Mariano Rajoy abandona el Congreso después de su intervención en el debate de investidura.

Rajoy somete hoy su candidatura a la votación del Congreso con el rechazo de la mayoría de la Cámara

Los socialistas, cuya abstención es clave, no encuentran «ninguna razón» para apoyar al presidente en funciones pese a su apelación a la «corresponsabilidad» del PSOE para hacer frente a los problemas de España

óscar b. de otálora

Miércoles, 31 de agosto 2016, 02:43

El discurso de Mariano Rajoy para solicitar los votos necesarios con los que sacar adelante su investidura no fue suficiente ayer para convencer a los miembros del Congreso de los Diputados. El PSOE, el principal aludido y cuya abstención es clave para que el PP continúe gobernando, afirmó tras escuchar al aspirante popular que «no encuentra ninguna razón» para apoyar a Rajoy. Dentro del aluvión de críticas que generó la intervención del candidato, incluso sus socios de Ciudadanos cuestionaron sus palabras y le reprocharon haber preparado un monólogo con escasa convicción y sin un llamamiento directo a los socialistas para que le permitan continuar en La Moncloa.

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Rajoy, por lo tanto, cuenta con 170 votos -sus 137 diputados, los 32 de Ciudadanos y 1 de Coalición Canaria- de los 350 que forman la Cámara. El PNV, cuyos cinco representantes serían claves, se mostró ayer muy molesto con la intervención de Rajoy y le acusó de haberse «pasado de frenada» en la defensa de la unidad de España, al tiempo que le avisaba que se la abría «otro frente» en el País Vasco. El resto de formaciones también se sumaron a estas críticas, palabras que hoy tendrá que volver a escuchar Mariano Rajoy en el turno de réplica de todas las formaciones que se abre a las nueve de la mañana. El escenario que se inicia ahora, tras la previsible derrota que sufrirá esta tarde el presidente en funciones, implica a esperar al viernes, en el que su candidatura sólo necesita una mayoría simple para salir adelante. Pero la acogida que tuvo su discurso no permite esperar sino un nuevo fiasco para los populares.

«Aventurerismo político»

El mensaje-fuerza del discurso de investidura de Mariano Rajoy no pudo ser más claro: si no hay Gobierno los riesgos a los que se enfrenta el futuro de España -en la economía y la unidad territorial- son inabordables y quien debe ocupar La Moncloa es el PP, que ganó las elecciones. Para el presidente en funciones y candidato popular, cualquier otro alternativa es «aventurerismo político» o una afrenta a los españoles que han acudido ya en dos ocasiones a las urnas sin que sus votos hayan permitido formar un Gobierno. En la apelación más evidente dirigida al dirigente socialista Pedro Sánchez para intentar que varíe su no rotundo a apoyarle, le pidió que respete la democracia y evite unas terceras elecciones. Un intento que resultó estéril.

Durante su hora y media de intervención, el candidato popular emplazó a los socialistas a ser «corresponsables», aunque sin realizar ningún gesto de aproximación hacia Sánchez. «Estamos ante la mayor encrucijada que España ha vivido en los últimos cuarenta años y, al ser una situación excepcional, debe enfrentarse por todos con responsabilidad», afirmó.

Para poner la pelota en el tejado de Pedro Sánchez, Rajoy colocó sobre la mesa todos los datos posibles sobre la recuperación económica. El líder del PP dibujó un escenario en el que los riesgos de mantener un Ejecutivo en funciones tendrían repercusiones en el bolsillo de los españoles con amenazas como las sanciones de Bruselas por el déficit presupuestario o «la parálisis» que afectaría a la financiación de las comunidades autónomas y a los servicios sociales.

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«Paralísis política»

Para plantear su versión más negociadora, Rajoy ofreció siete pactos a las distintas formaciones en temas como la educación, el empleo o las pensiones, en su mayoría, siguiendo las líneas marcadas por el acuerdo alcanzado con Ciudadanos. En estas áreas, no obstante, el candidato dejó claro que han sido sus decisiones las que han permitido «pasar de la recesión y a la creación de empleo. Nadie puede dudar de que sabemos cómo hacerlo», señaló. En este aspecto fue insistente. «No sería justo nublar el horizonte de prosperidad por culpa de la parálisis política», reiteró. Los riesgos que supondría una repetición electoral los contrapuso a poder contar con un Ejecutivo «estable, capaz de gobernar e inspirar confianza».

Otro de sus emplazamientos a los socialistas estuvo marcado por la situación política de Cataluña, en la que los partidos nacionalistas plantean la convocatoria de un referéndum unilateral de independencia y la desconexión de las instituciones españolas. En su opinión los planes suponen «liquidar la soberanía popular y el respeto a la Ley». Frente a las «ansias independentistas» de las formaciones soberanistas, «no de todos los catalanes», Rajoy defendió una unidad de España -«en la que hemos mezclado sangre y destinos»- garantizada por la Constitución. En su opinión, El Gobierno no puede discutir esta unidad «sino que su misión es defenderla», contexto en el que volvió a defender la soberanía de todos los españoles.

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