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Rodolfo Ares, Eduardo Madina, Idoia Mendia e Isabel Celaá.

Los socialistas vascos aspiran a tener un papel decisivo en la batalla de Madrid

El nombre de Patxi López aparece como una salida de urgencia en una pelea en la que Rodolfo Ares e Isabel Celaá ocupan puestos determinantes

david guadilla

Sábado, 1 de octubre 2016, 18:45

Catorce vascos participarán en la batalla sin cuartel que se prevé hoy en el comité federal del PSOE. Y salvo deserción de última hora, la práctica totalidad de ellos pelearán del lado de Pedro Sánchez. Solo Eduardo Madina se ha posicionado en el lado de los críticos, pero la realidad es que el diputado de origen bilbaíno que fue en la lista por Madrid está considerado por la dirección del PSE como un miembro ajeno a la delegación vasca.

Los otros trece arroparán sin fisuras al secretario general. La mayoría de ellos pertenecen al núcleo duro del partido. El acceso al comité federal, una especie de parlamento interno, se realiza por varias vías: ser elegido en el congreso del PSOE -el último fue en julio de 2014- o por el del PSE, que fue dos meses después. A través de estas dos puertas han entrado los principales dirigentes de la formación. Patxi López está como miembro de la ejecutiva federal e Isabel Celaá como presidenta de la comisión de garantías.

¿Serán determinantes? Al menos, lo quieren ser. El papel del socialismo vasco siempre es más cualitativo que cuantitativo. Para hacerse una idea de su peso numérico basta con echar un vistazo a la cifra de militantes. En la votación que realizó el PSOE hace unos meses para respaldar el fallido pacto con Ciudadanos participaron cerca de 190.000 militantes en el conjunto de España. Los vascos no llegan a 5.000. Solo en la provincia de Jaén hay más de 6.000; en la de Sevilla, casi 10.000; en el conjunto de Andalucía, unos 45.000.

Son 14, y en el comité federal hay 300 cargos. Pocos, pero bien colocados. Y con importante peso orgánico. Por ejemplo, Patxi López, uno de los principales apoyos de Sánchez. Sigue en la ejecutiva federal, pero ha querido permanecer ajeno a la batalla mediática. Solo ayer lanzó un tuit de cuatro palabras: Me duele el PSOE, acompañado de un emoticono con una lágrima. Fue respondido por Susana Díaz: «A mí también me duele el PSOE, como a mi compañero».

El intercambio de mensajes ha avivado los rumores de que López sea una salida intermedia, la vía de urgencia que estarían buscando sectores de ambos bandos para evitar la fractura absoluta. Respetado por los sanchistas, también mantiene buenas relaciones con opositores a la dirección como Guillermo Fernández Vara y Javier Fernández. El presidente asturiano sería el encargado de pilotar la gestora que los críticos querían montar en caso de derrocar a Sánchez. López se mantiene fiel al secretario general, pero tampoco ha ocultado su malestar con algunas decisiones del propio Sánchez y de sus colaboradores. Desde el entorno del exlehendakari se subraya, en todo caso, que no hay nada seguro y que la incertidumbre es máxima.

Más curtido

Pero hay otro dirigente que está moviéndose en las trincheras en defensa de Sánchez: Rodolfo Ares. El exconsejero de Interior se despidió el pasado mayo de la política vasca. Pero no para jubilarse. Se ha convertido en uno de los principales apoyos de Sánchez en la sala de máquinas. Tiene contactos en todas las federaciones. De él se dice que nunca ha perdido un congreso. Y no solo en Euskadi. En el de Sevilla de febrero de 2012, la leyenda dice que estuvo hasta el último segundo recabando apoyos para que su amigo Alfredo Pérez Rubalcaba venciese a Carme Chacón, que contaba con el apoyo de Susana Díaz. Rubalcaba ganó por 22 votos.

¿Qué puesto ocupa ahora? Pues vicepresidente del comité federal. O lo que es lo mismo, la sombra de Verónica Pérez, la dirigente andaluza, afín a Susana Díaz, que el jueves dijo con muy poco éxito: «la única autoridad soy yo». Curtido en mil batallas internas, Ares tampoco ha hecho declaraciones públicas. En la locura orgánica en la que se ha introducido el PSOE, no habría que descartar que si los críticos boicotean el comité, lo acabe presidiendo Ares.

¿Y qué órgano validaría que todo eso es correcto? Pues la comisión de ética y garantías, una especie de tribunal interno. ¿Y quién lo preside? Isabel Celaá, una de las principales colaboradoras de Ares y López durante más de una década en Euskadi.

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