El coraje de las mujeres
La esperanza en un mundo mejor renace cuando un ejército femenino protesta pacíficamente
Rosa Regás
Domingo, 29 de enero 2017, 03:03
Poco a poco personas, instituciones, políticos van cambiando sus opiniones sobre Trump, su política, sus gustos por el oro y lo dorado y sus ataques ... furibundos contra los 'distintos', sean por el sexo, el color de la piel o la ideología. Y lo que fueron ataques violentos, chistes de mal gusto y críticas aceradas, se han convertido hoy en reflexiones sobre otras formas de entender la política, la verdad que encierran las grandes exageraciones, y la susceptibilidad de mujeres y mexicanos que se sienten ofendidos antes de dar tiempo al magnate a aplicar su política, tan lejana de la que estamos hechos a defender o atacar.
Y es que nuestros políticos, nuestros amigos y el mundo entero, cambian. Algunos por seguir la dirección del viento o por las veces que un líder aparece en TV, y otros por su propia capacidad de ir acercando su ideología al poder empresarial, ciudadano, estatal o mundial.
Cuando éramos adolescentes o muy jóvenes y convertíamos la protesta en un arma de lucha contra la injusticia o la desigualdad, se nos advirtió cien veces de que cambiaríamos, y que a medida que fuéramos creciendo iríamos viendo las cosas de otra manera, porque bien sabido es que no tiene corazón quien a los veinte años no es socialista (entonces ser socialista significaba ser solidario con los pobres y los desahuciados), pero no tiene cabeza si a los cuarenta no ha dejado de serlo. Es decir, la derecha como poseedora del sentido común, dejando para la izquierda un extemporáneo y pasajero deseo de solucionar lo no solucionable o de empeñarse en ver problemas donde sólo reina el orden mismo de la realidad.
Entre otras muchas, ésta fue una aportación de la burguesía al asentamiento de tal moral social en buena parte de las familias, de este país al menos, hasta llegar a hoy donde riqueza y poder vienen a ser lo único que cuenta para quienes creen que no se puede ser solidario ni de izquierdas a los cuarenta años porque prevalece para ellos la economía, el dinero a su modo de entenderla, obtenido como sea que esto poco importa a esas gentes que votan sistemáticamente a los ricos candidatos imputados porque su familiaridad con la corrupción merece ser investigada por la Justicia: una forma de creer en un tipo de sociedad que ha ido afianzándose de año en año.
De ahí que cuando frente a Trump, máximo poder del mundo que desprecia lo que le es ajeno y quiere convertir América en una aldea ni siquiera global, un ejército de mujeres protesta pacíficamente pero con claridad y contundencia recorriendo el mismo escenario donde el emperador habría querido ser adorado, renace la esperanza en un mundo mejor.
A veces la vida sorprende con giros inesperados, como ver que son las despreciadas y ninguneadas mujeres de todas las edades las que, solo con su coraje, se alzan frente al poder.
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