Una vacuna contra los coches
La ciudad más grande de Euskadi se propone expulsar a los coches de sus calles. Ayer se convirtió en la primera urbe europea de más ... de 300.000 habitantes que limita la velocidad de circulación de los vehículos a 30 kilómetros por hora en todo el espacio municipal. Usain Bolt podría adelantar sin problemas a todos los coches que se encontrara en su carrera. La lucha contra la pandemia había traído como un efecto colateral perverso la aparición de más coches bendecidos por las autoridades como transportes libres de virus en un bienintencionado intento de evitar las masificaciones en el transporte público. El resultado desastroso, un incremento tanto del uso como del parque móvil automovilístico.
Más allá de los accidentes que se van a evitar, esta medida retoma el pulso de la emergencia climática en la Semana de la Movilidad en que activistas de todo el mundo, articulados alrededor de Juventud por el Clima, han vuelto a llamar a una movilización global. Un recordatorio de que la emergencia climática sigue ahí y sus efectos serán más brutales que los del coronavirus. Coincide esta movilización con la reciente publicación de otra investigación de expertos de la ONU que confirman que vamos muy mal. Continúan aumentando las emisiones de gas con efecto invernadero. Calentamiento global, deshielo, subida del nivel mar. Un escenario que pondría en peligro a centenares de millones de personas que viven en las zonas costeras.
La medida de los 30 kilómetros por hora para expulsar a los coches de la ciudad vasca más poblada encontrará resistencias de los colectivos más afectados, taxistas, repartidores y de los ciudadanos más individualistas. Pero la ciudadanía vasca en su mayoría está sensibilizada con este tipo de medidas. El 90% considera urgente la toma de medidas contra el cambio climático. Incluso la mayoría, el 51%, sería partidaria de eliminar completamente la circulación de vehículos por el centro de las ciudades
La mayoría también es favorable a endurecer las penas por crímenes medioambientales, a implantar nuevos impuestos a las industrias más contaminantes y a multar por no reciclar o hacerlo mal. Y el 65% es consciente de que los problemas del medio ambiente tienen un efecto en su vida diaria.
La lucha contra la pandemia ha evidenciado nuestra capacidad para acatar normas estrictas contra nuestros derechos individuales para preservar la salud de nuestra comunidad. La amenaza climática tiene la misma seriedad y representa un mayor peligro que es compartido por una mayoría que aceptaría medidas tan drásticas como la de circulación urbana a cámara lenta. Una medida valiente y no impopular como puede sugerir el ruido de los más enfadados.
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