Dos vecinos salvan de morir en un incendio a una mujer de 43 años en Irala
Lograron abrir la puerta a patadas y sacarla de la vivienda inconsciente, pero tuvieron que ser atendidos en Basurto
En las situaciones más extremas, como un incendio, puede emerger el lado más valiente de cada uno. Eran las 1.40 de la madrugada ... de este jueves cuando una vecina del segundo de un bloque de la calle Medina de Pomar de Bilbao llamó a los servicios de emergencia alarmada al escuchar gritos de socorro.
Un incendio se había desatado en un primer piso del edificio, un pequeño estudio que suele alquilarse con frecuencia, que hace años funcionaba como un pequeño negocio. En él reside sola, desde hace poco, una mujer de 43 años y origen latino, con la que nadie del edificio había entablado todavía amistad. Sus gritos de socorro y el olor a humo alertaron a la comunidad.
Fueron dos de sus vecinos del segundo, de 48 y 37 años, quienes la salvaron. Lograron romper la cerradura, abrir la puerta a patadas y sacarla de casa. La mujer fue ingresada en Cruces en estado grave, donde aún permanece, mientras que sus rescatadores tuvieron que ser atendidos por inhalación de humo en Basurto, donde estuvieron ingresados hasta las seis y cuatro y media de la mañana.
Tras la llamada, bomberos y sanitarios acudieron inmediatamente al lugar. «Estaba viendo la tele y la oí gritar «¡socorro, socorro!» y llamé a la Ertzaintza a las 1.40, pero no sé quién es ella. Suelo escuchar distintas voces, pero nunca la he visto. Mi hijo abrió la ventana y olía a humo. Luego la volví a ir gritar», comentó la vecina del piso superior. Uno de sus «rescatadores», el de 48 años, cerró la puerta de la habitación de su hija pequeña para que siguiera durmiendo y bajó corriendo, al igual que su vecino. «Oímos gritos y voces», relató.
«Yo intenté abrir la puerta con una radiografía, pero no, había que actuar, porque si no igual no se iba a quemar viva, pero se iba a intoxicar», explicó. Su compañero fue quien logró abrir finalmente la puerta «a patadas, quien tuvo más iniciativa». « Entonces por fortuna no había mucho humo ni fuego. No había grandes llamas, pero tenía miedo de entrar porque no conocía el piso, pensaba que era como los demás pero resulta que es solo una habitación. Ella estaba tirada en el suelo. Debió perder la consciencia. Y pudimos sacarla», relataba este padre de familia de 48 años, que no quería protagonismo. «El colchón estaba ardiendo y había un radiador eléctrico encendido. No se podía respirar», añade.
Otros vecinos también colaboraron bajando cubos de agua y toallas mojadas para que los «rescatadores» se las pusieran en la cara. «Son cosas que hay que hacer», expuso. «Soy una persona anónima, no soy un héroe», concluyó. Cuando tiraron la puerta, el humo ascendió por todo el edificio. Tuvieron que romper los cristales del rellano del octavo. «Me entró todo en casa, a las cuatro de la mañana todavía estaba en la terraza porque no se podía estar dentro. Menuda nochecita y menudo susto. La chica lo ha tenido que pasar mal mal», dijo Isabel Gómez, que reside en el octavo.
El olor a chamusquina todavía inundaba por la mañana todo el edificio. «A las dos de la mañana he oído gritos de auxilio y después vinieron bomberos y ambulancias. Ella vivía sola pero somos 42 pisos, así que no conozco a quiénes han rescatado. Eso sí, todo era humo. Ya ves como está todo el techo», expuso Elena Pérez, del primero. Hasta la vivienda incendiada se acercaron tres personas, dos de ellas de origen latino, que ya habían estado a las tres de la mañana. «La puerta estaba abierta». Negaron ser los propietarios o amigos de la herida y aseguraron trabajar para una inmobiliaria «desde casa». En ese momento iban a llamar al seguro.
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