Vista del Ayuntamiento de Mondragón, donde siempre se ha impuesto el nacionalismo en cualquiera de sus dos sensibilidades -PNV o izquierda abertzale-.

Arrasate, la cuadratura del círculo

Podemos logra el primer triunfo electoral de una fuerza no nacionalista en Mondragón. En las elecciones generales del pasado domingo se impuso al PNV y EH Bildu. Unos creen que es flor de un día y otros, que es el síntoma de cambios de más calado. Los arrasatearras digieren un resultado que ha sorprendido a todos

BORJA OLAIZOLA

Viernes, 25 de diciembre 2015, 13:09

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Arrasate tiene muy poco en común con Marinaleda, aquella población sevillana que saltó a la fama por las revueltas de jornaleros encabezadas por el histórico dirigente Juan Manuel Sánchez Gordillo. Los más de 22.000 habitantes de la capital del Alto Deba viven del próspero conglomerado industrial asentado en la comarca mientras que los 2.880 vecinos del municipio andaluz subsisten de forma casi exclusiva de la agricultura y la ganadería. La renta media en la localidad guipuzcoana, tradicionalmente entre las más altas de Euskadi, duplica a la del pueblo sevillano, por no hablar de otros indicadores como la tasa de paro o la cuantía de las pensiones.

Hasta ahí las diferencias. Porque, aunque cueste creerlo, Arrasate y Marinaleda comparten algunas cosas, sobre todo después de las elecciones del domingo. Para empezar, ambas poblaciones habían mantenido hasta ahora una inquebrantable fidelidad de voto elección tras elección. Mientras el nacionalismo en cualquiera de sus dos sensibilidades PNV o izquierda abertzale se había impuesto siempre de forma sistemática en la población guipuzcoana, en la sevillana el triunfo había sido patrimonio exclusivo de Izquierda Unida. La victoria sin paliativos de Podemos en las generales del 20-D en Arrasate y Marinaleda quiebra por tanto tendencias electorales muy arraigadas y abre un escenario plagado de interrogantes.

En el caso de la capital del Alto Deba, la pregunta del millón es si se trata de un éxito puntual que se desvanecerá en cuanto las aguas de la marea morada empiecen a bajar o si estamos ante un fenómeno con vocación de continuidad, un síntoma de un cambio de mayor calado en las hasta ahora tasadas reglas de juego de la política vasca. Igor Urizar, uno de los dos concejales que Podemos tiene en el Ayuntamiento de Arrasate, no se atreve a dar un veredicto definitivo. "Es pronto para sacar conclusiones, pero parece que los resultados del 20-D van a abrir un nuevo escenario político", responde.

Urizar, estudiante de Ciencias Políticas de 27 años, es un recién llegado a la política institucional: entró en la corporación arrasatearra después de que las urnas premiasen con dos escaños al partido de Pablo Iglesias en las municipales del pasado mes de mayo. A pesar de su bisoñez, digiere el éxito con prudencia: "Si no nos esperábamos un triunfo en Euskadi, menos aún en Arrasate. Ha sido una enorme alegría, sobre todo teniendo en cuenta que se ha rozado el récord de participación en unas generales". La explicación que da sobre el triunfo de su formación huye de triunfalismos: "Sencillamente ha habido arrasatearras que nos han proporcionado su confianza pensando que en lo que el domingo estaba en juego era más útil apoyarnos a nosotros que a los partidos de siempre".

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No hace falta recurrir a los algoritmos para determinar de dónde han salido los votantes de Podemos en Arrasate. Basta comparar los resultados del domingo con los de las generales de 2011. La formación morada ha bebido en las fuentes que hasta ahora alimentaban las reservas de EH Bildu y PSE. La coalición de la izquierda abertzale ha perdido en torno a 2.000 votos y los socialistas, otros 1.000. Teniendo en cuenta que Podemos ha contabilizado 3.069 papeletas, las cuentas están claras. "Me ha costado creérmelo", admite Joseba Ugalde, exconcejal de IU-EB de Arrasate que está ahora en las filas de la coalición de la izquierda abertzale. Ugalde aún no se explica que unos recién llegados a la política se hayan hecho con el triunfo en Arrasate: "Es increíble que un partido sin apenas implantación ni estructura haya conseguido de buenas a primeras la victoria".

La perplejidad es aún mayor si se tiene en cuenta que Podemos perdió a casi toda su ejecutiva de Euskadi unas semanas antes de la cita electoral. La dimisión de la cúpula que encabezaba Roberto Uriarte, que hubiese supuesto una catástrofe según las reglas de juego de la política tradicional, apenas ha tenido repercusión en las urnas. "Eso demostraría que la fuerza de nuestro partido no está en la dirección, sino en las bases y en los círculos", explica optimista el concejal Igor Urizar.

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En el resto de las formaciones políticas, sin embargo, hay coincidencia en que Podemos ha tenido una sobrerrepresentación mediática que le ha beneficiado: "La televisión ha sido fundamental en la campaña y los dirigentes de Podemos saben explotar todas sus potencialidades porque son muy hábiles ante las cámaras. Además, trabajan muy bien las redes sociales", resume Joseba Ugalde. Otro concejal en activo que prefiere no ser identificado atribuye también la victoria de Podemos a su habilidad para ganarse el favor de algunos medios: "Han aprovechado la corriente favorable y se han subido a la ola, pero habrá que ver lo que son capaces de hacer cuando la marea baje y deje de haber olas". En su opinión, Podemos es "flor de un día" que mantiene intacto su atractivo porque no ha tenido hasta ahora responsabilidades de gestión directas en Euskadi.

El río y las orillas

El escritor Josemari Vélez de Mendizabal, exviceconsejero del Gobierno vasco y exgerente de Eusko Ikaskuntza, recurre a una metáfora sobre el río para explicar lo sucedido en Arrasate: "En el centro del cauce la corriente siempre fluye con normalidad mientras que en los extremos las aguas bajan mucho más revueltas porque hay más obstáculos en las orillas: ramas, troncos caídos, piedras... El voto templado, el del PNV, se ha mantenido en su tónica habitual mientras que el de los extremos ha sido más turbulento y se ha dividido con la llegada de un partido nuevo". Vélez de Mendizabal cree que los resultados reflejan la diversidad ideológica que ha caracterizado al electorado de Arrasate desde las primeras elecciones de la democracia: "Siempre hemos tenido una sociología multipartidista y ahora ha llegadoun nuevo partido que se ha beneficiado de ello. Ni antes todo el mundo era abertzale hasta el tuétano ni ahora se ha perdido la esencia de lo abertzale".

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El viento sur caldea las calles de Arrasate y anima a los parroquianos a sentarse en las terrazas de los bares. Los vecinos calientan motores para Santo Tomás, que en Mondragón se celebra un día después. A los arrasatearras les gusta presumir de que fue en su municipio donde tuvo lugar por primera vez la feria: en la Edad Media duraba hasta cuatro días. Luego se redujo a uno y se trasladó al día 22. ¿La razón? No coincidir con la de San Sebastián.

Los vecinos metabolizan el resultado electoral sin demasiados aspavientos. Nadie cree que la principal sacudida que ha vivido Arrasate en los últimos tiempos, la caída de Fagor Electrodomésticos, haya tenido repercusión en las urnas. "Fue un impacto tremendo, pero no se puede decir que lo haya rentabilizado ningún partido en términos electorales", puntualiza el edil que prefiere guardar el anonimato. La única cicatriz de aquella herida son las movilizaciones que siguen protagonizando todos los jueves algunos de los que reclaman la devolución de las aportaciones que realizaron a la cooperativa. Las recolocaciones en otras empresas de la Corporación Mondragón y las prejubilaciones desactivaron lo que durante un tiempo amenazó con convertirse en una bomba de relojería para el Alto Deba. Dos años después lo de Fagor es solo un mal recuerdo.

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