Euskadi batió el viernes su récord de vacunación con 31.300 dosis administradas

Este fin de semana se quiere dar un arreón importante a la campaña de vacunación en Bizkaia. Con ese objetivo se ha lanzado una campaña masiva de inoculación en los vacunódromos del BEC y La Casilla, pero también en varios centros de salud de atención Primaria. Su capacidad, según las previsiones de Osakidetza, permitirá superar las 10.000 inoculaciones por día. Desde su apertura a las ocho y media, el flujo de ciudadanos a estos centros es constante y, aunque los profesionales sanitarios están realizando su labor con diligencia y rapidez, las colas son constantes.

Sólo en Bilbao hay citadas más de 6.000 personas. En varios ambulatorios hay citados 804 mayores de 70 años que recibirán la segunda dosis de Pfizer, mientras que en La Casilla se administrará la misma marca a 2.154 septuagenarios y octogenarios. Pero hoy se trabaja también con otras vacunas. Es el caso del pabellón Areilza del hospital de Basurto, donde serán inoculados con AstraZeneca 1.364 mayores de la única franja en que se utiliza esta vacuna, la que va de los 60 a los 69 años. Por último, en el centro de salud Javier Sáenz de Buruaga se administrarán otras 2.046 dosis de Astrazeneca a personas de entre 60 y 69 años.

En el BEC de Barakaldo, donde hoy se van a inocular 3.200 sueros, ha sido el pabellón 6 el elegido para inyectar las dosis, que son las primeras para muchos, aunque también los hay que vienen a ponerse la segunda y completar la inmunización. La ubicación ha sido criticada por algunos, ya que «se encuentra al final de este pasillo interminable, en el punto más lejano desde la estación del metro en Ansio, y muchos tenemos problemas para andar», protestaba un vecino de Sestao que se lo tomaba con calma ayudado por su bastón.

Según los ciudadanos iban llegando, voluntarios de la DYA se encargaban de orientarles, ya que se han establecido tres colas en función del lugar de procedencia: una para la OSI de Santurtzi y Enkarterri, otra para la de Barakaldo y Sestao y otra para la de Uribe.

Marcial Martín, de 61 años, vive en Las Arenas y es uno de los primeros en inocularse la vacuna, «ni siquiera sabemos cuál porque todo ha sido muy rápido». Su mujer Luz Arias, de 66, revisaba bien el certificado que les han entregado y comprobaba que ha sido la de Astrazeneka. «Está bien, no he sentido nada y creo que todo lo que se ha hablado sobre esto son cosas raras, hay que estar tranquilos porque ya nos han puesto la primera vacuna y es el principio del fin de esta pesadilla». Su compañera lo confirmaba, «estoy deseando que me llamen a mí también».

Los baracaldeses Isabel Landeta y Arcángel Ramírez también estaban encantados. Hoy le ha tocado a ella y a él ya le pusieron la primera dosis hace dos semanas. «Estoy muy contenta, no estaba agobiada con esto, pero ya tenía ganas de ponérmela, ya», ha subrayado ella. «Y que nos queda camino, que todavía estamos en la mitad», ha apuntado él. Ahora, han asegurado, van a seguir haciendo vida normal de pandemia, «cumpliendo todas las medidas preventivas, como la distancia y, por supuesto la mascarilla, pero así estamos mucho más tranquilos». En su caso, aunque ya estén jubilados y la vacuna les dé seguridad, este verano no piensan irse lejos, «ya nos quedamos el año pasado y éste también toca Barakaldo».

Belén Amantegi trabaja de secretaria, va a cumplir 61 años y todos los días se desplaza en metro desde Getxo a Bilbao para ir a trabajar y, como «estás siempre rodeada de gente, ahora estoy mucho más tranquila». Acaban de ponerle la primera dosis de la vacuna «con AstraZeneca, como a todos». Ella asegura no tener ningún miedo, «peor sería que te venga el bicho». Subraya que todo ha ido «fenomenal». La han pinchado y ha tenido que esperar un cuarto de hora sentada «para ver si me produce algún efecto pero nada». Su familia no las tenía todas consigo y la esperaba con el coche en la puerta de salida trasera del BEC, «pero sí estoy genial».

Gloria García San Martín, de 84 años, sale feliz tras vacunarse. La acompaña su hija Raquel. Ella está «deseando ver a los 13 nietos» y su familia encantada de recupere costumbres como «salir a comer juntos». A ella le tiraría «algo de cine», aunque tendrá que esperar 10 días todavía. «Tenemos muchas ganas de recuperar todas esas costumbres y que pueda hacer todas esas cosas que tanto se merece como abuela». Raquel insiste en dar las gracias. «A los sanitarios, porque gran labor y que han sido amabilísimos y a todos los que estáis trabajando con la pandemia».

Juan Luis Monroy viene de Santurtzi y celebra no haber tenido nunca «ni una gripe», así que no estaba obsesionado con ponerse la vacuna. «No he llamado preguntando ni nada, ni la iba a pedir hasta que me llamasen». Y le ha sorprendido que lo hayan hecho esta semana, porque todavía tiene 59 años y no cumple 60 hasta agosto. «Pensaba que no entraba en la franja de edad, pero esto debe ir como lo de las quintas de la mili, si entras en el año te toca», ha asegurado. Eso sí, se muestra encantado, «porque todo hay ido muy bien, se ve que lo tienen bien organizado». Tenía cita a las diez y veinticinco y a y veinte ya estaba vacunado «porque en la cola de Santurtzi no había nadie, solo en la de Barakaldo». Su mujer, «que cumple 61 en mayo», se vacunó ayer jueves, «así que ya hemos cumplido, por nosotros y por los demás, convivimos con gente mayor y hay que prevenir».

Mari Cruz Fernández, de 81 años, reconoce que hoy «me he quitado una preocupación muy grande, la que tenemos todos con esta maldita pandemia». Para ella es «una mañana alegre, como dice la canción». «Me voy a casa a descansar que los mayores nos cansamos sin hacer nada. Con lo que yo he cosido, que trabajaba de ocho a dos de la mañana. Ahora ya solo toca descansar de todo», afirma. «Podré ver más al hijo, que me ayuda en todo para quitarme preocupaciones».

Gregoria Rodríguez reconoce que ha pasado la noche casi sin dormir de los nervios. «Nos han metido tanto miedo con esto de la vacuna de AstraZeneca», ha subrayado. Pero tras entrar en el vacunodromo se ha tranquilizado y ya, después de salir, estaba encantada. «Me encuentro estupendamente, no he tenido ningún síntoma ni sensación extraña», confesaba. Los efectivos de la DYA que la han llevado hasta los boxes y el trato y la «cercanía» de las enfermeras han hecho el resto para calmarla. Y el ánimo constante de su hija, que la ha acompañado hasta el BEC. «Hay que lograr la inmunidad de grupo cuanto antes y todos tenemos que arrimar el hombro», remarcaba Sofía González.

Gloria Ruiz de Azua, de 65 años, cuenta que «aunque no me han concretado cuál nos dan, hay que venir. Si tiene que pasar algo, pasará. Pero hay pocas posibilidades y hay que hacerlo», dice. «Yo tengo claro que hay que seguir, que esto es para tiempo. Mascarilla no me voy a quitar y resto de medidas tampoco». La mujer destaca que «a mis hijas las tengo cerca. A mi nieta la doy de comer y al nieto lo tengo a la mañana. Hombre, me gustaría llevarles a Canarias, que tengo familia».

El director médico de la DYA, Ramón Cisterna, supervisa al detalle la organización del proceso de vacunación. La asociación sin ánimo de lucro se encarga de la logística del vacunodromo del BEC y «todo está saliendo perfecto». Este catedrático en microbiología médica ya jubilado (en la organización todos son voluntarios) ha reconocido que «se nota muchísimo que la gente viene sin temor, ilusionada porque necesita la vacuna y se le está dando respuesta». Y se muestra especialmente esperanzado porque «ahora en mayo la vacunación va a sufrir un impulso importantísimo y ese es el objetivo de la vacuna, llegar al mayor número de gente en el menor tiempo posible».

El proceso de inoculación en el BEC está funcionado bien, en su opinión, «gracias a la propia actitud de las personas, que de muestran muy disciplinadas, solo algunas plantean alguna consulta sobre si la vacuna puede afectarle dada su situación médica personal, pero aquí se les tranquiliza y no hemos tenido ningún problema en ese sentido«.

En su opinión, está respuesta de la población demuestra que la vacuna es necesaria. «Es el recurso más importante que tenemos a nuestra mano y tenemos que estar agradecidos porque va haber para todo el mundo y ya se está cumpliendo el objetivo de proteger a los más vulnerables«, ha subrayado. Además, ha incidido en el continuo avance en la investigación, »que va a permitir vacunar también a los jóvenes, con lo que afrontamos la doble vía de proteger y, al mismo tiempo, frenar las vías de transmisibilidad del virus«.

Toño Saiz ya tenía ganas de ponerse la vacuna. Tiene 67 años y ha sufrido un infarto, por lo que se considera miembro del grupo de riesgo y «antes tenía que haber sido, parecía que se habian olvidado de mí, nadie me llamaba». Incluso a su mujer, Encarni Maceda, de 64 años, le habían puesto la vacuna hace unos diez días. Pero este vecino de Zierbena salía con una sonrisa de oreja del vacunodromo del BEC. «Muy bien la atención y muy bien todo». Su esposa lo confirmaba «porque a veces se marea con las agujas, pero hoy nada, fenomenal». Y más encantada se mostraba su hija Nerea. «No sé si estamos más contentos por él o por nosotras, que ahora nos quedamos más tranquilas», confesaba. Ella es profesora y, como sus padres, también ha recibido la primera dosis con AstraZeneca, «y tengo la segunda cita el 19 de mayo, a ver qué me ponen». «Yo la tengo el 24 de julio, a ver si para entonces está aclarado todo este lío de las vacunas» ha apuntado.

A él se la dieron ayer y a ella le toca hoy. José Antonio Lancho está «encantado y sin síntomas de nada». Ana Rivera llega con algo más de miedo. «Creo que es la que más dudas me trae», lamenta. Cuando entra, sus sospechas se confirman. Todos hoy en el centro de Salud Sáenz de Buruaga de Bilbao son inoculados con AstraZeneca. «Hay que hacerlo porque el riesgo del virus es mayor», señala. «Miedo hay a todo. Así que a por ello». Cuando salió, estaba más tranquila. «El pinchazo ni se nota», celebra.