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Pedro Sánchez, durante un momento del debate de investidura.

Pedro Sánchez fracasa en el primer intento

El candidato socialista no consigue la investidura como presidente del Gobierno al sumar solo 130 votos a favor, frente a 219 en contra y una abstención, tras una bronca sesión en el Congreso. Si Podemos mantiene su rechazo en el pleno del viernes, el líder del PSOE verá frustrado su acceso a La Moncloa. Las elecciones generales se repetirán el 26 de junio si los partidos no alcanzan acuerdos mayoritarios en el plazo de dos meses

Nuria Vega

Miércoles, 2 de marzo 2016, 19:44

Fracaso en el primer intento. El socialista Pedro Sánchez no ha conseguido la investidura como presidente del Gobierno en la votación celebrada esta tarde al no obtener la mayoría absoluta (176 escaños). El candidato del PSOE ha logrado 130 'síes': los de su propio partido y Ciudadanos, con el que ha firmado un pacto de legislatura y Nueva Canarias, mientras que 219 diputados se han pronunciado en contra. Coalición Canaria se ha abstenido con una votación. Todos ellos, uno a uno, se han levantado de sus escaños para expresar de viva voz su voto. Conocido de antemano el 'no' del PP, el rechazo de Podemos ha sido determinante. Al 'no' de esas dos formaciones se han sumado el PNV, los nacionalistas catalanes de DIL -la antigua Convergencia- y ERC, Izquierda Unida, EH Bildu...

Con esa votación arranca el plazo de dos meses previsto de la Constitución para nombrar al inquilino de La Moncloa. Si los partidos son incapaces de articular en ese periodo una mayoría suficiente en torno a un candidato, las Cortes quedarán disueltas el 3 de mayo y las elecciones generales se repetirán el 26 de junio. Un escenario sin precedentes desde el inicio de la Transición.

Sánchez tendrá una segunda oportunidad. El viernes, a las siete de la tarde, se celebrará una nueva votación, en la que al secretario general del PSOE le bastará con una mayoría simple -más 'síes' que 'noes'- para acceder a la Presidencia del Gobierno. Si Podemos se opone de nuevo, su investidura estará condenada a oto fracaso. Si se abstiene, el líder socialista necesitará guiños de los nacionalistas catalanes y vascos para estar en condiciones de formar Gobierno.

Las expectativas para él no son demasiado halagüeñas tras la bronca sesión de este martes. Las llamadas a la concordia de Albert Rivera y las apelaciones de Pedro Sánchez a un cambio político que ponga fin a la etapa del PP en el Gobierno han contrastado con la negativa de los populares y de Podemos a desbloquear la situación cambiando su decisión de votar no a la investidura del líder del PSOE.

El enfrentamiento más crudo ha tenido como protagonistas a Pedro Sánchez y a Mariano Rajoy, quienes han afrontado el debate como un primer ensayo de la campaña electoral que puede estar por venir. El jefe del Ejecutivo en funciones ha tratado de elevar los ánimos en las alicaídas filas populares a la vez que ridiculizaba las posturas de su adversario. "Éste es el gran pacto histórico que hasta los niños estudiarán en las escuelas", ha ironizado en referencia al documento firmado por PSOE y Ciudadanos, insuficiente por ahora para poder gobernar. "Asistimos a la solemnísima firma de un acuerdo de muy limitada relevancia, pero que se ha presentado sin el menor sentido del ridículo con una escenografía que nos hacía pensar que estábamos ante una página histórica de dimensiones sólo comparables al Pactos de los Toros de Guisando", ha espetado mientras resonaban los aplausos de su bancada, puesta en pie para recibirle.

La imposibilidad de un entendimiento entre Rajoy y Sánchez ha vuelto a quedar de manifiesto cuando el popular ha descrito al socialista como un "bluf", una "amenaza" para el país, aquel que logró ofrecer al PSOE el "peor resultado de su historia" y que dijo "no" al PP antes de sentarse si quiera a negociar. El socialista tampoco ha sido suave con su oponente, de quien ha dicho que su forma de gobernar motiva a "promover el cambio de políticas y de Ejecutivo". "Y eso hace incompatible que usted y yo nos podamos entender para formar Gobierno", ha zanjado.

Rajoy y Sánchez se han reprochado mutuamente haber hecho perder el tiempo a la cámara y a los españoles con movimientos o falta de ellos que no sirven para desbloquear la situación. El líder del PP ha acusado a Sánchez de no haber movido "un solo dedo" para formar Gobierno y acudir al Congreso sin respaldos suficientes para su investidura. "¿Hemos venido a votar una mayoría o a incubarla?", se ha preguntado. "Casi logra hacernos creer que el PP había perdido las elecciones y que las había ganado un tal señor Cambio con usted a la cabeza", ha rematado. Sánchez le ha respondido que si él está buscando la investidura es porque Rajoy declinó la oferta del Rey de intentar su investidura. "No fracasó en el intento de formar Gobierno, renunció a formar Gobierno, ese es su mayor fracaso", ha proclamado. Rajoy ha defendido que tomó esa decisión por la negativa del PSOE a hablar con el PP y ha dicho que de esa forma no engañó a nadie, "ni al Rey, ni a esta cámara ni al conjunto de los españoles". Ha tratado así de cargar la responsabilidad de la situación a Sánchez. Éste se ha defendido argumentando que Rajoy bloqueó el reloj de la democracia" al decirle no a Felipe VI, lo que, a su juicio, representó una falta de respeto "a todos los españoles y, en particular, a los siete millones que votaron al PP".

Iglesias carga contra todos

Al enfrentamiento entre Sánchez y Rajoy le ha sucedido una dura intervención de Pablo Iglesias. El líder de Podemos ha cargado contra todos sus adversarios políticos con un discurso dogmático de izquierda en el que no han faltado citas de Maquiavelo o el subcomandante Marcos.

Iglesias se ha servido del franquismo para arremeter contra los diputados del PP, a los que ha acusado de ser, en muchos casos, "hijos del totalitarismo". Y ha apuntado directamente contra Rajoy, de quien ha dicho que "representa al partido de la corrupción".

Albert Rivera tampoco ha podido esquivar los dardos de Iglesias, quien le ha bautizado como el líder de "la naranja mecánica". Le ha descrito como un "político hábil", pero ha sido el único elogio que ha salido de su boca. Le ha reprochado ser el instrumento de las oligarquías que intentan frenar el cambio y le ha acusado de tener la peor de las ideologías: "la de la cercanía al poder".

Pero ha sido Sánchez el principal objeto de las acometidas de Iglesias, que vienen a demostrar que la distancia entre ambos, lejos de aminorar, crece a medida que pasan los días. El líder de Podemos ha puesto en tela de juicio el socialismo de Sánchez y de quienes comandan el PSOE. Y Sánchez le ha reprochado que apoyase ayer a Arnaldo Otegi tras la salida de la cárcel del que fuera líder de Batasuna.

Iglesias ha defendido que si no hay gobierno de cambio, la culpa es de Sánchez por "escuchar a los oligarcas", ante lo que el socialista ha replicado recordándole que "la izquierda no suma" y que no va a permitir "que la gobernabilidad de España descanse sobre partidos independentistas".

Rivera apela al espíritu de la Transición

El único que ha tratado de desmarcarse de la bronca ha sido Albert Rivera. El líder de Ciudadanos ha vuelto a apelar al espíritu de la Transición para abrir una nueva etapa política que, a su entender, no puede pilotar Rajoy al considerar que sus ruegos en pos de una gran coalición carecen de credibilidad. "Usted desprecia que España tenga que ser reformada", ha manifestado en un momento de su intervención, en la que no ha faltado el recuerdo a Adolfo Suárez que salpica la mayor parte de sus discursos y en la que ha vuelto a señalar la corrupción como uno de los asuntos que impiden que Rajoy pueda seguir al frente del Ejecutivo.

Finalizadas las intervenciones de los líderes de los cuatro principales partidos del hemiciclo, una cosa queda clara: todo sigue igual que estaba o peor. Sánchez sigue sin tener los apoyos necesarios para ser investido como presidente, ni en primera ni en segunda votación. Y Rajoy continúa suscitando el rechazo de todos a causa la corrupción y la falta de diálogo durante la pasada legislatura. La convocatoria de nuevas elecciones parece, por tanto, más cerca.

El PNV, 'no' de momento

Ya por la tarde, el PNV, de quien se esperaba que se incorporara a los aliados de Sánchez, ya dejó clara su intención de decir no al candidato socialista. De momento. Podría ser 'sí' en la segunda votación prevista para el viernes, pero solo si el PSOE se compromete en serio con la «agenda vasca» y accede además a rehacer las «bases» sobre las que construir el acuerdo, sin atarse tanto a Ciudadanos. «Señor candidato, quedamos a la espera», ha finalizado Aitor Esteban su primera intervención.

EH Bildu también anunció su negativa espera a apoyar a Sánchez. La diputada de EH Bildu Marian Beitialarrangoitia advertía al líder del PSOE, Pedro Sánchez, de que no cuente con su voto sin el reconocimiento del derecho a decidir del pueblo vasco, el fin de las medidas de excepción en la política penitenciaria y la restitución de los derechos sociales. Esas son las tres condiciones que durante el debate de investidura ha marcado la representante de EH Bildu como «imprescindibles» para que cualquier cambio «sea real».

Y el portavoz de Democràcia i Llibertat, Francesc Homs, se mostraba esta tarde dispuesto al diálogo con el candidato socialista, aunque también le ha advertido de que Convergència no renunciará a sus posiciones independentistas. «Estamos expectantes. Abiertos y atentos y al diálogo sin vetos y sin prejuicios», ha señalado el diputado nacionalista. Eso sí, Homs ha avisado a Pedro Sánchez que mientras no se produzca el diálogo y la negociación, el Gobierno catalán «no dejará de recorrer el camino» hacia la independencia.

Ahora Sánchez tiene 24 horas para reconducir la situación y tratar de que sumar nuevos apoyos a su endeble y de momento inoperante pacto con Ciudadanos. Podemos tiene la llave de una gobernabilidad que este viernes solo precisará de una mayoría simple. Incluso con la abstención de la formación morada, el candidato socialista sería proclamado presidente del Gobierno si partidos como el PNV le dan su confianza. Por lo que se ha visto este miércoles en el debate de investidura, se antoja una misión prácticamente imposible.

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