«Nadie quiere vivir en el infierno y que le peguen un tiro por la cara»
Vecinos de Zubileta que se mudaron por las amenazas describen el calvario de convivir con los clanes del tiroteo mortal
«¡Cualquiera va ahora a Zubileta en una temporada! Tendremos que pedir a la Policía que nos escolte. Al inquilino ya le he advertido: 'no ... esperes que vaya a arreglarte la correa de la persiana hasta que se calmen los ánimos'». Los vecinos del bloque de Burtzeña donde se produjo el tiroteo con un muerto y tres heridos el pasado domingo tienen «miedo» y han vuelto a pedir a la alcaldesa de Barakaldo a través de una carta que registraron anteayer en el Ayuntamiento, que les ayude. «A ver si a la tercera va la vencida». En las anteriores ocasiones en que han pedido audiencia con Amaia del Campo «no nos ha recibido», se quejan.
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«Me ocuparon la casa durante tres años y se llevaron hasta el bidé»
Son un grupo de seis propietarios del bloque 24, en el que vive también la familia del fallecido en otros dos pisos. No pueden revelar sus identidades «porque estamos amenazados de muerte», pero se han decidido a hablar. «No podemos meternos debajo de una baldosa», proclaman. Las seis familias terminaron claudicando y marchándose de sus viviendas hace varios años, entre siete y un año y medio, según cada caso, hartos de las «continuas amenazas, insultos, extorsiones, destrozos, robos, ocupaciones y peleas...» que padecieron de forma continuada. «Pero seguimos teniendo un piso allí y tenemos que seguir pagando la hipoteca y el IBI como si fuera un barrio rico en el centro de Barakaldo», advierten. Sólo les pueden alquilar las viviendas a «extranjeros». A «pobres inmigrantes que aguantan porque los alquileres son muy bajos, pero a raíz de esto se van a ir», pronostican. «Nadie quiere vivir en el infierno y que le peguen un tiro», asumen.
«Me agarraron del cuello»
«Mi casa no tenía mucho valor, pero a partir de ahora no sirve ya ni para trastero. Si la pongo a la venta por 5.000 euros, nadie la compraría. Y la tengo reformada y muy bonita», lamenta una de las propietarias, a la que le han llegado a «rodear y agarrar del cuello» después de que saliera hace varios años en una televisión local quejándose de los problemas de convivencia.
«Han matado al que menos culpa tenía, el único que ponía un poco de cordura, de paz», dicen. Jose, como llamaban al patriarca del clan, recibió tres impactos de escopeta cuando mediaba durante una disputa de tráfico o por un aparcamiento, según la distintas versiones que circulan, entre alguno de sus hijos y miembros de la otra familia, que residen en el número 28 de la misma calle y con la que mantenían viejas rencillas.
«Siempre me he llevado bien con él. Nos arreglábamos hablando», recuerda el dueño de uno de los pisos. «Dentro del caos, ponía un poco de cordura. Me ha salvado muchas veces de que sus hijos me engancharan», coincide otra propietaria. «Si hasta hemos hecho barbacoas juntos».
«Mi piso no tenía mucho valor, pero ya no sirve ni de trastero. Ni por 5.000 euros lo compraría nadie»
Cuando ellos compraron sus viviendas -la «inversión más importante de sus vidas»-, Jose y su ahora viuda tenían a los hijos pequeños. Forman una familia numerosa con ocho vástagos, cinco varones y tres mujeres. «Se ponían a cantar y dar palmas por la noche, pero cuando les tocabas para que pararan porque teníamos que madrugar, hacían caso. Se podía convivir». Los problemas llegaron «cuando los niños fueron creciendo» y empezaron a acumular antecedentes por robos y otros delitos. «Uno de ellos ha estado ya tres veces en la cárcel de Basauri». No se les conoce oficio. «Hicieron dos campañas de Navidad en el rastro, pero luego les quitaron la licencia». La situación se ha ido deteriorando y en los últimos tiempos el ambiente se había vuelto irrespirable, aunque nadie esperaba que estallara de esta manera.
«Lo que quieren es quedarse con el edificio entero. Con todo, con la plaza... Un día cuando estaba aparcando salió un niño por la ventana y me dijo gritando: '¡ese sitio es de mi padre!'», pone como ejemplo una de las afectadas. A otra de las residentes que acudió con una pareja que quería alquilar su vivienda, le espetaron: «A esos no les traigas aquí porque les matamos. Alquílanosla a nosotros». «Es el colmo, ya no puedes ni decidir a quién quieres meter en tu casa», protestan. En varias ocasiones les han filtrado humedades, «pero no arreglan las manchas porque quieren que se vayan los inquilinos y quedarse solos con todo». Ya en 2018, los propietarios del número 24 se unieron y buscaron un abogado porque se planteaban denunciar un posible caso de «'moobing inmobiliario'».
Grietas y agujeros
Mientras vivían en Zubileta, la tensión y los desvelos eran continuos, lo que ha llegado a generarles problemas de «ansiedad y depresión» con necesidad de tratamiento. «A mi hija le rajaron las ruedas del coche cuando estaba embarazada y tenía que ir a trabajar hasta Basauri». A otro vecino también le dejaron sin automóvil. «Tuve que ir andando a trabajar a las cinco y media de la mañana», dice.
El edificio se encuentra además fuera de ordenación, por lo que no pueden esperar que en el futuro la situación vaya a cambiar. Creen que les utilizan como «pantalla» para evitar que el problema se extienda a otros puntos del municipio. «Todo lo de alrededor está ya robado». El deterioro del inmueble es evidente. Las zonas comunes, como el portal, están llenas de grietas en las paredes y agujeros en el suelo, pero «como no pagan la comunidad es imposible arreglarlo». El mal estado del tejado puede llegar a suponer un riesgo para los vecinos. «Se enganchan a la luz y sufrimos continuos apagones y cortes de agua, además de plagas».
Se plantearon denunciar 'moobing' inmobiliario y piden al Ayuntamiento que se implique y les ayude
Por eso, reclaman al Ayuntamiento de Barakaldo que se implique para buscar una solución. Proponen como alternativa «un intercambio de domicilio» o que «presionen a los bancos para que les faciliten la dación en pago». Renunciarían a sus viviendas y a las inversiones que han metido en ellas para poder «empezar de cero» sin la carga de la hipoteca.
«Somos unas víctimas más y nuestros inquilinos pueden estar en peligro. Pedimos protección para nosotros como perjudicados y para ellos. Puede haber otra pelea y que les coja en el medio». Las cámaras que han instalado «no van a servir de nada», dicen. Y se preguntan «cuánto van a durar». Como ejemplo de la «dejadez» por parte de las autoridades, que les tratan como a un «barrio de tercera», citan el charco de sangre de la víctima mortal del tiroteo sobre la acera, delante de uno de los portales. La mancha de color rojo ha permanecido allí varios días después de que se levantase incluso el cordón policial. La presencia de patrullas de la Ertzaintza y de la Policía Municipal durante las 24 horas evidencia que Zubileta se ha convertido en la zona cero de Barakaldo.
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