El rediseño del rascacielos de Garellano pierde espectacularidad
Los cambios desatan la «decepción» de los compradores al poner ventanas en lugar de fachadas acristaladas y llenar los balcones de barras y enrejados
josé domínguez
Sábado, 2 de noviembre 2019, 01:06
El mayor rascacielos residencial de Euskadi, la 'quinta torre' que se levantará en Garellano, estaba llamado a ser uno de los edificios de viviendas más ... icónico de Bilbao. Lo avalaba la firma de Richard Rogers, ganador del Premio Pritzker -el Nobel de la arquitectura-, y también el vanguardista boceto inicial presentado hace poco menos de dos años. Bautizada como Anboto Dorrea, la construcción de 120 metros de altura -150 sobre el nivel del mar- y 36 plantas apostaba por una estética diáfana sustentada en el cristal en fachadas, balcones y miradores. Sin embargo, el diseño definitivo que ha llegado al Ayuntamiento se revela menos ambicioso y más conservador. Sustituye gran parte de los elementos transparentes de vidrio por barandillas repletas de barras de acero con enrejados hasta el techo y ventanas de 90 centímetros. El propio concejal de Planificación Urbana, Obras y Servicios, Asier Abaunza, reconoce que ambos proyectos son «totalmente diferentes» tras unas modificaciones que han desatado la «decepción» entre los compradores del 90% de los 166 pisos disponibles, cuyos precios oscilan entre 380.000 euros y más de un millón, que cuestan los ochos dúplex que habrá en el ático.
«Un edificio planteado como algo original, que iba a marcar un hito arquitectónico en la ciudad, se ha quedado bastante diluido», lamenta Yago Ferreiro, portavoz de sus futuros residentes. A su juicio, a Richard Rogers «le han cortado las alas».
Los cambios, insisten, son múltiples. No solo porque al anular los grandes ventanales en las fachadas laterales -«y sustituirlos por cemento»- se restará mucha luminosidad a las viviendas, o porque las barandillas de acero, «que en las esquinas de los balcones llegan hasta los techos», generarán «una sensación de agobio». Según explican, también se varía la solución técnica que se ha convertido en una «seña de identidad» de los trabajos de Richard Rogers, conocida como 'las cruces de San Andrés'. Se trata de unas aspas de acero colocadas en la fachada y que garantizan la estabilidad de todo el edificio. «Las han cambiado por un núcleo rígido en el centro del bloque, un gran rectángulo de hormigón de abajo a arriba que dentro albergará unas escaleras», se queja Yago Ferreiro. Una decisión que, a su juicio, «sin valorar la conveniencia de una u otra alternativa, resta vistosidad exterior a toda la torre, parece menos moderna, más tradicional y alejada tanto de lo que se nos había vendido a los compradores como de la imagen de vanguardia arquitectónica que se quería generalizar».
«Decisiones privadas»
Pero, ¿qué ha ocurrido para se haya rebajado la originalidad inicial de la torre? Fuentes del Grupo Arrasate, que gestiona su construcción en régimen de cooperativa, eluden hacer públicas «cuestiones internas», aunque apuntan a la necesidad de «hacer algunos cambios en el proyecto para adaptarlo a las normativas municipales». Asier Abaunza, sin embargo, rechaza que los «ajustes» planteados para encajar el anteproyecto en los requisitos de las ordenanzas urbanísticas del Ayuntamiento de Bilbao hayan provocado esta renuncia al «diseño estético inicial». «En los cambios han primado otras decisiones que siempre han estado en el ámbito privado, no por exigencias municipales», puntualiza el concejal de Planificación Urbana, Obras y Servicios.
Lo cierto es que desde la presentación pública del boceto inicial en marzo del año pasado por parte del alcalde, Juan Mari Aburto, y de Simon Smithson, director del proyecto y responsable de la oficina del arquitecto británico en España, la configuración de la torre ha sido objeto de continuas variaciones y «al menos, tres versiones distintas». La primera fue la eliminación de los miradores acristalados previstos en los laterales e «inspirados en la tradición de Bilbao», según remarcaba entonces el vídeo promocional de la inmobiliaria. Abaunza explica que, al estar cerrados, «computaban como metros cuadrados útiles en el total de la edificabilidad permitida en el bloque y optaron por quitarlos».
Otro cambio tuvo que ver directamente con la colocación y las características de las escaleras, que debían respetar las exigencias urbanísticas de ventilación e iluminación natural. El concejal de Urbanismo reconoce que esta «era una de las cuestiones que se debían ajustar en el proyecto constructivo y, aprovechando, la constructora toma la decisión de introducir otra serie de cambios en la torre que transforman completamente la estética de la misma, hasta llegar al diseño que finalmente se ha presentado para obtener la licencia de construcción». Arquitectos consultados, sin embargo, puntualizan que esta alteración por sí sola «ya obliga a cambiar la distribución de todas las plantas» y, a su juicio, explicaría muchas modificaciones que se han hecho posteriormente.
Los compradores, sin embargo, aprecian también criterios economicistas en estas decisiones. «El proyecto final sale más barato». En cualquier caso, aseguran que cuando así se lo hicieron saber al Grupo Arrasate, «nos contestaron que solo pagaremos lo que cueste la obra. Así que, si hay ahorro, esperamos que repercuta en el precio final, del que ya hemos adelantado un 25%». Con todo, y al margen de la cuestión monetaria, los futuros inquilinos insisten en que con este último diseño «se pierde una gran oportunidad de contar en Bilbao con un edificio residencial referente, de transcendencia internacional de verdad, a la altura de otros ideados por uno de los mejores profesionales del mundo».
Richard Rogers
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Premio Pritzker. Recibió el premio más prestigioso de arquitectura en 2007. Y en diciembre del año pasado el American Institute of Architectura le concedía también su mayor reconocimiento, el Gold Metal, por un trabajo que «ha tenido una perdurable influencia». En 2009 ganó el concurso de ideas convocado por Bilbao Ría 2000 para planificar el desarrollo residencial del antiguo cuartel de Garellano. Y en 2015 la misma sociedad interinstitucional le encargó también el diseño de su quinta y más alta torre.
La clave
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Criterios «económicos» Los cooperativistas creen que los cambios hechos en el proyecto abaratarán el coste final de la obra
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