Una treintena de sociedades de Bizkaia solo admite socios varones

El presidente de la federación, Eduardo Sainz de la Fuente, asegura que, en la práctica, son muchos más. «En torno a la mitad tiene alguna limitación, como que puedan entrar solo ciertos días, que no puedan cocinar...», explica. «Los más antiguos siguen con la tradición», agrega. Casi todos los 'clásicos', fundados en los años sesenta y setenta del siglo pasado, carecen de estatutos y de juntas directivas consultables en al registro. Son en torno a 120.

Sin embargo, que los estatutos estén actualizados y hablen de asociados o de socios y socias no implica que en la práctica sean mixtos. En este sentido, indica Sainz de la Fuente, las normativas internas que recogen el proceso para la entrada de nuevos integrantes aplican de forma indirecta el requisito de ser varón para ingresar. «En algunas tienen que estar todos los socios a favor. Con que uno diga que no, se rechaza la petición», ejemplifica.

Entre los estatutos analizados, algunos contemplan que cada nueva incorporación debe ser avalada por seis asociados y aprobada por la junta y la asamblea; en otros se debe contar con el apoyo de al menos dos tercios de los miembros. Y los hay que, pese a ser normativamente mixtos, dan prioridad en caso de vacante a los herederos varones de algún socio desaparecido...

El presidente de los txokeros entiende que, al tratarse de entidades privadas, la intervención institucional se antoja complicada. «Otra cosa es que, como ocurre sobre todo en los pueblos, los ayuntamientos ceden lonjas a las sociedades. Ahí no se puede hacer discriminación alguna, porque es un local público», argumenta. De hecho, algunos txokos han renunciado a subvenciones para actividades porque se niegan a permitir que las mujeres sean socias.

Los últimos datos oficiales disponibles datan de una encuesta telefónica realizada en 2008 por la Defensoría para la Igualdad del Gobierno vasco. El 58,5% de las sociedades consultadas en Euskadi reconocían que excluían a las mujeres, un porcentaje que en Bizkaia se elevaba hasta el 79%. La situación era más frecuente en las capitales (71,1%) que en los pequeños municipios (42,8%).