La cámara indiscreta... y oculta
Bolígrafos, relojes despertadores, incluso rosarios... El mercado ofrece todo tipo de dispositivos de grabación escondidos en objetos de uso común. Varios escándalos han sacudido Euskadi por la captación de imágenes íntimas con diversos artilugios
juanma velasco
Sábado, 20 de febrero 2016, 01:34
Haga un sencillo ejercicio. Mire por un momento a su alrededor y compruebe los objetos que están en las estanterías, encima de la mesa o en cualquier rincón de la estancia en la que se encuentre. Fíjese bien porque quizás el perchero que cuelga de la pared no es tal y lleva incorporada una cámara de vídeo con la que le están grabando. Asegúrese de que el marco de la fotografía que está sobre la estantería no tiene botoncitos con los que estén captando todos sus movimientos. Y, por último, compruebe que el reloj despertador de la mesilla no incorpora una cámara oculta, sí, una como la que usaba un vecino de Irún, que fue detenido la semana pasada acusado de abusar sexualmente de su hijastra y de presuntamente grabarle desnuda en su habitación mediante uno de estos artilugios.
La utilización con fines ilícitos de cámaras ocultas para captar imágenes de desnudos ha vuelto a poner el foco en los dispositivos que se encuentran de forma totalmente accesible en el mercado. Un reloj de pulsera con «cámara espía» incorporada, por ejemplo, se puede adquirir en Amazon.es por 31,99 euros. Su uso, dependiendo en las manos en las que caiga y los fines que persiga, puede resultar de lo más dañino, además de considerarse delito.
Y si no, que se lo pregunten a las usuarias de los vestuarios femeninos de los equipos de rugby y atletismo de Fadura, en Getxo, donde se hallaron dos cámaras que grabaron imágenes. O a las del vestuario femenino de la empresa Batz, en Igorre, el mes pasado. Lo mismo en uno de los vestuarios femeninos del polideportivo de Galtzaraborda de Errenteria, donde una mujer encontró mientras se duchaba una cámara supuestamente oculta en un bolígrafo, según describió una de ellas. O a las jugadoras de los equipos femeninos del Lagun Onak de Azpeitia, en cuyos vestuarios, donde también se cambian los chicos, se hallaron dos agujeros que supuestamente servían para captar imágenes desde la lavandería del club.
Además, en marzo del año pasado un juzgado de Donostia condenó a dos años de prisión a un usuario del Club Atlético San Sebastián por grabar a menores desnudos en las duchas mediante una cámara espía oculta en un mando de apertura de garaje, similar al que aparece en una de las fotografías que acompañan este reportaje.
Una cámara en un rosario
Porque estos artilugios están al alcance de cualquiera que los pueda comprar tanto en internet como en comercios físicos, como es el caso de La tienda del espía, que tiene establecimientos en distintas ciudades de España, entre ellas Bilbao, y además ofrece venta online. «Tenemos cámaras ocultas en botones, en relojes, en bolígrafos, en colgantes, en batería de móvil, en un bote de chicles... El más curioso es un rosario con un crucifijo», afirma Itziar Martínez, responsable de La tienda del espía, donde venden «a diario» este tipo de cámaras espía.
Según explica, todos estos aparatos a la venta «están completamente homologados» y puede comprarlos y usarlos cualquiera. «Luego el uso que le dé cada uno ya es libre. Por ejemplo, la información que se graba con estas cámaras ocultas no se puede hacer pública o colgarla en la web. Al final estas cámaras captan información que se puede usar para un fin bueno o malo», añade la responsable.
En alusión a los dispositivos que se han encontrado recientemente en vestuarios de polideportivos, Martínez recalca que es una práctica que está «superprohibida». Es más, según explica, «hay algunos propietarios de gimnasios que nos han venido a pedir consejo porque les estaban robando en las taquillas de los vestuarios. Nosotros les decimos que les podemos vender la cámara, pero les advertimos de que su colocación ahí está totalmente prohibida».
Sospechas de infidelidad
Las cámaras espías ocultas en objetos tienen un funcionamiento muy sencillo. Disponen de una tarjeta microSD o una memoria interna. «Simplemente se aprieta un botón de encendido y se pone a grabar a los tres segundos o se puede programar el inicio de la grabación. Las baterías duran entre hora y media y cinco horas, aunque la mayoría duran unas dos horas», añade.
Pero, ¿quién compra estos artilugios? ¿Con qué fines? «Cualquier persona, pero sobre todo empresarios, temas de acoso laboral, para controlar la fuga de información de empresas, sospechas de infidelidad, gente que deja a su hija con una niñera y no se fía, o a una persona mayor al cuidado de alguien, robos en bares, en negocios, detectives profesionales... La gente que acude a la tienda del espía no viene por cotillear. Necesita uno de estos dispositivos porque tiene un problema y lo quiere solucionar», asegura Martínez.
Según asegura la responsable de la tienda, las imágenes que se graban con estas cámaras espía pueden ser importantes como pruebas en procesos judiciales, algo que les transmiten los clientes que compran estos aparatos. «Hay jueces que lo dan por válido y otros no. Una conversación grabada en voz, por ejemplo, si las dos personas aparecen en la grabación, aunque sea sin avisar, vale como prueba. No vale como prueba dejar una grabadora en un despacho y luego marcharse».
Con las imágenes, «depende del juez» para que la imagen se acepte como prueba. «Por ejemplo, si ocurre algo con la niñera en casa, aunque se le grabe sin avisar, se puede admitir como prueba», afirma.
Como ejemplo, Martínez asegura que también se están admitiendo como prueba «imágenes tomadas en garajes con cámaras ocultas en el interior del coche por un propietario que quiere cazar al que le raya el coche todos los días o le pincha las ruedas», añade la responsable de la tienda, donde también se venden dispositivos de contraespionaje, como detectores de cámaras y micrófonos ocultos.
Sea con cámaras espía o con un simple teléfono móvil, en último caso, la clave está en el uso que se realiza de la información que se capta. Como recordaba recientemente el ya ex director de la Agencia vasca de Protección de Datos, Iñaki Pariente de Prada, al ser preguntado por las Google Glass, unas gafas que permiten grabar imágenes entre otras cosas, «según cómo se utilice puede ser interesante, pero en muchos casos nos plantearán problemas según lo que hagamos con esa tecnología».