Las tres habitaciones de seguridad
La veintena de trabajadores que retiran los escombros de la AP-8 siguen estrictas medidas de descontaminación
Son especialistas, con una formación específica y operan en una empresa acreditada para realizar estos trabajos. Reconocen a cierta distancia el material sobre el ... que están trabajando y perciben si el temido amianto se encuentra en cada palada de escombro que levantan con su grúa. Una veintena de trabajadores cualificados se turnan estos días para retirar los restos que se acumulan en los dos carriles de la AP-8 a su paso por Ermua, después de que una lengua de cascotes, tierra y árboles sepultara la vía en la tarde del jueves. Lo hacen debidamente protegidos, a diferencia de la falta de medidas en las primeras horas del rescate, donde nadie avisó de la posible presencia de amianto en el vertedero donde se ha originado la tragedia.
Tras la voz de alarma, la seguridad ante el amianto se ha extremado. Los turnos concluyen siempre con los operarios haciendo el mismo paseo protocolario que desemboca en la caseta de «las tres habitaciones» para eliminar cualquier rastro de mineral nocivo.
Cualquiera que pasee frente a la autopista que quedó colapsada por el derrumbe se puede fijar en una pequeña caseta con forma de 'roulotte' instalada en la entrada del área de trabajo. En ella los operarios del Grupo Moyua completan su transformación de trabajadores a personas de calle. «Para vestirnos y entrar a trabajar lo tenemos más sencillo, pero cuando finalizamos debemos pasar por la caseta para realizar el protocolo correspondiente», explica Luis del Olmo, responsable de prevención del Grupo Moyua, que ayer mismo trabajaba sobre el terreno antes de que se suspendiera la búsqueda.
«El buzo y los guantes se sellan y desechan, y después nos duchamos con las mascarillas»
Luis Del Olmo | Prevención del grupo moyua
Este pequeño habitáculo se divide en tres espacios diferenciados que deben superar los trabajadores que han terminado su turno de trabajo. Entran con el uniforme habitual en unas labores de riesgo como a las que se enfrentan tras el derrumbe del vertedero de Zaldibar. Con un mono blanco de una pieza que les cubre de la cabeza a los pies, botas, guantes y una mascarilla especial diseñada para la retirada de materiales que contienen amianto. En la primera salita de la instalación se quitan guantes y traje. «Esas dos prendas no se vuelven a utilizar, las metemos en bolsas específicas, las sellamos y las llevamos a eliminar», describe Del Olmo. Es la denominada 'zona sucia'.
El siguiente paso es la ducha completa, para eliminar cualquier fibra de asbesto que haya podido quedar adherida. «Nos duchamos con la mascarilla, que es el único elemento que se reutiliza», detalla el portavoz de Moyua. El resto de prendas que ha podido tener contacto con el amianto se quedan en la primera fase.
«Cualquier residuo con amianto debe ir envuelto pero somos capaces de reconocer si hay peligro»
Luis Del Olmo | Prevención del grupo moyua
Tras la limpieza a fondo, los operarios llegan a la tercera habitación donde se visten con la ropa propia y abandonan la instalación por una puerta distinta a la de acceso y sin regresar sobre sus pasos para no echar por tierra el protocolo superado. A la hora de vestirse para comenzar a trabajar, las medidas son algo menos estrictas ya que los buzos que se visten son nuevos y las mascarillas están limpias.
Cumpliendo también con las medidas de seguridad, se ha precintado tanto la entrada a la zona de desprendimiento como la que ha sido elegida para depositar los escombros, a unos 500 metros de la 'zona cero'. Todos los empleados, también los de los camiones y los que están sobre el terreno visten «por precaución» los monos blancos.
Las normas son estrictas a la hora de realizar trabajos con amianto o en terrenos donde el mineral nocivo pudiera encontrarse entre otros materiales no peligrosos. Por ello se requiere una acreditación específica a la empresa que realice las labores y que los empleados tengan una formación específica para estas operaciones.
Solo cuatro horas al día
Entre las restricciones también se encuentra la prohibición de que cada trabajador pueda estar más de cuatro horas operando sobre el terreno. No tanto por la exposición al amianto, como por la imposibilidad de poder llevar puesta la mascarilla más que esos 240 minutos de forma continuada. De ahí que cada trabajador solo pueda subirse a la excavadora cuatro horas por día.
La compañía cuenta con una veintena de operarios con una formación específica para realizar labores de retirada de amianto en el sector de la construcción. De forma habitual se encargan de la «retirada de tuberías o casetas de huertas» que están fabricadas en fibrocemento o uralita, materiales que en la década de los 70 o los 80 se utilizaron de forma recurrente en la construcción en todo el Estado. «Cada vez que retiramos el material lo envolvemos y lo sellamos antes de llevarlo a los centros de reciclaje o vertederos. Esta prohibido tirarlo así sin más» concluye Del Olmo.
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