«Yo la voy a seguir llevando, el virus sigue aquí»
Los ciudadanos se debaten entre liberarse del cubrebocas o mantenerlo para evitar futuras olas del covid
«Voy a seguir llevando mascarilla aunque no sea obligatoria. El virus sigue aquí», sentencia Marisa Moya, una vecina del barrio bilbaíno de Txurdinaga que ... prefiere anteponer la prudencia a las fechas. Por eso, adelanta, «la voy a mantener más allá del 20 de abril», el día anunciado por el Gobierno central para aprobar el fin de esta medida de protección contra el covid que se ha convertido en un tema recurrente en la calle.
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No es la única que opina así. Como ella, Teresa Rodríguez, otra residente en la zona, admite que a una determinada edad «nos tenemos que cuidar», lo que no quita que en ocasiones se relaje. «Si estoy sola por la calle, pues no la uso, pero eso ya lo estoy haciendo ahora», admite.
A Antonio Ruíz, vecino de Santutxu, el final de las mascarillas no es algo que le quite el sueño. «No soy de entrar en bares, así que, si ya no hay que usarla, tampoco me va a afectar mucho», explica. Defiende, eso sí, que se mantenga «para las cosas que realmente hacen falta, como en el transporte público, las residencias de mayores y en los hospitales. Y cuando se junte mucha gente en interiores. Por precaución», precisa.
«No le veo sentido a poder ir sin ella por la calle, ponérmela para entrar en un bar y quitármela para tomar algo»
«Me he acostumbrado»
Para Maitane Rodríguez, que trabaja en un hospital, la mascarilla lleva años formando parte de su rutina diaria. «Ya me he aconstumbrado», reconoce. Tanto que «hasta se me hace raro salir sin ella a la calle». Además, la mujer tiene una razón de peso para mantener el uso del cubrebocas, «mi hija», todavía un bebé que va en cochecito.
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Pero en esto, como en todo, hay opiniones para todos los gustos. En el grupo de ciudadanos que no ven el momento de olvidarse de la mascarilla tras dos años de pandemia figura Jorge García, que pasea por el centro de Bilbao con esta protección en el bolsillo. «Estoy esperando como agua de mayo que deje de ser obligatoria», manifiesta con gesto de cansancio, Aunque también entiende las excepciones de uso, «como en los aviones, el metro y demás, en los centros sanitarios o en lugares donde haya personas vulnerables».
También Silvia Valdivieso, otra vecina de la capital vizcaína, ve con buenos ojos la retirada de la mascarilla. «Después de tanto tiempo, me parece normal quepor fin deje de ser obligatoria en interiores», apunta. Y expone sus motivos para creerlo. «No le veía mucho sentido a poder ir sin ella por la calle, tener que ponérmela para entrar en un bar y quitármela después para tomar algo», zanja.
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