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Los últimos boteros de la ría

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FERNANDO GÓMEZ

Los últimos boteros de la ría

Las barcas que unen Portugalete con Las Arenas y Barakaldo con Erandio transportan a cerca de 2.300 viajeros al día

Jueves, 2 de mayo 2019, 10:51

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Antes de que se inaugurara el Puente Colgante en 1893, los vizcaínos ya cruzaban de una margen a otra. Lo hacían en las numerosas embarcaciones de remo con capacidad para siete personas que se encargaban de transportar a los viajeros por la ría. Por aquel entonces, existían muchas rutas. Hoy en día, la que une Portugalete con Las Arenas y Barakaldo con Erandio son las dos que quedan activas, explica Juanma Hernández, gerente de la Agrupación de Boteros de Portugalete. La primera, la más importante, pasa a 2.000 pasajeros al día; la otra, entre 250 y 320.

El responsable del pasaje de Portugalete lleva casi tres décadas en este oficio. «En junio cumpliré 29 años aquí», dice Hernández, de 52 años, que estaba en el paro cuando un amigo le recomendó el trabajo. Empezó cobrando a los viajeros las 15 pesetas que costaba el trasbordo y, poco después, estudió para poder conducir el bote. «Hacen falta el título de patrón portuario, de buque de pasajes, de radio y supervivencia», enumera.

Cuentan con cuatro patrones, dos cobradoras y una persona de mantenimiento: «Esto no da para más. Las reparaciones son caras y hay que pasar inspecciones», reconoce el gerente. Juanma Hernández llegó a vivir la época dorada de este oficio, cuando las embarcaciones partían de Lamiako, Zorroza, Olabeaga, la ribera de Deusto…«Antes las lanchas iban llenas y usábamos hasta dos barcos en las horas puntas». Desde hace unos años, en cambio, la afluencia de viajeros ha bajado bastante y se arreglan con un solo bote. «La llegada del metro a la margen izquierda nos hundió», señala.

«Salimos todos los días del año»

El pasaje de Portugalete data de 1757 y, tras la destrucción del Puente Colgante durante la Guerra Civil, se habilitaron las primeras lanchas a motor. Este servicio permitió a los ciudadanos cruzar la ría hasta que el Puente de Bizkaia se reparó en 1941. «Salimos todos los días del año y el tiempo tiene que estar muy mal para que interrumpamos el servicio», destaca Hernández. Es más, su servicio ha permitido mantener conectadas las dos márgenes cada vez que el transbordador se ha averiado.

En el muelle, los pasajeros hacen cola para embarcar. Un hombre llega corriendo en el último momento, paga los 40 céntimos del billete y se sube al bote. «La mayoría son clientes habituales. Después en Semana Santa y verano llegan los turistas». El trabajo puede ser algo tedioso, pero queda recompensado al ver las caras de los niños, ilusionados por embarcar en el 'gasolino'. Acostumbrado al ir y venir de los viajeros, Juanma Hernández no recuerda ninguna anécdota en particular: «No se me ha caido nadie al agua», aclara entre risas.

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