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Alex Villanueva, en primer plano y Alex Muñoz, protegidos con pantallas en un taller de pintura. jordi alemany

Regreso a los centros de discapacidad

De vuelta. Los servicios de día para atender a estas personas reabren sus talleres y actividades y dan un respiro a sus cuidadores tras «un intenso confinamiento»

Miércoles, 10 de junio 2020, 02:13

Alex Muñoz y Alex Villanueva se afanan en terminar la tarea encomendada para hoy. El primero ha dibujado una tortuga de colores sobre una ... camiseta blanca «porque me gusta cuidar animales acuáticos. Me encargo de limpiar la pecera y dar de comer a un pez y dos tortugas». El segundo ha pintado «una jirafa en un lienzo verde». Cuenta Muñoz que hace «autorretratos al estilo de Picasso» y Villanueva que «está acabando otro cuadro para una buena amiga, que se llama Bea. Como ven que pinto, todos me piden», celebra.

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Estas obras de arte son las primeras en una larga temporada. El centro en Durango de Gorabide, donde se atiende a personas con discapacidad intelectual, acaba de reabrir sus puertas. «Hoy estamos ocho usuarios y normalmente son 22. Las familias todavía tienen miedo al contagio. De cualquier modo, mantienen la plaza», explica Esther Fuentes, la directora de los 11 centros diurnos de la entidad, que suman 216 plazas. «Aproximadamente el 60% de las familias quieren reincorporarse», calcula. El periodo de confinamiento para este colectivo ha sido «intenso». Muchos cuidadores viven como un respiro la vuelta a la actividad, que están llevando a cabo de forma progresiva. «Por el momento, hemos empezado con los usuarios que pueden llegar de forma autónoma al centro y mañana -por hoy- empezaremos con el transporte». Un autobús recoge a los usuarios cerca de sus domicilios y les lleva de regreso a la tarde.

«El 60% de las familias quiere reincorporarse», inciden desde Gorabide, aunque la llegada de los usuarios será progresiva

Abrir el centro con seguridad ha requerido de un protocolo estricto. «Lo primero es poner los pies en las toallas de la entrada y darte gel en las manos», explica Alex Villanueva. «¡Y cambiarte la camiseta! ¡y el termómetro!», añade su tocayo. Los dos traen de casa una de esas pantallas de plástico para el rostro que ha puesto de moda la pandemia. «Mucho mejor que la mascarilla, que agobia mucho. Te tienes que comprar una», proponen al periodista. No es mala idea. Tiene mucho de quimera la distancia social en este colectivo, afectuoso por naturaleza y que se relaciona tocando y sintiéndose cerca. «Hacemos todo lo que se puede pero explicamos a las familias los riesgos», comenta Esther Fuentes. Entran y salen por turnos para no aglomerarse. Hay unas pegatinas que marcan el camino. «Al principio me agobiaba con equivocarme», confiesa Villanueva.

Uno de los usuarios se abraza a una de las trabajadoras del taller. jordi alemany

«Nos hemos aburrido mucho»

Los dos dudan un poco cuando se les pregunta la edad. Muñoz tiene 21 -«y soy capricornio», puntualiza-, y 27 su compañero. Comentan al unísono que se han «aburrido mucho» en el confinamiento y agradecen la vuelta de la normalidad. En otros casos, dentro de este colectivo, la incomprensión de lo que estaba sucediendo puede derivar en estados de nerviosismo y problemas de conducta. Muñoz hace memoria y recuerda que en este tiempo extraño encerrado en casa ha visto series. «También he ido a la compra y he dado paseos con familiares, siempre con mascarilla». «Los psicólogos expiden un permiso especial porque es necesario en su caso», apunta Fuentes.

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Alex Villanueva, durante el confinamiento, «jugaba con la tablet y a la Play con mi hermano». Muestra orgulloso el protector de rostro, regalo de su hermano pequeño. Tiene algunas responsabilidades en el equipo que le encantan, como «escribir las actas de las asambleas que hacemos los lunes», el momento en que se deciden las actividades de la semana. Cuenta su compañero que «nos hemos quedado sin el pintxo-pote de los viernes, que íbamos a comer tortilla, pero todavía no se puede». También han tenido que cancelar sus intervenciones en Durango Irratia. «Ven como funciona la radio y eligen las canciones que suenan», explica la directora del centro. Todo volverá.

La música les tira. Los dos cantan, con mucho arte. Todos aplauden cuando terminan su actuación. Bueno, todos no. «Faltan muchos compañeros», apuntan. El regreso será progresivo y paulatino y seguramente se completará después del verano. «A los mayores de 60 años, por ejemplo, no les recomendamos todavía que vengan porque son población de riesgo». Les toca esperar.

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