«La casa del portero» convertida en un piso de lujo en Bilbao
Esta vivienda abuhardillada ha sido totalmente reformada por el interiorista José Manuel Arroyo
maría calvo
Viernes, 24 de junio 2022
Muchas comunidades de propietarios aprovechan la jubilación del portero para suprimir este servicio y dar una nueva vida al espacio donde vivía. Fue el caso ... de este piso abuhardillado en el centro de Bilbao. Una última planta, 89 metros cuadrados llenos de posibilidades que fueron reformados íntegramente por José Manuel Arroyo.
El interiorista consiguió hacer atractivo un espacio que necesitaba un lavado de cara total, y lo hizo tirando de ingenio, mirando más allá de los propios límites físicos que le marcaban esas cuatro paredes. Hasta tal punto que indagó tras los muros y los techos, encontrando belleza donde otros solo vieron elementos susceptibles de ocultar. Las vigas, que se escondían tras un falso techo, y los pilares, que estaban revestidos, quedaron al descubierto. Hormigón al desnudo, tosco, en bruto, como un elemento decorativo más.
José Manuel Arroyo comenzó a trabajar sobre esta premisa, ya que es bien sabido que su estilo se basa en la improvisación, siendo el propio espacio, con su luz, sus formas y sus volúmenes, los que le guiaron en un proceso donde nada estaba premeditado. A partir de ahí, comenzó a jugar sin desperdiciar lo que el propio inmueble le ofrecía: aprovechando la inclinación de sus techos abuhardillados, ubicó una serie de foseados retroiluminados para delimitar el perfil de los techos y marcar las rudas aristas de las vigas de hormigón. Una solución tan decorativa como funcional que aportaba a la casa luz cálida e indirecta para crear sensación de intimidad.
No hablamos de un piso excesivamente grande, por lo que hubo que distribuir los espacios de forma inteligente para aprovechar al máximo sus casi 90 metros cuadrados. Por eso, se decidió que el salón-comedor con cocina integrada fuera la espina dorsal del proyecto, desarrollándose el resto de estancias a su alrededor. De ahí discurrirían dos dormitorios, uno con vestidor y baño integrado, y un segundo baño de invitados, todos disimulados tras unas puertas paneladas que jugaban a confundirse con los propios muros. Y es que el revestimiento de las paredes de este núcleo central fue otro de los puntos fuertes del proyecto.
Se utilizaron para la reforma materiales nobles y sobrios: la acogedora calidez de la madera y la distante dureza del mármol, un juego de opuestos que encajaron sin esfuerzo con los detalles de hormigón. José Manuel Arroyo revistió las paredes del salón con un panelado de nogal en una parte y un revestimiento de mármol en la otra, bajándolo también al suelo para crear complicidad entre ambos. No necesitaba mucho más que un mobiliario discreto y minimalista acorde con el ambiente. En la cocina, por su parte, se hizo uso de un estratificado en color nogal que daba continuidad al salón, incorporando una isla que funciona como zona de 'living' de la vivienda.
El dormitorio, al igual que el baño, sigue el mismo hilo conductor, con suelos de mármol y detalles en madera. Sin embargo, han logrado dar a la habitación una atmósfera acogedora y sofisticada gracias a la ropa de cama y al revestimiento del cabecero, en el que se ha simulado el roto de una pared. No es la primera vez que José Manuel Arroyo, indiferente a los dictados de las tendencias, apuesta por esta sorprendente fórmula.
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