Uno de cada cinco abonados de Bilbao Kirolak se da de baja por la pandemia

Desde el departamento dirigido por la jeltzale Itsaso Erroteta constatan que se trata de un «descenso coyuntural consecuencia del Covid-19». Así que la previsión es que «cuando la situación sanitaria mejore y se vaya normalizando, buena parte de las personas que han decidido darse de baja volverán a abonarse».

En realidad, lo que ocurre en Bilbao Kirolak no es muy diferente de lo que pasa en tantos otros sectores de actividad, ralentizados, cuando no paralizados, por la pandemia. De hecho, 2020 no ha sido nada fácil para los polideportivos bilbaínos. El 13 de marzo fatídico estas instalaciones echaron la persiana y el Ayuntamiento devolvió las cuotas pagadas y no disfrutadas, y también suspendió los cobros hasta la reapertura. Ésta se produjo de un modo paulatino en los distintos centros durante el verano, a partir de junio. Aquello fue muy bien recibido porque sin viajes ni vacaciones fuera, poder ir a la piscina, aún con todas las precauciones exigidas, supuso un bálsamo bueno para la ciudadanía. Antes, durante el confinamiento, varias de estas instalaciones sirvieron para acoger a personas sin techo cuya vulnerabilidad había ganado en dramatismo durante los meses más duros de la primera ola.

Resulta curioso que uno de los grandes riesgos de esta situación pandémica, además de los evidentes, es el aumento del sedentarismo al que conducen los confinamientos, el teletrabajo y las muchas restricciones forzadas o voluntarias a las que se ve sometida la población. En eso, en la necesidad de fomentar la actividad física, es en lo que viene incidiendo el gobierno local. Primero, en la calle, habilitando zonas peatonales tras el confinamiento con el ánimo, además, de mantener esas políticas de cara al uso futuro del espacio público, que pasa por quitarle espacio a los coches. Pero también se incide en poner en valor las propias instalaciones deportivas municipales.

Para minimizar el riesgo de contagios Bilbao Kirolak ha adoptado una batería de medidas preventivas en sus instalaciones que, según fuentes municipales, les han supuesto ser los «primeros polideportivos de gestión público en el estado con la certificación Aenor frente al Covid-19». En el equipo de gobierno apuntan que los auditores encargados de evaluar este asunto tuvieron en cuenta tres aspectos: la limpieza (asiduidad, control, comunicación y productos), el mantenimiento (sistemas de climatización y ventilación, cloro o PH en el agua), y las condiciones en las que se realizan los cursos y actividades (limpieza del material común, maquinaria, disposición de las personas usuarias y organización de vestuarios).

Todo ello está vinculado con un protocolo que ha de cumplir la gente que acceda a las instalaciones. Por supuesto, todo el mundo con mascarilla, incluso mientras se hace ejercicio y aunque se respete la distancia de seguridad. La única excepción es en las piscinas y en las duchas. Por su parte, el aforo en los vestuarios está limitado a un 30% y en las salas a un 50%, según las regulaciones vigentes. Para las clases colectivas se ha marcado el suelo con el fin de que los participantes mantengan una distancia de dos metros entre ellos.

Como siempre, ninguna medida tiene valor si no se respeta y por eso desde Bilbao Kirolak no sólo piden sensatez sino una declaración responsable a quienes participen en cursillos. De manera online o presencial, en el momento de apuntarse al curso de turno, deben rellenar un formulario comprometiéndose a seguir todas las recomendaciones y normativa sanitaria de prevención contra el virus.