullo popular envolviéndola con elementos romboidales artesanos y decorativos. A partir de aquí, comenzaron a interpretar y a dar vida a cada una de las plantas: querían que la de abajo fuera una prolongación directa del entorno, y que la de arriba tuviera una imagen más pausada, mirando directamente al horizonte.

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Dos plantas y una doble interpretación de la vida doméstica

AZAB es el estudio de arquitectura fundado en 2018 por Cristina Acha, Miguel Zaballa, Ane Arce e Iñigo Berastegui, cuyos proyectos se caracterizan por la ausencia de normas y un estallido de imaginación y color. Decidieron reciclar muchos de los elementos de la casa, desde la estructura, hasta la escalera o la cubierta, dándoles una nueva imagen.

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La planta baja tiene 110 metros cuadrados y antes estaba destinada al almacenaje agrícola. Ahora, se ha transformado en una vivienda de planta abierta, que sitúa el baño y la cocina en un eje central en torno al cual giran el resto de estancias. Este piso está envuelto por unas enormes cristaleras que dejan entrar la luz natural y adentrarse en el entorno con relativa distancia, justo lo que busca alguien que pertenece de por sí al campo. La parte superior, de 100 metros cuadrados, es una sucesión de estancias análogas separadas por cortinas y paneles de cristal texturizado. En ambas plantas, las pinceladas de color y lo materiales hacen de hilo conductor, tanto en un mobiliario de líneas sencillas como en la composición de las respectivas cocinas.

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Puedes ver todos los detalles de la ´Re-House' en nuestra galería de imágenes

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