'Tropezar en la misma piedra' el artículo de mañana de Andoni Pérez Ayala
El respaldo parlamentario hay que conseguirlo sobre la base de unas propuestas programáticas con vistas a la formación del nuevo Gobierno tras las elecciones
Es sabido que los humanos somos los únicos animales capaces de tropezar dos veces en la misma piedra, como nos ilustra el viejo refrán campesino ... pero aplicable igualmente no solo a quienes caminan despistados por el campo sino a todos los mortales, incluidos también los políticos en periplo electoral. En cualquier caso, la probabilidad de reiterar el tropezón aumenta si se pone todo el empeño en ello, al tiempo que se hace caso omiso de la experiencia pasada, por reciente que ésta sea. Tal y como vienen desarrollándose las cosas en este último periodo, a la vez pos y preelectoral, todo indica que nos encaminamos con paso firme y decidido a tropezar de nuevo en la misma piedra, aunque esta vez el tortazo garantizado pueda ser mayor.
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Es un hecho que tras las elecciones del pasado 20-D, allá por las vísperas navideñas, no ha sido posible formar Gobierno, tal y como suele ser lo normal después de cada cita con las urnas, obligando así a convocar nuevas elecciones para el próximo 26-J, seis meses después de las anteriores, lo que no es nada normal. Se trata de una situación que no se había producido antes en los casi cuarenta últimos años (el próximo año se cumplirán cuatro décadas desde las primeras elecciones de junio de 1977). Y tampoco en otros países con mayor tradición y experiencia electoral suele ser nada habitual volver a hacer de nuevo elecciones cuando apenas ha transcurrido un semestre desde las anteriores.
El problema no es tanto hacer nuevas elecciones en seis meses, que aunque no sea lo más habitual puede considerarse un problema menor, como la constatación de que pueden repetirse los resultados de las elecciones anteriores, sin alteraciones sustanciales en los datos esenciales por lo que se refiere a las mayorías parlamentarias necesarias para poder formar Gobierno. Y en este caso, que es lo que avanzan las encuestas que se vienen realizando, las cosas pueden empezar a complicarse, sobre todo si las distintas formaciones políticas siguen manteniendo las mismas posiciones que han mantenido tras las pasadas elecciones que, como es sabido, han conducido a la imposibilidad de formar un Gobierno que cuente con la mayoría parlamentaria suficiente.
No estaría de más que seamos conscientes de que después del próximo 26-J, en el camino poselectoral que de nuevo vamos a tener que recorrer tras esa fecha, nos podemos encontrar las mismas piedras en las que ya hemos tropezado después de las últimas elecciones, esto es, unos resultados electorales similares que, al igual que ocurrió después del pasado 20-D, hagan muy difícil la formación del nuevo Gobierno. Y ante esta eventualidad, nada descartable por otra parte, la primera prevención que sería prudente adoptar es la de evitar transitar por el mismo camino ya recorrido en estos últimos meses y tratar de explorar nuevas vías conducentes a reunir el respaldo parlamentario que haga posible la formación del nuevo Gobierno.
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Lo que no ofrece duda alguna es que si no hay una alteración sustancial del mapa político surgido de las últimas elecciones (y salvo pequeñas variaciones no hay ninguna previsión en este sentido, según las encuestas conocidas) y, por otra parte, se mantienen las mismas posiciones que cada fuerza política ha venido manteniendo en relación con la formación del Gobierno en este último periodo, el tropezón está asegurado. Y no es lo mismo tropezar una vez, lo que incluso puede ser hasta positivo si se saben extraer las oportunas enseñanzas del tropiezo, que empeñarse en caminar por la senda que conduce inevitablemente a repetir los tropezones, en la misma piedra además. En este caso, ya no se trataría de tropiezos ocasionales por despiste sino de una inconsciencia reincidente o, peor aún, de un desvarío que requeriría ya de otros tratamientos.
La formación de Gobierno tras las elecciones no es una cuestión de habilidades virgueras de los negociadores, menos aún de exigir a los demás que cedan en sus posiciones mientras uno se mantiene firme en las suyas y, además, presume de ello. En un sistema parlamentario, como el nuestro, de lo que se trata es de reunir el respaldo parlamentario suficiente para que el nuevo Gobierno pueda ejercer, y ese respaldo parlamentario hay que conseguirlo sobre la base de unas propuestas programáticas en torno a las cuales debe girar el debate político con vistas a la formación del Ejecutivo tras las elecciones. De no ser así y centrarse ante todo, como viene ocurriendo, en la aritmética electoral de contabilización de escaños -los propios y los de los rivales- se corre el riesgo cierto de repetir la misma operación ya realizada estos últimos meses con el mismo resultado ya conocido.
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Ya que el periodo transcurrido desde las últimas elecciones no ha servido para formar Gobierno, al menos podría servir para extraer las enseñanzas oportunas que nos eviten tropezar de nuevo en la misma piedra, que no es otra que la falta de una mayoría parlamentaria que haga posible la formación de Gobierno. Conviene tener presente que las consecuencias de las recaídas suelen ser peores que las de caídas ocasionales a causa de un eventual tropiezo. En este caso la consecuencia inmediata sería la de la prolongación, durante un periodo temporal que ya puede empezar a plantear problemas, de la situación de impasse institucional en la que estamos instalados en los últimos meses.
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