El turismo vasco se moviliza y reactiva las casas rurales y campings en Bizkaia
Estos alojamientos lograron este viernes alcanzar la mitad de sus plazas, y confían en reservas de última hora para mejorar su ocupación este puente
«¿Ganas? ¡Todas! Desde octubre que no hacíamos una escapada, no te digo más». Igor Mangas se afanaba en llenar la nevera del bungalow ... que ha alquilado en el camping de Sopela mientras sus hijos Óscar e Iván y su mujer Rosa García traía las últimas cosas del coche. Acababan de llegar de San Sebastián y para ellos la lluvia no era un problema, aunque fuera arreciase a media mañana. «Seguro que escampa, que tenemos muchas cosas que hacer, ver el castillo de Butrón, pasear por el centro de Bilbao», enumeraba. Era uno de los cientos de turistas vascos que este puente han llenado el 50% de las plazas de camping y el 47,8% de las casas rurales de Bizkaia.
En su caso la ilusión era doble, porque «también ha venido mi hermano Carlos, que se aloja en el bungalow de al lado, y los primos se lo van a pasar genial juntos». Son más de ir a la zona de Las Landas, o a Tudela, en Navarra, donde tienen una casa, «pero como no se puede salir de Euskadi, ésta nos ha parecido una opción perfecta porque, en el peor de los casos, vamos a poder estar juntos y hasta hemos traído una plancha para cocinar en la terraza, así que estamos preparados».
También Víctor Lucas, Olga Gómez y su hija Sara, habituales del camping, al que se escapan siempre que pueden desde Etxebarri, donde residen. Normalmente dormimos en la furgoneta, pero con este tiempo hemos preferido alquilar un bungalow, que todavía hace frío», remarcaba ella con una sonrisa de oreja a oreja. «Si es que desde Navidad que llevamos encerrados y, solo con cambiar de techo y ver el mar, parece que nos cambia la cara», bromeaba.
Tienen bien claro su programa. El camping está al lado de la playa y lo van a aprovechar, «haga el tiempo que haga». «Sara ha traído hasta bañador, y nosotros unos cuantos paseos ya nos daremos, aunque sea con paraguas», subrayaba Víctor.
La aplicación del tiempo echaba este viernes humo en sus móviles. A la tarde anunciaba mejoría, «pero todavía anuncia algo de agua, pero mañana (por hoy) y el domingo no, genial», aseguraba Olga. Y esperan que, además, empiece a calentar un poco de cara a Semana santa, «porque también nos vamos de camping, al de Gorliz».
Alba Royo y Guillermo Ibarra habían hecho al revés, acostumbrados al mar en Getxo, habían elegido un destino de interior para disfrutar de una escapada: la casa rural Arialdegi de Iurreta. Llegaron después de comer y tenían prisa por salir canto antes para disfrutar de un paseo por el monte. «Hay que buscar cualquier hueco para porque, aunque nos encanta viajar, desde enero no hemos podido movernos y no podíamos más», aseguraba el joven.
Al monte «a desconectar»
En busca de paz y tranquilidad, «de pasear, de leer e incluso de estudiar un poco de euskera», venían también Eduardo Rodríguez y Hanneloze Richter. Viven en Erandio, son pastores evangélicos y el bucólico paisaje les ha encantado. «Desde vuestra ventana podréis disfrutar con los entrenamientos y las pruebas de los caballos del centro hípico que tenemos en las instalaciones», les dejaba asombrados la gerente del agroturismo, Intza Ibarretxe.
Mientras, Jon Gibelondo espera a este sábado a que le vengan sus primeros clientes a Ortulane, en Urduliz. «Llevo 15 años con la casa rural y no había vivido nada igual», reconocía. Y Luis Ignacio Benito, responsable de Casa Tellería de Sopela lo confirmaba. Él no espera a nadie este puente, «y para Semana Santa uno te confirma y otro cancela, así que vete tú a saber». «Hay movimiento y todavía mañana puede venir alguien más», aseguraba Gorka Amezaga, gerente del camping de Sopela.
El mal tiempo desluce el primer día del puente de San José
El mal tiempo torció el primer día del puente de San José y vació los puntos usualmente más animados de Bilbao. Aún así el segundo fin de semana con la movilidad abierta entre los tres territorios vascos atrajo a algunos visitantes alaveses y guipuzcoanos, a los que se pudo ver en los principales puntos de atracción de la ciudad, como el Museo Guggenheim. Era el caso de Ibone Kareaga, que venía con su pareja, Eneko, desde San Sebastián «por la exposición de Kandinsky. Lo teníamos planeado, pero con la que está cayendo ha resultado ser el plan ideal». Aunque los bares y terrazas de la ciudad ofrecieron un aspecto desangelado, muchos restaurantes llenaron «por la coincidencia del Día del padre, en el que siempre se trabaja bien, y el éxito de los bonos a la hostelería», como señalaron varios hosteleros.
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