El tiempo de las grandes infraestructuras está llegando a su fin

Como el plan es a veinte años, sus esfuerzos y orientación, más que a tender nuevas capas de hormigón sobre el territorio, se centran en optimizar las estructuras actuales. Fuentes forales hablan de utilizar la tecnología para hacer más eficiente el sistema, para «encontrar herramientas y modos de gestión de cara a mejorar los tránsitos en lo que ya tenemos». Desde la explotación del 'big data' para prever movimientos y flujos de tráfico, hasta el uso de la inteligencia artificial en busca de soluciones, pasando por la modelización 3D, la creación de gemelos digitales o el diseño de mecanismos para que desde el centro de mando se pueda establecer comunicación directa con los vehículos que ruedan por la red.

El fin último, según fuentes forales, es «mejorar la accesibilidad a los servicios, reducir la huella de carbono y reforzar la cohesión social, reservando a su vez el entorno natural». No se pierde de vista, como siempre que se habla de estas cosas, las medidas para «minimizar el impacto del cambio climático y gestionar los riesgos ambientales de forma más eficaz a nivel municipal». Hay que recordar que el nuevo escenario que depara, por ejemplo, el cambio en el régimen de precipitaciones, con lluvias más intensas y espaciadas, obliga a repensar el diseño de ciertas estructuras como, por ejemplo, las de saneamiento y evacuación de aguas.