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Se puede vender de muchas maneras. A través de una web llamativa, promocionándose en Twitter o con un anuncio basado en tus intereses insertado en la bandeja del correo electrónico. Pero también se puede comerciar a la antigua usanza, con ese trato familiar de las tiendas de barrio, aquellas en las que un consejo comercial se sostiene en una confianza granjeada durante dos generaciones. Donde no se pierden las viejas costumbres, como ese mimo histórico con el que los comerciantes visten de gala su escaparate, normalmente a deshoras y con la luz medio apagada. Lo saben bien en BilbaoCentro, que han entregado los premios a los mejores de los distritos de Indautxu y Abando. Según la asociación, «mantenemos nuestra apuesta por los medios tradicionales de captación de clientes y por trasladar esta estrategia tan exitosa al apartado digital, sin descuidar ninguno de los dos canales de venta».
La duodécima edición ha tenido que optar entre los mil estilos posibles para mostrar productos, desde los más tradicionales a los rompedores, pasando por los clásicos navideños. Entre los tradicionales se impuso Original Tea, una tienda especializada en tés e infusiones ubicada en el número 55 de Rodríguez Arias. El más creativo fue Calzados Lasaga, en la calle Autonomía 21 y el galardón !al más original« recayó en la composición de la tienda de ropa MOIQUT, que ah mostrado sus prendas bajo una nube y un rayo. Maestre, un comercio especializado en las dos ruedas y sito en el número 60 de Licenciado Poza, fue el más navideño con un pino de tela. El jurado ha estado compuesto por el profesor de escaparatismo Josu Rodríguez, el experto en cine Roberto Menéndez y Jon Marín, de la empresa de comunicación CID-FCA.
A esta cita ya tradicional con el escaparatismo se han sumado más de una treintena de comercios. Para el gerente de BilbaoCentro, Jorge Aio, «los escaparates originales y cuidados son los que invitan a los clientes a entrar en las tiendas y los que marcan la calidad y singularidad. Por eso son claves en la venta». El certamen quiere ser también «un reconocimiento a la imaginación de los propietarios para atraer a la clientela». Ese esfuerzo del buen gusto, de la capacidad de crear con los pies descalzos, mucho antes del marketing del último click que tanto amenaza lasupervivencia de la tienda de siempre, esa pieza indispensable en la identidad de un barrio.
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