El cambio en Euskadi: reflexiones tras el 20-D

Podemos defiende el derecho a decidir con referéndum vinculante. El diputado electo de podemos explica que su propuesta, «basada en las experiencias de Canadá y Reino Unido, plantea una solución de consenso y multilateralidad»

Eduardo Maura

Domingo, 27 de diciembre 2015, 22:19

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Podemos ha sido la fuerza más votada en la CAV, segunda en escaños, y ha obtenido la primera posición en municipios muy relevantes por peso ... poblacional o simbólico: Donostia, Vitoria-Gasteiz, Barakaldo, Sestao, Portugalete, Santurtzi, Irún, Llodio, Arrasate, Eibar, Errenteria, etc. Asimismo, ha sido segunda fuerza en Bilbao a una distancia de apenas 4.000 votos. Lo primero que habría que destacar es el porcentaje de voto tan homogéneo obtenido en los tres territorios, oscilando entre un 25% largo y un 27,1% en Álava. Es decir, que se trata de unos resultados sólidos a nivel autonómico, también en zonas no urbanas. Aunque es pronto para extraer conclusiones, los resultados sugieren algunas reflexiones.

Podemos contaba con un candidato formidable a La Moncloa y con una dirección de campaña valiente. Ha resultado fundamental la lógica de remontada que ha protagonizado casi toda la campaña. Ha servido para sobreponerse al relato de que el cambio retrocedía y de que venían fuertes las posiciones centralistas y menos avanzadas en lo social: me refiero a ese cuerpo extraño para el elector vasco que es Ciudadanos. Cs no tiene apenas representación en Euskadi, algunos de sus mensajes son toscamente centralistas (en materia de Concierto y Cupo) o directamente retrógrados (violencia machista), pero sí está muy presente en los medios de comunicación a los que la ciudadanía vasca recurre de manera mayoritaria, fundamentalmente las cadenas de televisión estatales.

En clave autonómica, partiendo de la obviedad de que la sociedad vasca está más politizada y es más compleja, y de que el mapa político tiene características propias, hay que señalar que la campaña de Podemos en Euskadi ha sabido complementar y articular un mensaje diferente al del resto de fuerzas vascas. Afrontábamos estas elecciones a sabiendas de que las fuerzas vascas mayoritarias minusvaloraban nuestra implantación territorial y omitían el dato, nada desdeñable, de que ya fuimos la tercera fuerza en votos en forales (más de 148.000). Ese olvido ha sido letal para las fuerzas de ámbito vasco que concurrían a estas elecciones: PNV y EH Bildu.

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Podemos ha concurrido como una fuerza vasca que además tiene dimensión estatal, no como un partido estatal tradicional con una «sucursal vasca», que es quizá lo que algunos esperaban. Esto se ha traducido en una campaña intensamente local, plural en los mensajes y en el abordaje de los problemas sociales y económicos de los diferentes municipios y comarcas: desempleo, transporte, reindustrialización sostenible, modelo de convivencia o cambio de modelo productivo. Este enfoque habría sido imposible sin el trabajo de los círculos de Podemos, las y los concejales del cambio en Euskadi y el trabajo de los grupos junteros. La articulación entre lo local y lo estatal ha sido un factor determinante a la hora de recoger la confianza de la ciudadanía en unas elecciones en las que lo vasco ha pesado más de lo que los comentaristas habían previsto.

El ritmo lento que el PNV ha impreso a la política vasca, la baja intensidad del conflicto territorial, así como la catalanización del ciclo político, han abierto la oportunidad para el cambio en Euskadi: en primer lugar encontramos la defensa cerrada por parte de Podemos de un pacto social basado en el blindaje de los derechos sociales. Este énfasis ha cubierto el déficit de un PSE que en mayo dio un paso atrás, recogió algunos favores y optó por ser muleta del PNV en diputaciones y ayuntamientos, es decir, socio de la opacidad institucional y de presupuestos continuistas y poco sociales amparados en la percepción falsa de que en Euskadi todo va bien. Hay cosas que van mejor, pero sigue existiendo un abismo entre la Euskadi oficial y la real.

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Aquí también tenemos problemas estructurales de desempleo entre jóvenes y mayores de 55 años, también tenemos desigualdades intolerables, y miles de personas han votado en esa clave. Ya el Euskobarómetro de invierno indicaba que más del 80% de los vascos piensan que las desigualdades han aumentado en la CAV y que aquí no hemos salido de la crisis. PNV y PSE han concurrido a estas elecciones con una gestión y un discurso autocomplaciente y poco realista en materia social.

En lo territorial, Podemos ha defendido el derecho a decidir con referéndum vinculante como alternativa frente a las posiciones unilaterales que triunfaron, en un sentido u otro, en las elecciones catalanas. En esto, Podemos tiene vocación constructiva. Nuestra propuesta, basada en las experiencias de Canadá y Reino Unido, plantea una solución basada en el consenso y en la multilateralidad, no en el inmovilismo. También la defensa del Concierto económico y de la solidaridad interterritorial, basada en la idea de que la insolidaridad no se da entre territorios, sino entre quienes más tienen (y más han ganado con la crisis) y quienes más hemos sufrido (y más nos hemos apretado el cinturón), ha sido un factor relevante.

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Lo mismo cabe decir de la apuesta por un marco de convivencia democrática estable y duradero. Hemos insistido en que la ciudadanía vasca ya se ha puesto a convivir, y que son las fuerzas políticas las que se han quedado atrás. La responsabilidad histórica de dar pasos hacia un nuevo tiempo político es de todos los agentes sociales y políticos, y Podemos aspira a aportar y a construir todos los puentes posibles en algo tan decisivo como nuestra convivencia.

Tras el 20-D, parece claro que se abre la posibilidad de un tiempo político nuevo en Euskadi. Los diagnósticos tradicionales ya no sirven para explicar qué ha pasado: avanzamos hacia un marco nuevo, tanto a nivel estatal como en Euskadi, en el que Podemos quiere ser un referente de cambio. Ahora toca seguir trabajando para estar a la altura de la confianza depositada. Queda mucho por hacer, pero ya nadie duda de que estamos aquí para quedarnos.

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